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20 de Julio de 2009

La píldora y los menores de 16

Por

POR GUILLERMO GALÁN, MÉDICO GINECO-OBSTETRA, PAST PRESIDENT APROFA.

Para la mayor parte del personal médico chileno -salvo los de la UC- el debate sobre la píldora no puede seguir entrampado en si es o no abortiva. El tema ahora es si se le puede entregar a menores de 16 sin que los padres sepan. Aquí, el doctor Galán, ex director de Aprofa, pone el acento en dos puntos importantes: el derecho a la privacidad de los que iniciaron su vida sexual y la casi completa ignorancia de los padres sobre estos temas.

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Hoy nos encontramos nuevamente discutiendo sobre la anticoncepción de emergencia. Como antes, unos la enfrentan basados en su fe y otros la aceptan apoyados en la certeza científica de que es un método demostradamente anticonceptivo y que, por lo tanto, EVITA LA CONCEPCIÓN.

La prohibición nuevamente será decidida por unos pocos, y casi todos hombres. Ellos vulnerarán no sólo los derechos de las mujeres desprotegidas, sino además su salud actual, sus posibilidades futuras de educación, desarrollo personal y familiar. Las más desvalidas serán, otra vez, aquellas que carecen de los recursos necesarios para conseguir una receta médica y comprar el medicamento en alguna farmacia. Y, por supuesto, las adolescentes.

Según los estudios, una de cada 7 adolescentes inició su actividad sexual a los 14 años. Eso significa que hoy corren el riesgo de quedar expuestas a someterse a la exigencia de hacer pública su vida sexual, una de las actividades humanas más privadas que existen. Ellas, si la discusión se da en los términos en que se está planteando, tendrán que revelarla a sus padres para conseguir una autorización para usar la Píldora del Día Después. Eso será una discriminación inconcebible que, además, dejará en evidencia la inequidad que existe: las jóvenes que puedan pagar la píldora estarán protegidas de la exposición a que sus familiares se impongan de los detalles de su vida privada.
¿Alguna de las lectoras habrá sufrido la traumática experiencia de haber tenido que contarle a sus padres que inició actividad sexual para que la autorice a usar algún método que evite un embarazo?
Todo esto, claro, en una sociedad en que los padres no están preparados para entregar una educación sexual pertinente y llegan a temer de quienes sí están preparados, porque suponen que ellos pueden estimular el ejercicio temprano de una actividad humana básica, que debería iniciarse responsablemente y en un contexto de información adecuada, con mujeres jóvenes capaces de tomar sus propias decisiones para vivir una sexualidad de acuerdo a sus necesidades y no basados en estereotipos de género como la virginidad, maternidad, subordinación a los deseos masculinos.

La información correcta que se entrega a los adolescentes sobre la anticoncepción de emergencia, está documentado, no influye sobre su conducta sexual. A la gente se le olvida que vivimos inmersos en una vorágine de imágenes que estimulan la sexualidad sin una orientación adecuada. De eso nadie se queja.

Si una mujer quiere exponerse al riesgo de un embarazo, tiene todo el derecho a hacerlo. Es cada consumidora o consumidor, de acuerdo con sus creencias éticas, políticas o religiosas, quien debe decidir su adquisición y consumo. No se está obligando a nadie a usar este medicamento. Ésta es una elección, y por lo tanto voluntaria, y no debería estar sujeta a condición ni presión alguna. Nuevamente deberemos hacer oír nuestra voz para corregir y evitar las inequidades socioeconómicas y de género en que viven las mujeres de Chile.

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