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Opinión

7 de Junio de 2009

“El arte chileno de hoy es totalmente decorativo”

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

Justo Pastor Mellado, crítico de arte. El curador chileno acaba de lanzar su libro “Textos de batalla” en respuesta a la marginación que le hicieron en la Trienal que él mismo proyectó, aunque después asumió como asesor, cuestión que algunos consideraron una voltereta, pero que él define como un castigo en su contra. En el libro, Mellado dispara contra la institucionalidad cultural, los artistas mamones y El Mercurio, que lee todos los días. Ademas, le contesta a Matilde Pérez, que dijo en The Clinic que los críticos como él no sabían ni lavarse el poto. “¿Me habrá visto el culo”, responde.

POR MACARENA GALLO • FOTO: ALEJANDRO OLIVARES

¿Cómo surgen estos “Textos de batalla”?
-Por una crítica al maltrato político desde el ministerio y desde la Trienal hacia mí y hacia mi trabajo. El libro me permite montar una ficción política. La manera más consecuente de mi parte de responder a ese maltrato, que me desvincula de mi trabajo de editor general y me relega a ser un asesor del curador, es responder con mi propio trabajo. Por eso tengo que agradecer a los jefes de gabinete y asesores ministeriales el haber tomado la decisión de marginarme, porque tenía que responder políticamente a su conducta mafiosa y de ineptitud.

¿Pero por qué lo marginan de la Trienal, considerando que usted mismo la proyectó?
-Eso habría que preguntárselo a la ministra, a un tal Torres, a una tal Fontecilla, a un tal Celedón. Ellos nunca han dicho nada en público. Sería bueno que se lo preguntaran y que hablaran del tipo de contrato nuevo que me hicieron firmar, donde me prohibían hacer cualquier alusión o cualquier crítica. Incluso tener contacto con artistas y curadores. La Trienal es un síntoma de incompetencia de modelos de gestión en artes visuales. Y eso es terrible.

Ahora, sin embargo, está de asesor…
-Ellos dicen que soy asesor externo y lo usan de excusa para atrasarse todos los meses con mi salario. La única respuesta política es castigarte como un patrón. Yo nunca quedé marginado, porque siempre me ha estado pagando la Trienal. ¿No te parece extraño eso? Es una especie de castigo por ser problemático y no aguantar la corrupción de este sistema. Si hay tipos que no deberían estar en sus puestos, hay un cuoteo tremendo que está llevando a la Trienal a ser inviable. Y es terrible que eso suceda, porque es fundamental para el desarrollo de las escenas locales. Esto no es para los artistas, es para la gente que sufre, para los que parecen no tener esperanzas. Es un dispositivo de generación de conocimiento, de intervención social. Se merece mayor respeto.

EL MERCURIO Y THE CLINIC

En el libro, aludes recurrentemente a El Mercurio, casi como una obsesión.
-No es una obsesión, es sólo que es es el único diario que hay. Los demás no son diarios. A nivel de escritura, es el más fuerte que hay. Es sibilino, es sibilino… Tú sabes que cuando se escribe El Mercurio son cuatro o cinco textos y sub textos que tienen varias entrelíneas. Más que una obsesión por El Mercurio en particular, es una fascinación por leer los diarios en la mañana y jugar a la ficción de que en la tipografía hay códigos encriptados que tienes que interpretar para saber cuál es el destino del mundo. ¡Una pelotudez! Es como si fuera un intérprete de signos chamánicos. En ese sentido, leer El Mercurio es un esfuerzo político de lectura. Los demás medios son transparentes. Leerlo es una lealtad a la letra. El Mercurio identifica, coloca, es transpolítico y define la agenda simbólica del país, lo que es grave.

¿Sí?
-Por que cuidado, ahí hay una plataforma editorial que define una agenda simbólica. The Clinic en ese sentido es un reverso. Responde reactivamente a mostrar el miasma de la misma agenda, o sea, a mostrar la podredumbre. The Clinic trabaja con el barro purulento, cuyos olores andan por ahí. Pero es la misma estructura. Funciona en un espacio determinado para el cual se necesita de la lectura de El Mercurio también. Ambos se articulan muy bien.

¿Por qué al espacio artístico le importa tanto lo que se escriba en el Artes y Letras?
-Si no están en El Mercurio, los artistas no existen. Es la necesidad de ser reconocido por papá. En Chile hay una relación mamona. Eso atenta contra la autonomía. Es como Insulza: piden permiso para todo. No sólo se pide permiso, porque es tal la duda sobre la manera en que se construye simbólicamente la escena, que hay que estar siempre pendiente de la garantización de un padre totémico. Eso es terrible. Todos quieren tener a un tío permanente como es El Mercurio. En general, leer la prensa me tiene bastante decepcionado.

¿Por qué?
-Mira, yo pasé un verano fantástico leyendo todo lo relativo al viaje de la Presidenta a Cuba. Toda la pelotudez chilena se concentró ahí. Y de repente hoy día todo se me satura. No logro encontrar unos relieves interesantes, salvo la irrupción en la escena política de Marco Enríquez-Ominami. No me ha interesado escribir sobre él, porque el nivel de pelotudeces que se escriben sobre él, sobre el fenómeno Enríquez-Ominami, es tremenda y no da para análisis. Ayer sí que apareció un elemento interesante: Carlos Ominami. El tipo entra a cagarse al hijo, porque lo trata como hijo. La posición de Carlos Ominami es una posición saturnal.

¿Cómo?
-Se siente agredido por la osadía de un hijo y él no quiere ser menos. ¡QUÉ PELOTUDO! O sea, NO. Al otro que hay temerle es al discurso de Escalona, un tipo totalmente dogmático, oficial, totalitario, claro en política, con una visión de Estado, pero ¡madre míaaaa! A ese tipo hay que temerle, porque es un carepalo, muy interesante, porque finalmente Escalona es el Longueira de la izquierda, ¿te fijai?

ARTISTAS MAMONES

En una entrevista reciente, usted dijo que estaba decepcionado de la escena plástica chilena. ¿Por qué?
-Pienso en primer lugar que no ha logrado superar la tendencia del totemismo, la dependencia del padre. Tampoco tienen modelos de emprendimiento que los hagan salir de la escena y confrontarse con otras escenas. En tercer lugar, son tremendamente autocomplacientes y se conformaron con la fondorización. El arte chileno está en rellenar un proyecto. Todo el arte chileno es de papel. Y en último lugar, el potencial crítico social que yo había descubierto en las obras chilenas de los ochenta, hoy día los mismos padres totémicos no sostienen esa misma criticidad. Entonces, el arte chileno de hoy es totalmente decorativo y no lo digo en los cuadros, sino que se ha iniciado una nueva etapa de decoración política.

¿Reflejado en qué?
-Esto se ve en el gran academismo de las propuestas. No me interesa nada. Cada vez me interesa menos, salvo trabajar con diez personas que se dan vuelta como Mario Navarro, la Mónica Bengoa, la Pancha García, Grum… Ellos tienen una insolencia, respecto al totemismo, tienen capacidad de emprendimiento, no son mamones, tienen una actitud constructiva que me gusta. No están preocupados del formulario como muchos. Hay muchos artistas que son como los futbolistas chilenos. Ganan tres partidos seguidos y ya se creen, pero no soportan una competencia de grandes ligas.

¿Cómo quiénes?
-Son muuuuchos. No vale la pena cagarlos más. Mira, yo creo que la escena plástica chilena no tiene mucho destino. No va para ningún lado, salvo los artistas que te nombré recién pueden cambiar algo. Hay situaciones en las ciudades que tienen que ver más con arte contemporáneo, no siendo, no perteneciendo al espacio de arte contemporáneo. Lo que te digo es muy grave. El arte contemporáneo no está allí donde supuestamente siempre está. En ese sentido, mi decepción pasa por el grado de institucionalización del arte porque arte siempre vamos a encontrar. El arte está donde no se espera.

Usted es bastante crítico también con los jóvenes artistas, incluso ha dicho que son harto mamones.
-Tienen una relación con el tótem y lo otro contra lo cual hablo es contra el arte de los profesores. Los artistas jóvenes tienen una dependencia con sus profesores de las escuelas. Eso es lo que más mal le hace al arte chileno. Siempre ha sido así. No es algo nuevo. Viene del año 32 cuando la Academia de Pintura pasa a ser Bellas Artes dependiente de la Universidad de Chile. Estas escuelas universitarias retienen información y formación. Pienso que la formación artística debiera no ser universitaria, ser mucho más corta y más intensa, con sistemas de enseñanza mucho más flexibles, discontinuos y que den certificado de nada porque el título no sirve para nada. Este es un problema de las madres de Chile. A los padres les diría que son unos huevones, que pagan una educación de arte que finalmente es un FRAUDE.

Por último, la artista Matilde Pérez dijo aquí que los críticos de arte no sabían lavarse el poto. ¿Cómo toma sus palabras?
-¿Me habrá visto el culo? No lo sé y no lo creo. Pero es rara la metáfora que hace y muy dura también. Porque se entiende que la escritura crítica se asemeja a la mierda y chorrea por todos lados. El problema no está en que no se sepan lavar, es que a lo mejor no saben retenerse, o comen mal o tienen pésima digestión…Al final, ¿el artista qué hace con lo mismo? Tampoco se lava el poto, se mete el dedo en el poto y con la materia dibuja en el muro. Eso lo hace artista. En el fondo, el elemento arcaico del arte es dibujar con caca. ¡El arte es una caca! Y en ese sentido me parece fantástica esa metáfora. Me parece hasta una suerte de elogio.

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