Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

26 de Septiembre de 2009

Patricio Bustos, director del Servicio Médico Legal: “No tenemos todo el tiempo del mundo para seguir ubicándolos”

Pablo Vergara
Pablo Vergara
Por


P.V. • FOTO: ALEJANDRO OLIVARES

La campaña del SML “Vives en nosotros” de toma de muestras para hacer un banco de sangre entre familiares de detenidos desaparecidos nace de una urgencia real: aún quedan cuerpos de víctimas de la dictadura por identificar y algunos de sus familiares están inubicables o muy ancianos y próximos a morir. Es la última etapa para cerrar una época de crueldades y es una carrera contra el tiempo. Y ahora sí, la ciencia tendrá la última palabra, pese a los errores de identificación del Patio 29.

______

¿Por qué se hace esta campaña ahora?
-El 2006 tuvimos un remezón institucional por lo vivido en el Patio 29. Y frente a eso, reaccionamos de la única forma razonable que hay para enfrentar los problemas: reconocerlos, superarlos y tomar todas las medidas para que no vuelva a ocurrir.

Ése era el Patio 29. ¿Pero ese error se extendía a otras identificaciones que habían hecho?
-Lo que pasa es que esta deuda histórica implica no sólo al Patio 29, si no todo lo pendiente con la identificación de los desaparecidos. Es un tema que no tiene que ver sólo con la genética y la antropología, sino que con el contexto en que ocurrieron estos hechos. Siempre coloco el ejemplo de un terremoto en el que todas las fuerzas se unen para salvar a los heridos y reconocer a los muertos; y acá hubo todo lo contrario con la operación Retiro de Televisores el año 78: se exhumaron los fallecidos y los desparramaron por desiertos, bosques. Y a otros los tiraron al mar. Y además el tráfico de detenidos entre distintas dictaduras de América Latina… Por supuesto que son elementos que dificultan la tecnología que podamos usar.

¿De cuántas personas sin identificar cabalmente estamos hablando?

-El informe Rettig acredita 1.300 personas desaparecidas y un número similar de ejecutados políticos, pero sin entrega de restos los ejecutados políticos son más o menos unos 200. Y de ese universo de 1.500 víctimas, se ha reconocido aproximadamente un quinto, un cuarto de ellas. ¿Por qué no hay una cifra exacta? Porque hay casos, por ejemplo, de ejecutados políticos que fueron botados a un río, fueron recuperados por sus familias y luego sepultados. Entonces, la familia está segura que ellos son, pero no hay una documentación que lo acredite exactamente.

Este examen, ¿qué grado de fiabilidad tiene? ¿Estamos hablando de certeza definitiva?
-Certeza definitiva porque en las paternidades, que es con examen de sangre, tenemos una certeza de 99,99997. Y en osamentas antiguas, versus sangre, trabajamos con laboratorios extranjeros -porque todavía no estamos acreditados- para hacer examen de osamentas antiguas deterioradas con sangre. Se extrae ADN del hueso y de la sangre y se hacen exámenes y comparación hasta que se adquieren grados de certeza. Lo que pasa es que algunos laboratorios del mundo no han logrado extraer ADN de la osamenta muy pequeña y otros nos han pedido buscar más familiares, porque cuando tenemos una víctima y tenemos al padre y a la madre, estamos listos. Pero si pensamos que los desaparecidos y ejecutados tenían en torno a 30 años promedio, y les sumamos esa edad a sus padres, tenemos que muchos de esos padres están muertos. De las 2 mil muestras de sangre que hemos tomado en Chile hasta ahora, el 33% son mayores de 60 años, por lo tanto no tenemos todo el tiempo del mundo para seguir esperando y ubicarlos. Y los laboratorios nos han pedido que en caso que no encontremos al padre y a la madre, busquemos a los hijos, para lo cual tenemos que certificarlos junto con la esposa, con la viuda, y si no encontramos a los hijos, tenemos que ir a los hermanos, a los tíos, a los primos, nos alejamos en el árbol genealógico vertical. Necesitamos más gente.

¿Qué falló en el Patio 29?
Habría que decir dos cosas. Primero, un insuficiente desarrollo de la genética a nivel mundial, que, por supuesto, tuvo un salto enorme por culpa de las Torres Gemelas. La tecnología de la última década ha sido mucho mayor que hace 20, 30 años. Ahora, además, era un grupo con mucha voluntad, mucha capacidad, pero también muy chico. Y, definitivamente, durante la dictadura obviamente no hubo ningún esfuerzo y desde la recuperación democrática los esfuerzos fueron más lentos de lo que la situación requería. El sentido de tener un banco de sangre de familiares tiene dos esperanzas: que mejore la tecnología y que podamos sacar ADN de esas osamentas; y otra, que hayan nuevos hallazgos, porque a comienzos de 2007 se estaba diciendo que no había nada más que hacer y se encontró Litueche, Paine. Ése es el sentido de lo que estamos haciendo: reconocer las cosas que nos faltan y perfeccionarnos.

¿Potencialmente, en qué fecha podría cerrarse todo este proceso?
-Hay un tema que tiene que ver con la deuda, con la historia. No podemos cerrar la posibilidad que se den nuevos hallazgos. El tiempo que tenemos las tarjetas, las muestras de sangre, dura 15 años, pero además esas muestras las vamos a elaborar con los perfiles genéticos. Nosotros no cerramos este proceso. No es por casualidad que partimos el año 2007 tomando muestras de personas de avanzada edad o pacientes terminales. Y ahí está el caso tremendo de una señora a la que le tomamos la muestra y murió a los dos días.

Notas relacionadas