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14 de Enero de 2009Tomo palco, por Renán Munizaga
Reconozco que desde mi anterior columna, mi primera en realidad, donde exponía lo necesario de extirpar a los campistas de Valparaíso durante el año nuevo, no se me había ocurrido nada para escribir. Como por arte de magia, siempre estoy hablando hasta por los codos y me digo: “debería escribirlo y mandarlo al Mercurio”, y justo cuando me ofrecen la posibilidad de hacerlo, me quedo sin habla, sin ideas. Eso hasta que leí la última columna de Rafael Gumucio, a quien no respeto mucho pero por primera vez le encontré toda la razón. Para el que no la ha leído, versa sobre la cantidad de ofensas, basura y cobardes declaraciones que hacen algunos “lanzapiedras y esconde manos” en la sección de comentarios de este sitio de internet. Yo no voy a ser tan valiente como Rafael, así que no los voy a ofender preguntándoles si no han pensado en conocer mujeres o por qué no van a entregar las cartas y hacer los trámites bancarios que les ordenaron sus jefes en vez de estar metidos en un computador molestando. Mandril, Meme, Carlos Molina -que amenazó de muerte a un columnista, según me contó el editor en conversación telefónica sobre el tema-. ¿Quiénes son? Escriben a las 6, 7 de la mañana desde sus cloacas. Un amigo abogado, al que le pedí que leyera esos comentarios con ojo analítico, me dijo que sin duda se trataba, por el nivel de resentimiento y falta de vocabulario, de profesores. Pensé que era un chiste y me reí de buena gana, pero mi amigo me dijo que hablaba en serio. “Sólo un profesor, con el odio acumulado hacia sus alumnos, hacia su sueldo, hacia su minúsculo departamento y a su triste familia puede escribir de esa manera”, argumentó. “Pero no todos los profesores son así”, le dije. “No, los del Grange no”, me replicó. Yo no sé si serán profesores o presos con internet, como otro anónimo comentarista sugirió, pero si alguien quiere deprimirse y aumentar su ignorancia, la sección de comentarios de esta página es un buen lugar para lograrlo.