Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Uncategorized

14 de Julio de 2009

¡Sole, rájate conmigo!

Por

Por Patricio Araya G.

“SOLEDAD ONETTO PIDE IGUALAR SUELDO DE FELIPE CAMIROAGA PARA VIÑA 2010”, afirma “La Tercera” este domingo 12 de julio. El matutino (V. Olmos/C. Gutiérrez) explica que la conductora de Teletrece aspira a ganar lo mismo que le pagaron al animador de TVN por su trabajo en el festival del cincuentenario, esto es, $60 millones, oportunidad en que ella sólo facturó $40 millones. Los cien millones de pesos que cobró la “famosa” parejita en esa ocasión, por apenas seis días de trabajo, habrían alcanzado para cancelar el sueldo mínimo ($159.000 de la época) a 629 trabajadores chilenos; de concretarse las pretensiones que la periodista puso sobre la mesa gerencial de canal 13, ambos animadores alcanzarían los $120 millones (unos $10 millones diarios cada uno), lo que esta vez podría pagar el ingreso mínimo (de $165.000 a contar del 1 de julio de este año) a 727,27 chilenos. ¡Así me gusta Chile, mierda!, diría el obispo Goic. ¡Entero de ético! Y en tiempos de crisis, ni más ni menos.

Aunque los millones de Onetto y Camiroaga me tienen sin cuidado, escribo esta columna pensando en los miles de trabajadores chilenos (y extranjeros) que a diario se parten el lomo en trabajos mal pagados, humillados por sus empleadores, abusados a más no poder –muchos sin protección social ni seguridad física alguna–, sin que nadie les pague una mísera hora extra ni les reconozcan sus logros y méritos, y que a diferencia mía, no cuentan con el privilegio de una tribuna como esta, leída por innúmeros cibernautas, de aquí y de allá, y quienes –en su mayoría– podrán estar igual de indignados que otros por el despilfarro de tanta plata. Y también porque, aun cuando muchos optarán por relativizar la necesaria discusión, o chutearla “para más adelante”, ésta se torna oportuna cada vez que alguien hace gárgaras públicas con la empatía oportunista y el respectivo blablá de la “pésima distribución del ingreso”, y luego se acicala con aquello que mira con distancia cuando se siente observado: los lujos que permite el dinero.

Según fuentes del Ministerio del Trabajo, en Chile hay unos 4,5 millones de asalariados, de los cuales cerca del 10 por ciento sólo percibe el sueldo mínimo ($165 mil), es decir, esos trabajadores chilenos tienen que hacer malabares para sobrevivir con $5.500 diarios, a diferencia de Soledad Onetto y Felipe Camiroaga, cuyos megasueldos les evitan esos sobresaltos tercermundistas. Por lo mismo, los “comunicadores sociales” deberían tener sumo cuidado cuando ventilan sus millonarios ingresos en los medios. Aparte de ser de mal gusto, hacer aspaviento mediático de lo que se gana, es inhumano, sobre todo delante de quienes tienen que arreglárselas con tan poco. Y, por último, contar plata delante de los pobres es un “mal negocio” para ellos mismos, pues, cuando sus audiencias más vulnerables se enteran de tales bacanales, terminan cambiando la tele cuando están en pantalla.

Escribo por esos millones de trabajadores (campesinos, pescadores, albañiles, panaderos), técnicos y profesionales, hombres, mujeres y niños; por esos profes de la humilde escuelita rural perdida en un pueblo olvidado, por el auxiliar que la mantiene limpia y digna; y también por esos profes del liceo “emblemático”, y por esos “viejos” que nos enseñaron este oficio tan hermoso del periodismo, quienes pese a sus pos títulos y posgrados, y a sus investigaciones académicas y publicaciones científicas, también tienen que luchar contra los vencimientos implacables de los acreedores.

Escribo por el personal de salud (técnicos paramédicos, enfermeras, matronas, tecnólogos, nutricionistas, incluso, por los médicos jóvenes), que a diferencia de Soledad y de Felipe, tiene que hacer magia para llegar a fin de mes y pagar las cuentas y dar de comer a sus hijos, sin morir en el intento ni caer a Dicom; escribo por la frustración que sienten tantos profesionales de saberse mal remunerados, en comparación a Felipe Camiroaga, quien sin estudios superiores, gana en seis días lo que ellos logran en meses o años de trabajo anónimo y silente; escribo por aquellas mujeres que siendo profesionales, se preguntan qué hacer para ganar millones como Soledad Onetto, en menos de una semana.

Notas relacionadas

Deja tu comentario