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Opinión

6 de Junio de 2009

“Frei debiera darle a los jóvenes todo el control de su campaña”

Juan Andrés Guzmán
Juan Andrés Guzmán
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Enrique Correa, lobbysta y asesor político, piensa que los electores quieren rostros nuevos en política y que por eso le está yendo bien a Marco Enriquez-Ominami. Pero sostiene que esa petición por un recambio generacional, no viene sola. En estos tiempos de crisis, dice, el que ofrezca un buen sistema de protección social se ganará el corazón de muchos votantes. La Concertación tiene parte de la tarea hecha en ese tema, por lo que Correa da por hecho que Frei gana. Con todo, sería bueno que el conglomerado empezara ya a corregir prácticas que a la gente la tienen hasta la coronilla. Por ejemplo, eso de tomar el Estado como un botín y usarlo para los pitutos de los suyos. Es la hora de promover la meritocracia.

POR J. A. G. • FOTO: ALEJANDRO OLIVARES

¿Usted es Marquista o Freista?
-Freista, es claro.

Es que después que invitó a su generación a dar un paso al costado uno podría pensar que estaba jubilando a Frei.
-Para nada. De hecho me parece claro que cuando hablamos de Frei estamos hablando del próximo presidente. Eso es lo que va a pasar: va a haber una segunda vuelta y ese es un terreno inmensamente más favorable para Frei que para Piñera.

Entonces esta discusión sobre al recambio generacional, sobre la irrupción de Enríquez- Ominami, ¿hay que entenderla sólo como una forma de darle un nuevo contenido al gobierno de Frei?
-Sin duda. Más allá de lo que diga cualquiera, el recambio generacional viene con una potencia enorme: disruptiva, en el caso de Marco Enríquez, o más institucional si uno mira a la Carolina Toha o Claudio Orrego, pero viene. Y el punto es qué rol vamos a hacer los que hemos estado en primera fila, en el protagonismo: vamos a ser un obstáculo o vamos a ser un vehículo. Yo prefiero que seamos un vehículo. Y sería muy motivante así como lo pensó en su momento Frei Montalva, que se llevara adelante esta idea de una Patria Joven, con una nueva generación que marcha al cambio. Creo que ya ha sido un gran paso haber llenado el comando de jóvenes. Lo que toca ahora es darle a ese comando de jóvenes todo el poder de conducción de la campaña. En torno a ese comité, se pueden crear muchos otros, como Océanos Azules- para los programas-, o estos tipos de comunicaciones que dirige Pablo Halpern. Siempre las campañas tienen muchos equipos pero aquí hay un equipo central que debe ser dirigido por Sebastián Bowen.

Hablemos de la generación que debe hacerse a un lado. ¿Está en el Congreso? ¿En los partidos?
-Bueno, ya se está produciendo un recambio en los diputados y senadores también, y tendrá que bajar más la edad promedio de ambas Cámaras. Y los partidos requieren de una renovación muy profunda, porque hace mucho tiempo que están siendo dirigidos por los mismos. Esa es una generación que hizo mucho, que jugó un papel importante en el gobierno de Frei Montalva y en el del Presidente Allende y en la resistencia a la dictadura y en la transición y que debiera terminar bien.

Para muchas personas los políticos son lo peor. ¿Qué responsabilidad tiene esa generación en el descrédito actual de la política?
-Pienso que esta situación se explica en parte por su larga permanencia en el poder; por su resistencia a dar tiraje a la chimenea y ofrecer un rol protagónico a otra generación formada y desarrollada por nosotros mismos. Pero también influye en esto el uso que la Concertación le ha dado al Estado. Es una manera de usar el Estado que tiene que cambiar, a la que hay que poner fin. Hace algún tiempo se decía algo que creo que corresponde decirlo hoy: el Estado tiene que dejar de ser el botín de los vencedores.

Le parece que eso pasa hoy.
-Sí. Hay mucho de copamiento del Estado por parte de los políticos, de los partidos. Y uno observa en los análisis de los focus group que la gente critica eso. Hay un rechazo muy fuerte a la cultura del pituto y la cultura del pituto tiende a identificarse con la política; y la política tiende a identificarse con la Concertación. Por eso es la Concertación la que tiene que cortar de raíz con estas prácticas y profesionalizar el Estado de arriba abajo, dejando una alta conducción como cargos de confianza del presidente. En Chile da la impresión de que el Estado, en vez de ser un lugar propio de la meritocracia es un lugar donde, sin tener grandes méritos, se pueden alcanzar grandes posiciones. Con eso hay que terminar.

Eso mismo ocurre en la empresa. Hay estudios que muestran que aunque dos profesionales tengan la misma preparación, el que pertenece a la elite va a ganar más que el que no. La meritocracia como que no tiene espacio en ninguna parte…
-Por supuesto, Chile sigue siendo muy clasista. Hay algo ahí, muy profundo que todavía nos acompaña, algo en el nacimiento oligárquico de esta sociedad, en el origen de la República que nos llevó a trabajar y a crear empresas como en la Inglaterra de las industrias, pero a vivir como en la España de los conventos. Hay algo muy profundo ahí… Le voy a contar algo: en un viaje que hice a Brasil conocí a una señora chilena que hacía todo el trabajo doméstico para el embajador. Yo le pregunté si quería volver a Chile. Y me dijo que no, porque en Brasil trabajar en eso no significaba nada, en cambio en Chile su vida se reducía a un círculo, a ser nana. Y eso implicaba limitaciones de todo tipo.

Por qué la Concertación no ha logrado avances en ese tema.
-Pienso que, aunque hemos avanzado mucho en extender la educación, no hemos logrado estructurar una columna vertebral que permita ascender a través de la educación. Yo soy ovallino, soy hijo de la educación pública. Mi familia era de clase media pobre, muy pobre. Una vez fui a una ceremonia en Ovalle y conté que había estudiado en el liceo de allí. Y después se me acercó una señora y muy sorprendida me preguntó si era cierto que había estudiado allí, porque ella le decía a su hijo que el que estudiaba aquí no llega a ninguna parte.

Y es probable que hoy ella tenga razón; que con lo que aprende en un liceo fiscal ningún joven pueda llegar hasta donde usted está.
-Claro. Y es esa columna de ascenso social la que tenemos que reconstruir. A mí me sorprende cómo Chile ha ganado en algunas cosas y ha perdido en otras. Hoy se genera más prosperidad promedio, cosa que no existía antes. Nosotros vivíamos en la pobreza directamente y sin embargo teníamos una vía de ascenso. Hoy, en cambio, hemos generado las condiciones para un tiraje de la chimenea en cuanto a la prosperidad promedio, pero la meritocracia no implica ascenso social. Ahí tenemos que discutir en serio, por ejemplo, sobre una educación pública. Sin perjuicio de quien la ejecute, una educación pública nos permitiría ir avanzando en reconstruir esa columna, y evitar esto que pasa, que en el mundo privado hay mucho clasismo y en el mundo público hay mucho pituto.

¿Sería dramático para usted si ganara Piñera?
-Sí.

Pero si la política ya es de vida y muerte.
-Tengo dos razones. Una es que esta coalición a la que yo pertenezco, que inició el tránsito a la democracia y a la modernidad, se merece culminar su obra y entregar a la sociedad chilena un país desarrollado.

Eso puede tomar décadas.
-Eso se puede lograr en el próximo gobierno. Y un segundo punto, es que cuando esta generación de la derecha pase, habrá terminado también el protagonismo de la generación que colaboró con la dictadura. Y si en el futuro hay un gobierno de la derecha, me gustaría que fuera uno de gente que no haya tenido nada que ver con la dictadura, para que quede para siempre la lección de que el que colabora con la dictadura no gobierna jamás. Gobernarán sus hijos, sus nietos, pero ellos nunca.

¿Ver a Espina de ministro del Interior le parecería terrible?
-Espero que nos evitemos ese trago amargo. Pero sí me parecería terrible algo: que un gobierno de derecha interrumpiría el curso que llevan las cosas hoy; un camino hacia un mercado muy dinámico y de un estado con mucha iniciativa, de una economía que crece y, junto con ello, una protección social que crece. Yo no puedo creer que la derecha vaya a tener la misma iniciativa para hacer un sistema de protección social como lo ha tenido la presidenta Bachelet.

Pero así como van las cosas, para serle franco, Frei va a ganar. Porque es muy complicado, cuando alguien que es favorito, empieza a dejar de serlo. Y eso le está empezando a pasar a Piñera. Eso lo vivimos nosotros en la elección de alcalde de Santiago, con Ravinet, cuando Zalaquett decía, “caballo alcanzado, caballo ganado”. Yo creo que Ravinet habría sido un alcalde estupendo, pero en algún minuto dejó de ser el favorito. Y eso le está pasando a Piñera.

Entonces, como dice Harlpern Frei no necesita reinventarse.
-Yo a Frei, como candidato, lo veo como “Una fuerza tranquila” que es una expresión de los socialistas franceses.

Eso suena a una lata… al menos a algo que no apasiona.
-No. Es una fuerza que es responsable, madura, que no tiene temores para enfrentar temas como el aborto o para plantear que hay que estatizar el Transantiago. De todos modos pienso que para triunfar el candidato se tiene que identificar con asuntos: uno, con la protección social y otro, con el recambio generacional. Esos dos grandes asuntos son los que le pueden dar la victoriafrente a Piñera. Él, que tuvo que echar la teoría del desalojo de Andrés Allamand al basurero -felizmente, porque creo que ese concepto le hacía mucho daño al sistema político- no sabe con qué reemplazarlo. Lo ha tratado de reemplazar con la protección social pero evidentemente que son los autores los que tienen más autoridad para referirse al tema.

¿No tienen relevancia temas de la sociedad civil, como marihuana, aborto?
-Yo creo que esos temas que podríamos llamarlos de un cambio en el sentido más profundo de la palabra, son importantes para las personas en condiciones más normales. Pero cuando hay crisis la gente no quiere cambio, quiere salvación. Por eso creo que la elección se va a definir en torno a la mejor propuesta, más consistente, sobre protección social. Y por eso creo que la Presidenta, en el discurso del 21 de mayo, al haber puesto de relieve la protección social, puso el acento en una cancha que es favorable para la Concertación.

¿Qué le parece el documental sobre El Mercurio “El diario de Agustín”?
-Interesante. Así se va construyendo la historia y creo que no hay debates vedados.

¿Debería pedir perdón El Mercurio, como han dicho sus autores?
-O por lo menos levantar sus puntos de vista sobre la película. Porque el silencio va a ser cada vez más una mala solución en Chile. Si El Mercurio está aludido tan fuertemente por un documental que ha sido premiado, creo que sería muy útil que contestara.

Usted parece hablar del documental como un espectador, pero es también una apelación muy dura a la clase política que, después de todo, ha convivido con El Mercurio todos estos años, esperando aparecer en sus páginas…
-Yo pienso que los años retratados en ese documental fueron aterradores para la libertad. Y la libertad tiene una madre que es la libertad de expresión. Y ese fue un tiempo en que la libertad de expresión sufrió de un modo atroz y siento que esa película relata uno de los capítulos.

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