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4 de Septiembre de 2009

Los anarcos… ¿Acaso tienen misiles?

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Por Pepe Lempira, desde Heroica Matamoros, Tamaulipas (México).

Me entero de que hubo un combate de guerrilla urbana en Providencia. No quiero comprarme los detalles, pero habría sido un ataque con bombas molotov de anarquistas universitarios en contra de un cuartel ocupado por detectives especializados en resolver asesinatos, una especie de CSI santiaguino. Los policías repelieron el ataque con escopetas y otras armas cortas que tenían en un armario de su oficina, justo debajo de un póster de la “Bomba 4”, visualizo. Luego se desplegó una batida uniformadas cerniéndose sobre las instalaciones de la universidad privada de la que había salido el ataque… Y la historia no me termina de cuadrar, porque -hasta donde me acuerdo- esa comuna era una aburrida zona residencial tachonada de parques, gelaterías y casas de cambio. Si me apuran, me imagino un asalto a una casa de cambio, un pelotón de detectives comprando helados o una turba de universitarios ponceando en el Parque de las Esculturas. Y podría alterar el orden de todos estos factores (helados, universitarios, asalto, detectives, ponceo, casa de cambio) y aun la anécdota sería verosímil.

La noticia, en todo caso, hace que las distancias se esfumen por un instante. También por aquí cerca, donde la vegetación y los jardineros brillan por su ausencia, hay gente luchando. Disparan pistolas, subametralladoras y cuanta arma haya sido proveída por el arsenal del humano ingenio. Claro que por asuntos bastante más adultos, relacionados con ganarse el sustento o con multiplicarlo exponencialmente en dólares.

No me atrevo a discutir el venerable e histórico anarquismo. Sería como tratar de analizar críticamente las creencias de los indios hopi o las costumbres de los menonitas. Cada uno llega a su conclusión y punto. Pero no me dejan de llamar la atención las audaces acciones anarquistas de las últimas semanas. Pareciera que van derecho a la guerra total contra las fuerzas armadas chilenas, pero apertrechados apenas con unos cuantos puñados de pólvora y un par de botellas llenas con bencina.

Un muchacho reventó mientras pedaleaba su bicicleta, al activarse una bomba que iba a poner junta una desolada pandereta del barrio Matta. Si hubiera conseguido su objetivo a lo más habría alborotado el sueño en las barracas donde duermen otros muchachos de su misma edad, que aspiran al nada tentador trabajo de gendarme de prisiones. Pero no fue el caso. Su muerte, en cambio, en vez de a unos inocuos cadetes despertó a una bestia dormida, que no descansó hasta clausurar decenas, si no casi todas, las casas okupa de la capital. Finalmente un flaco favor. Alguien podría discutir la legitimidad de ocupar una casa ajena o fiscal, pero ni siquiera ese es el punto. Bastaría con constatar que si vas a vivir en una residencia abandonada, de la que fácilmente te pueden expulsar en cualquier minuto, lo último deseable sería atraer sobre ti la atención de todas las bien armadas fuerzas del estado.

Ya fue. Y la mayoría de las casas okupa son historia. Ahora esto. Podría preguntarme, por qué están los anarkos conmemorando el 11 de septiembre, siendo que sin ir más lejos en Cuba se los llevarían presos ya sólo por el hecho de no trabajar y estar fuera del sistema. Pero esa paja se la dejo a un coloquio organizado en por algún chantolín universitario.

Luego del combate de Providencia no me extrañaría que expulsen a unos cuantos cabros de la universidad de marras (que en perspectiva es bastante elitista, si señor), que la propia rectoría contrate guardias de azul de una empresa de represores jubilados y que se instale durante lustros un retén móvil en la entrada de dicha casa de estudios. Tampoco sería raro que un melancólico jovenzuelo termine leyendo a Bakunin en una fría celda de cualquier cárcel de alta seguridad. Y que ahí se convierta más que nadie en un esclavo del Estado.

Entonces me pregunto ¿Es que estos audaces termocéfalos, cuentan con lanzagranadas? ¿O se movilizan en bicicletas blindadas? ¿Acaso compraron misiles antitanque en Ucrania? Si no es el caso, diría que a lo más están tratando de impresionar a una hermosa cuiquita, que tiene mucha rabia porque sus frívolos padres se separaron y no le compraron un pony en la niñez. La misma cuiquita que los va a dejar en un par de años por un aburrido ingeniero comercial o por un artesano hippie armado con una respetable carabina oculta en los pliegues su pantalón estampado de flores. En resumen: la cuiquita saldrá ganando y el anarko sumará a las mujeres a su lista de enemigos de la humanidad.

Anarkos de pacotilla, que actúan sin prever consecuencias, son el último destilado del miserable sistema educacional chileno. Porque hay que ser muy aturdido, poco instruido y alienado para ni siquiera sospecharse que, como dicen los mexicanos, “no hay que ir a la guerra con una resortera”. Aquí hasta el cuate más imberbe lo sabe.

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