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Opinión

7 de Marzo de 2009

“Piñera debe regalar toda su plata”

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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Sebastián Edwards es uno de los economistas chilenos más respetados y sus columnas, publicadas en los más importantes medios económicos de EE.UU, casi nunca fallan en el diagnóstico. Por esa asertividad es que sus palabras duelen. Hoy anuncia un mal panorama para la economía chilena: quiebra de empresas, desempleo de dos dígitos y una alta posibilidad de recesión. También critica a sus pares economistas, porque muchos de ellos -dice-son los mismos que irresponsablemente crearon esta burbuja especulativa que tiene la escoba en todo el mundo. En esta entrevista -que fue realizada por e-mail y teléfono desde su casa en California-Sebastián Edwards también le manda un mensaje a Piñera: que regale la plata.

Por Jorge Rojas G.

¿Cómo ve el panorama económico?
-Malo. Este año el crecimiento será cercano a cero o incluso podría ser negativo.

¿Qué posibilidad ve de que entremos en recesión?
-En Chile la probabilidad de una recesión es de más del 70%.

¿A partir de cuándo habría recesión y cuánto durará?
-Depende del resto de las economías. Pero la probabilidad es más alta después del colapso que han tenido las bolsas en estos días. Ahora, si en los próximos 12 meses no hay recesión, yo diría que nos salvamos. De todos modos,la recesión durará uno o dos trimestres. En 1998 hubo una y no fue tan grave. Imagínate que a pesar de esa recesión Eduardo Frei puede intentar nuevamente ser presidente.

¿A cuánto va a llegar el desempleo?
-Difícil saberlo, pero va a pasar de los dos dígitos. Los economistas chilenos son demasiado optimistas y tienden a pensar que no va a pasar nada. Eso es un error.

¿Las medidas que estamos tomando son para enfrentar una recesión?
-La línea divisoria entre crisis y recesión es gris. El ministro de Hacienda y el Banco Central están monitoreando la situación día a día y están dispuestos a darle mayor dosis de medicina cuando se requiera. No sé qué piensan las autoridades, pero ellos están conscientes de que el asunto es grave y han tomado medidas. Tampoco hay que pedirles que salgan a decir cuál es la probabilidad de una recesión porque el rol de ellos no es producir el pánico. En privado, hasta donde he conversado con ellos, están conscientes de que el escenario es grave.

¿Tenemos alguna responsabilidad en lo que está ocurriendo?
-Nosotros no hemos hecho nada. Somos inocentes como blancas palomas. Pero estamos insertosenelmundo,y esta vez le tocó a todo el sistema económico internacional entrar en crisis. Lo que la gente en Chile no quiere entender es que el mundo está tan interrelacionado que estamos muy expuestos a los grandes desastres. Lo más grave que ha pasado en la última semana es que los bancos europeos están en pésima posición por prestarle dinero a las economías de Europa del Este para financiar la burbuja inmobiliaria. Uno se pregunta ¿qué tienen que ver los bancos austríacos con los chilenos? Nada, claro, pero los bancos austríacos tienen mucho que ver con los alemanes, los alemanes con los españoles y los españoles sí que tienen mucho que ver con la banca chilena.

BANCOS y LOS CRÉDITOS

El gobierno ha pedido a la banca que ‘por favor’ den créditos más baratos y eliminen las restricciones ¿Qué opina de eso?
-Dicen que en pedir no hay engaño. Ahora, los bancos tienen que traspasar las menores tasas de interés en el país a sus clientes. Eso es esencial para que fluya el crédito y la crisis tenga un menor efecto sobre la población. Pero al mismo tiempo deben tener mucho cuidado de prestar dinero en forma responsable. Hay que acordarse que la crisis comenzó porque los bancos en EE.UU. prestaron a tontas y a locas.

¿Debe el gobierno inventar un mecanismo para obligar a los bancos a prestar plata tal como el gobierno francés comprometió a la industria automotriz a no despedir gente mientras duren los préstamos que les hicieron?
-Creo que en Chile no va a ser necesario hacer algo así. En todo caso, en principio, nada debe descartarse. Hay que ver cómo viene la mano. Pero pienso que demonizar a los bancos no ayuda en nada; la verdad es que es una actitud demagógica y más bien tonta. Por otra parte, prestarle a todo el mundo porque estamos en crisis es una idea equivocada. Debemos evitar que en Chile se produzca lo que pasó en Estado Unidos. Hay que presionar para que presten, pero no para que lo hagan a tontas y a locas.

¿Qué hacemos con esas compañías que necesitan el dinero para reactivarse porque o si no quiebran?
-Las dejamos quebrar. Por eso hay que tener un aumento en programas y subsidios a los desempleados, además de procesos de reentrenamiento para que estas personas se integren a la economía cuando se recupere.

¿No sería mejor que el estado prestara plata directamente a través de la Corfo?
-No. Por más malo que sea el fútbol chileno, ni tú ni yo debiéramos ser los entrenadores. Lo mismo pasa con los bancos. La gente que sabe prestar plata son los banqueros, para eso trabajan y si pones a los futbolistas, a los burócratas, a los periodistas o a los economistas como yo a prestar plata, la cosa no funciona.

Pero si se quedan sin crédito las pymes van a reventar y va a crecer el desempleo ¿no es tan peligroso eso como no salvar a los bancos?
-Insisto, sólo hay que prestarle a las compañías que son viables. Esta crisis es de verdad, y hay que enfrentarla como tal. El precio del cobre está en un dólar cuarenta por libra, después de haber llegado a los 4 dólares; la demanda por productos chilenos, incluyendo salmones, celulosa, fruta, molibdeno y otros, ha caído fuertemente; y el financiamiento externo a las empresas chilenas se ha derrumbado. Dada esta realidad, que no es culpa ni del gobierno ni del sector privado, no se puede esperar que la vida siga adelante como si nada. Esa es una ilusión de quinceañeros. Quienes piden que las cosas sean así pecan de ingenuos. En esta crisis tendremos costos de verdad: va haber empresas quebradas, profesionales cesantes, trabajadores que van a perder sus empleos, y gente que va a ganar menos. El desafío es que estos efectos sean los menos posibles, y que quienes se vean afectados tengan una manera de sobrevivir con dignidad. De lo que se trata, entonces, no es de desear que todo ande bien, sino que de salir de la crisis lo más rápido que se pueda y las políticas que está impulsando el gobierno van encaminadas a alcanzar esos objetivos. Es imposible, es fantasioso, pensar que vamos a evitar lo que viene con medidas artificiales y cortoplacistas.

Si Cencosud o Socovesa quiebran ¿el Estado debe dejarlas caer o hay que salvar como los norteamericanos hicieron con sus automotrices?
-Habrá que ver caso a caso. Personalmente, no estoy de acuerdo con lo que se ha hecho con las automotrices. Deberían haber quebrado, porque esas industrias arrastran excesos desde hace décadas. En cambio sí estoy de acuerdo con salvar a los bancos. Aunque no haya resultado ahora y el próximo paso sea una nacionalización, había que actuar porque los efectos de esas quiebras involucran a todo el sistema y tienen una amplificación enorme.

¿Qué hay que salvar con los 30 mil millones de dólares que el gobierno ha ahorrado?
-Hay que gastarlos en programas que cumplan con varios objetivos a la vez, como mantener a gente en sus empleos, evitar que por razones económicas niños dejen de ir al colegio, y en inversión pública que mejore nuestra infraestructura y productividad. Es esencial hacerlo con cuidado, sin malgastar y evitando la corrupción.

¿Son socialistas las medidas aplicadas en Estados Unidos?
-No, son soluciones de emergencia, para una situación extraordinariamente grave. El capitalismo se trata de eso: un Estado con un rol limitado, pero que, cuando hay problemas serios, entra a dar solución.

ECONOMISTAS MÁS HuMILDES

Al comenzar esta crisis, cuando uno hablaba con distintos economistas (muy reconocidos), daba la sensación de que ésta superaba sus conocimientos, ¿Les quedó grande esta crisis a ustedes?
-No. Muchos economistas previnieron que estábamos viviendo una burbuja; mejor dicho, varias burbujas. Yo mismo planteé, en 2006, que el mercado inmobiliario iba a colapsar; nuestros cálculos, ya ese año, eran que el valor de las casas en California era 60 por ciento más alto de lo justificado. También hablé de la burbuja de los commodities, y en especial de la del petróleo. Otros hablaron del peligro de los derivados. Ahora, lo que también es cierto es que el promedio de los economistas no vieron lo que venía.

También hubo economistas que avalaron con sus estudios todos esos fondos que ahora se llaman “tóxicos”. gente con postgrados que bombó esta burbuja y son muy responsables de la crisis.
-Es cierto, hubo mucha incompetencia. La manera en que funciona el sistema es que entre los que defienden la economía y los que defienden sus intereses hay un equilibrio, pero acá hubo mucha incompetencia y arrogancia en creer que se tenía todo bajo control. Algunos creyeron que la economía era como la ingeniería. La ingeniería tiene leyes muy rígidas, pero la economía tiene como base el comportamiento de las personas y en eso se incluyen factores psicológicos que son más difíciles de comprender. Por muy sofisticadas que sean nuestras fórmulas, eso no significa que comprendamos cómo funciona la economía. Los economistas deben entender esto y ser más humildes.

¿La crisis plantea una reforma a la manera de enseñar economía?
-Sí, desde luego. Hay que desenfatizar el sentido matemático de la disciplina. Esto no es como la ingeniería. Al contrario, tiene mucho de psicología. También hay que entender que las regulaciones inteligentes son necesarias.

¿Hay que repensar la libertad como eje del sistema?
-No, hay que repensar tres cosas. Los miedos y las fobias en la economía van a tener un rol importante, al igual que la psicología de las personas. Lo segundo es que van a haber más regulaciones porque la falta de ellas llevó a los excesos y ahí necesitamos un Estado limitado pero fuerte. Pero con el Estado también hay que tener cuidado porque eso es tentación para que ciertos grupos se aprovechen y se lleven la plata de los contribuyentes para la casa. Siempre los que se llevan la plata de los contribuyentes para la casa es la gente rica y poderosa.

¿Y qué habría que repensar para que las empresas que tienen enormes utilidades paguen buenos sueldos?
-Lo que pasa es que las empresas que tienen enormes utilidades en ciertos años, en otros tienen enormes pérdidas. Cencosud paró la construcción de la torre y el ingreso de París a Argentina no porque estén con utilidades altas. Codelco, que antes tenía enormes utilidades, ahora están muy bajas. Las utilidades no se miden en un año, sino que en un periodo de tiempo.

La historia, desde el otro lado, es que cuando hay utilidades los sueldos son bajos; y cuando hay pérdidas, vienen los despidos. no es muy justo.
-Pero cuando hay altas utilidades también se contratan trabajadores; y se paga más que si no tuvieran utilidades.

Dice usted que ojalá haya menos arrogancia después de esta crisis ¿dónde se notó esa arrogancia?
-Bueno, en pensar que los menjunjes financieros que se estaban inventando eran infalibles. Creer que, porque podían manejar un par de ecuaciones, tenían la capacidad del rey Midas de transformarlo todo en oro. No entender que los mercados son la confluencia de los estados de ánimo de las personas y de los inversionistas y que, como tales, son susceptibles a las depresiones, a los cambio de parecer y los pánicos. En definitiva, creerse el cuento de que los mercados son siempre eficientes.

Acá hubo un debate muy grande cuando Jorge Errázuriz defendió la codicia. ¿es mala la codicia?
-Yo creo que lo normal es que la gente quiera superarse y tener un mejor nivel de vida. En ese sentido, creo que el afán de lucro es normal y bueno para un país. Incentiva a la gente a trabajar duro, innovar, ser productivo y superarse. Ahora, la codicia es llevar al afán de lucro a un nivel superior, a un nivel donde se toman atajos -legales, intelectuales y morales-para ganar aún más dinero. Eso no es bueno para una sociedad; de hecho, le pueden hacer mucho daño y llevarla a una crisis como la que estamos viviendo hoy.

NOVELISTA

¿De qué rama de los edwards es usted? ¿Tiene algo que ver con Agustín Edwards?
-Todos los Edwards chilenos venimos del mismo pirata y somos parientes lejanos. Agustín J. Edwards (director de Las Últimas Noticias) y yo éramos compañeros de colegio, y a pesar de no vernos demasiado, hemos mantenido un buen nivel de amistad.

¿Es piñerista?
-Yo no puedo votar, ya que la UDI se ha negado a darle el voto a los chilenos que vivimos en el exterior. A mí me encanta votar. De hecho, uno de mis momentos de mayor felicidad fue cuando voté por Barack Obama. Ahora, habiendo dicho eso, creo que Sebastián Piñera sería un muy buen presidente.

¿Qué debe hacer Piñera con sus negocios?
-Seguir el ejemplo de Bill Gates y Warren Buffet. Armar una gran fundación y traspasarle casi todo su dinero a ésta. Ahora, él puede terminar siendo el presidente y gerente de inversiones y encargado de seleccionar proyectos y todo lo demás. Pero, en mi opinión, la gente de grandes fortunas debe regalar casi todo su dinero. Desafortunadamente la tradición filantrópica en Chile es pobre.

¿Está diciendo que Piñera debería regalar su plata?
-Sí, Sebastián Piñera debería regalar toda su plata.

¿Qué le parece Frei?
-Con el tiempo lo he ido valorando cada vez más. Creo que fue un buen presidente con mala suerte. Al final de su mandato le tocó una crisis aguda, y su equipo económico anduvo metiendo la pata. Sin embargo, el problema que veo hoy es la Concertación. Ha perdido la mística, las ideas y el coraje. Vale decir, se ha ido envejeciendo. Los partidos debieran hacer una renovación completa de sus equipos parlamentarios y de dirigentes.

¿Le gustaría ser ministro de Hacienda del próximo presidente?
-No. Yo vivo en California, donde lo paso muy bien. Mi familia está acá, mi cátedra está acá y tengo toda una vida en esta ciudad.Todas las mañanas tomo la bicicleta y me voy por un sendero que bordea un arroyo repleto de pájaros hasta el mar. Es una muy buena calidad de vida.

¿Por qué decidió escribir la novela “el misterio de las Tanias”?
-Tenía una muy buena historia -la de las posibles espías cubanas infiltradas en toda América Latina-, y me pareció que era importante contarla. Además es una novela que captura toda una época.

¿Cuándo escribe usted?
-En las mañanas, muy temprano. De seis y media a nueve. Siempre en pijamas, siempre tomando café negro de grano, siempre muy cargado, y siempre sin azúcar.

¿Ya está en algo nuevo?
-Sí, son tres historias que se desarrollan en forma paralela durante los años sesenta. Sólo al final se relacionan entre ellas de un modo sorprendente. Tengo cerca de un tercio hecho y espero terminarla en algún momento este año. Todavía no tiene título.

¿Qué le parecen los novelistas chilenos?
-Hay una serie de autores muy buenos. Entre los mejores están Carla Guelfenbein y Roberto Brodsky. También Roberto Ampuero y Pablo Simonetti. Y claro, Alejandro Zambra, gran poeta y novelista; y buen amigo.

¿Por qué nunca ha dicho que el personaje principal de la novela es usted?
-Porque no soy yo. Entre otras cosas el narrador era del Mapu y yo fui socialista.

¿Hasta cuándo fue socialista?
-Durante mis años de universidad. Después del golpe viaje a EE.UU. y dejé de participar en política chilena.

¿Y qué piensa ahora de los socialistas?
-Me da la impresión que hay de todo. Algunos modernos como José Miguel Insulza y Juan Gabriel Valdés, y otros nostálgicos.

¿Cree que a Insulza le faltó coraje para candidatearse?
-Creo que simplemente le dio lata hacer tanta campaña. Especialmente sin helicóptero, se hace cuesta arriba.

A propósito de las Tanias y de Cuba ¿Qué le parecieron las declaraciones de Fidel Castro sobre el tema marítimo con Bolivia?
-Fuera de lugar y pienso que responde a un gran malestar de parte de él con la izquierda oficial chilena. Un desprecio y malestar nacido de lo que él considera es una traición a los verdaderos principios del socialismo y de la revolución. Pero, en fin, hay que tomarlo de quien viene: de un anciano que fracasó en lo único que se propuso en la vida; son cometarios que vienen de una reliquia histórica ya sin relevancia.

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