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Nacional

25 de Septiembre de 2008

Pololos violentos

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Hace justo un año Karina Rojas fue asesinada por su pololo. Durante meses soportó la violencia sin decir nada. No vivían juntos, no tenían hijos y, sin embargo, la niña, de apenas 16 años, no pudo escapar a esa relación. El caso es cruel y extremo, pero los datos disponibles indican que los pololeos actuales pueden ser muy agresivos y que la violencia contra las mujeres se incuba desde la etapa escolar, haciendo que las niñas se convenzan de que recibir golpes o insultos es parte de lo que les toca.

por Carla Celis

Karina tenía 15 años cuando conoció a Pedro Villarroel, el tipo que la iba a matar. Vivían en la villa Los Libertadores y como la hermana de ella pololeaba con uno de los hermanos de él, se veían siempre, aún antes de estar juntos. Sin embargo, él tenía 22 años, así que nadie se imaginó que podrían tener algo. Por eso, al principio lo mantuvieron en secreto. De hecho, Fabiola, la hermana de Karina, se enteró por casualidad. “Los vi de la mano y me sorprendí caleta, porque ella nunca había dicho que le gustara el Pedro”, recuerda.

Karina le rogó que no contara nada, que ella más adelante hablaría con su padre. Cuando lo hizo, a Juan Carlos Rojas, el padre, no le gustó nada la situación.

-Al principio tuve mis reparos, porque él era mucho mayor, pero ella insistió tanto que no me pude negar. Claro que le exigí que lo trajera a la casa, para tener una conversación. Le dije lo que cualquier padre hubiera dicho: que me respetara a mi hija, que era una niña y que yo iba a estar pendiente de él.

Más allá de la conversación, lo que realmente tranquilizó al hombre fue el hecho de que el hermano de Pedro trataba bien a su otra hija. “Su hermano era un buen cabro, así que yo pensé que él tenía que ser igual”, recuerda Juan Carlos.

Durante un tiempo todo marchó bien. Pero de pronto algo empezó a pasar. Karina, que tenía una personalidad desbordante, se volvió más callada y dejó de visitar a sus amigas como lo hacía antes. Tampoco volvió a acompañar a su hermana a fiestas. Sólo salía con Pedro. Su vida partía y terminaba en él.

-No conversaba con nadie, ni con la familia, a la hora de almuerzo siempre estaba pensativa. Si uno le preguntaba qué le pasaba, ella decía que nada- reflexiona su hermana. Su familia llegó a pensar que podía estar enferma, tal vez embarazada. Terminaron convencidos de que era el amor.

Fue en febrero de 2007, cuando la familia Rojas comenzó a sospechar de Pedro. En un paseo a la playa con los hermanos Villarroel, Fabiola notó que Pedro la trataba mal. En esos días también se enteró de que ya le había pegado.

-Fue mi otro cuñado el que me dijo que el Pedro le había dado un combo a la Kari. Se puso celoso de su propio hermano y le hizo un escándalo y le pegó. Yo justo no estaba, así que no lo vi, pero por esos días yo noté que el Pedro era violento y se enojaba por todo-, recuerda Fabiola. De regreso a Santiago, le contó a su padre.

-Yo me puse como loco. Y cuando aparecieron en la casa lo encaré. Pero los dos lo negaron todo. Ella dijo que había sido casualidad, que la había pasado a llevar mientras jugaban… O sea, lo justificó”, relata el padre, apesadumbrado.

A partir de entonces Karina ya no salía si no era con Pedro. Ni siquiera al colegio. Tenían discusiones con frecuencia y Karina regresaba llorando. Cuando su padre o su hermana le preguntaban qué había pasado, ella respondía que nada. Luego pedía que no se metieran en su relación y se encerraba en la pieza.

Su tía, Paola, recuerda que en una ocasión, unos vecinos le avisaron que fuera a ver a Karina, que estaba llorando afuera de la casa del Pedro.

“Cuando la voy a buscar, estaba en el suelo, llorando. Él recién le había pegado. Le dije que se viniera a la casa conmigo, pero no quiso”, recuerda su tía. Fabiola agrega: “él le pegaba por cosas estúpidas, o la trataba mal por tonteras. Por ejemplo, cuando iban a una fiesta y ella bailaba con otro persona, él la trataba de maraca o puta, la tironeaba o cualquier cosa”.

Karina soportó los malos tratos y los golpes durante cuatro meses. Luego decidió terminar.

-Él se puso como loco, le dijo que iba a cambiar, pero ella no aceptó y terminó igual- cuenta Fabiola.

Para entonces la familia de Karina se había ido enterando de cosas. Por ejemplo de que en su barrio el tipo era conocido por su carácter violento. Incluso se comentaba que había apuñalado a un hombre en una población cercana.

-Él siempre andaba metido en cuestiones raras. En el barrio se sabía que era mechero o algo así, porque andaba con plata pero nunca se lo veía trabajar-, comenta una vecina que prefiere mantener su nombre en reserva.

Pero de la violencia a la que era sometida Karina, su familia no sabía nada. Ella guardaba un completo silencio.

Pese a la ruptura, Pedro no dejó tranquila a Karina. La esperaba a la salida del colegio, la iba a buscar a la casa y le mandaba mensajes con los amigos advirtiéndole que no la dejaría en paz. La niña mantenía en secreto ese acoso.

-En vez de volver a ser la de antes, se puso más callada aún. Cuando le sonaba el teléfono ella se asustaba y se iba a hablar a otro lado… Ahora pienso que este tipo seguramente la tenía amenazada, dice su padre.

Una de sus compañeras de colegio lo confirma:

-Decía que él la amenazaba con hacerle algo a ella o a su familia si lo acusaba. Le tenía mucho miedo. A veces, cuando él venía a buscarla, ella se quedaba adentro del colegio esperando a que se fuera. Pero no se iba nunca y ella tenía que salir no más. Ahí él la seguía y le pedía que volvieran. Nosotros a veces la veíamos llegar con moretones en el cuerpo, pero ella no decía qué le había pasado. Como que al final ya no hablaba nada- comenta su amiga.

Un día Juan Carlos se lo encontró en la calle:

-Apenas lo vi le dije: “¡mira weón, si tú le faltai el respeto a mi hija te vai a ir a la cresta conmigo! ¡Yo ya sé que vo soy un weón agresivo y celoso, así que no te quiero ver más cerca de mi hija! El pololeo ya se acabó hace rato así que no quiero verte más por acá ¡no me molestís más a la Karina!” Él me decía que él la quería y que yo no los entendía porque ellos eran jóvenes, pero que se querían. Yo le dije: “¡No, weón! a mí no me gustan los weones agresivos, ni ladrones ¡Yo no quiero saber nada más de vo con la Karina!” Le dije que si se le volvía a acercar lo iba a denunciar a carabineros, pero él ni se asustó. A lo mejor sabía que no lo iba a hacer, porque la Kari siempre me pedía por favor que no lo hiciera.

Pedro siguió acosándola. Y una tarde Karina decidió irse, durante un tiempo a la casa de su abuela, en Renca. Se fue con lo puesto.

-Pensamos que allá las cosas se iban a calmar y después ella podría volver con nosotros- afirma su hermana. El padre agrega: “Pensé que iba a ser para mejor para que él no la llamara más, para alejarse de él, para que no la ubicara. Después supe que este tipo igual iba a buscarla a Renca. No había como arrancar de él”.

Pedro se volvió aún más agresivo. A veces, cuando Karina se negaba a salir, la insultaba desde la reja hacia el interior de la casa. “¡Sale maraca!”, le gritaba.

El 24 de septiembre de 2007 Karina salió como todos los días al colegio. Por la tarde, se despidió de sus compañeras y luego, junto a una amiga, se fue a la tienda donde ambas trabajaban de empaquetadoras. Ese mismo día, como a las siete, Fabiola y su madre vieron a Pedro rondando la casa de la abuela. Él las miró de lejos y se fue.

A la una de la madrugada del 25 de septiembre, el teléfono sonó en la casa de la familia Rojas, en Huechuraba. Juan Carlos contestó.

-Un carabinero le preguntó si conocía a Karina Rojas. Luego le dijo que la habían encontrado degollada en un sitio eriazo en Huechuraba. Cuando mi papá cortó me dijo: “¡El Pedro la mató!”- recuerda Fabiola.

Karina tenía cortes en varias partes del cuerpo. Pedro, también estaba herido, aunque menos grave. Ante carabineros Pedro dijo que habían sido asaltados, sin embargo, horas más tarde, confesó haber sido él quien mató a Karina porque no podía aceptar que hubieran terminado.

-Al parecer él la fue a buscar cuando salió del trabajo y se la llevó a la fuerza al lugar donde la mató. Yo vi como quedó mi hija. Él se ensañó con ella, su cabecita casi le quedó colgando y el resto del cuerpo estaba todo cortado, las tripitas afuera… horrible. Nunca voy a olvidar esa escena- relata, entre sollozos, su padre.

Fabiola, con su embarazo de siete meses, fue junto su pololo a darles la noticia a sus suegros.

-La mamá del Pedro nos dijo que era él que debió haber muerto- recuerda Fabiola.

Luego de pensar un poco intenta explicar todo lo que ocurrió:

“Karina no estaba acostumbrada a la violencia, entonces debe haberse asustado mucho al encontrarse con un tipo así. Ella al principio estaba enamorada, pero al final estaba aterrada. Cambió tanto… Si antes era pará, no aguantaba nada… si me hubieran dicho que un pololo le iba a pegar a ella nunca lo habría creído. Incluso ella era un poco más alta que él, pero igual no pudo defenderse…”

El juicio por el asesinato de Karina comenzará a verse en noviembre próximo.

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