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Opinión

27 de Septiembre de 2009

Un ejército de guatacas con internet gratis

Pepe Lempira
Pepe Lempira
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POR PEPE LEMPIRA / Desde Sonsonate, El Salvador

Desde que en Chile la guerra no es más que una ilusión de las mentes más perturbadas, los miembros activos y retirados de las fuerzas armadas han debido conformarse con un nuevo campo de batalla. Uno en el que no existe el honor ni se da cuartel, por muy ilusorio que sea el conflicto bélico. Se puede llegar al frente de combate encendiendo un computador del departamento de bienestar de la Fundación Niño y Patria, de la enfermería de Fuerte Baquedano, de una comisaría de Linares o de la oficina de contabilidad de cualquier club de suboficiales en retiro. Estos batallones ávidos han asaltado internet con sus fuerzas de choque, desplegándose en guerrilla en cuanto foro exista, atrincherandose frenta a cuanto medio de comunicación propale información que no les agrade. Sí. Existe un partido de uniforme. Y no es escaso. Sino mucho mayor a cualquier otra colectividad legalmente inscrita en los registros electorales. Basta que muera el jefe para que se vistan de domingo y se transformen en multitud. Yo personalmente los vi alineados sin que ninguna voz de mando tuviera que alzarse. Formados -sin querer- en Avenida La Paz, a la espera del cortejo fúnebre del general Bernales. Haciéndose pasar por ciudadanía agradecida. Suplantando al pueblo. Sólo pacos. Pelo de paco. Cabeza de puñete. Ropa civil con poco uso. Sujetándose los cinturones y sacando barriga. Echando de menos esos arneses que los emparentan con el ganado equino.

En internet actúan igual. Ninguno es militar. Nadie tiene rango ni nombre, solo la sospechosa lealtad del perro que recibe su rancho puntualmente. Si lo duda, espere y lea los comentarios a esta columna. O compare la cantidad de artículos dedicados a temas militares chilenos en Wikipedia y los que versan de literatura, física, química o filatelia. O trate de contar los foros chovinistas en los que se juntan. O revise las opiniones que se postean ante cualquier información que denuncie situaciones castrenses sospechosas. Ahí están. Delatándose siempre en la redacción policial de sus frases, en las muletillas sacadas de la documentación institucional.

Queda claro que en los cuarteles cunden dos plagas: la ociosidad galopante y la adicción a internet. Sin contar la deliberación política solapada y el ánimo de multiplicarse hasta acallar la voz del sentido común, a punta de arengas y sermoneos patrióticos.

Si se hiciera una auditoría del uso del tiempo laboral en las fuerzas militares, los ítems pegarse panzadas en el casino y trollear en internet ocuparían por lo bajo el 90% de las horas de servicio. Pues ya ha pasado el tiempo en que el paco de la esquina sacaba la vuelta conversando con las nanas. Esa imagen del folklore debe ser reemplazada a estas alturas por el uniformado que se multiplica para alcanzar a comentar en Emol, Chilearmas, Razón y Fuerza, El Gran Capitán y The Clinic. Sigan así. Si la SS hubiese tenido internet gratís, seguramente hubiese sido más estúpida y desahogada. Y, absolutamente, menos peligrosa.

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