Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

28 de Septiembre de 2009

Zegers, eres un chismoso de siete suelas

The Clinic
The Clinic
Por


POR BRUNO VIDAL

a Lucila María Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga

Voy directo al grano: la publicación de las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana es una canallada de marca mayor. Pedro Pablo Zegers, el editor, ha procedido a sabiendas, con ensañamiento, con malicia, con impertinencia inexcusable. La propia poeta en esa cartas da a conocer su directriz en materia epistolar: “Nací, porque no me la dieron, con la noción de que una carta es una confidencia, más o menos íntima, a menos de ser un recibo o una cobranza”. Lo que ha hecho Zegers no tiene nombre. Las cartas de la Mistral a Doris Dana son desde luego muy íntimas en el sentido más estricto, son textos extremadamente delicados como para haberlos dados a conocer sin autorización de su dueña. Zegers procedió con sevicia, incurrió en una gravísima falta de respeto; comentando, en una entrevista que le hicieron en El Mercurio, el uso del género gramatical masculino que hace la poeta, se solaza: “Incluso les consulté a los chiquillos del proyecto, ayúdenme a ver si es una ´o` una ´a` ”. Todo esto a raíz de enunciados donde la poeta trata a Doris Dana como si ella fuese su pareja masculina. Por supuesto, Zegers sibilinamente se lava las manos: “Yo el nombre masculino lo endoso a una visión más que sexual, paternal, porque es un sentido protector”.

¿Por qué a Zegers le parece fundamental la publicación de las cartas?

“Porque -según dice en el prólogo del libro Niña errante- la relación de dos mujeres intelectualmente muy avanzadas y avezadas para su época, de una inteligencia, sensibilidad e intuición privilegiadas, se puede pesquisar en todos sus aspectos, diacrónicamente, y en la “carne caliente del asunto”, como diría la propia Gabriela”.

En la entrevista que le hicieron en El Mercurio el domingo 30 de agosto, Zegers señala: “A la misma Doris Atkinson le dije: no pretendo hacer una apología de la sexualidad ni una apología de los grupos marginales, lésbicos u homosexuales. El que quiere leer las cosas de otra manera que las lea y las interprete como quiera y como están. Se van a dar por sí solas, más allá de lo que yo diga. Si al final de cuentas el prólogo no lo lee nadie”.

Zegers, a otro perro con ese hueso, has procedido mal, con pleno conocimiento, de modo artero, no estaba en la voluntad de la poeta dar a conocer públicamente esos contenidos epistolares, por decirlo de una manera la poeta se sentiría pésimo de saber que sus intimidades espirituales salen a la luz pública, al menos sin su consentimiento, se le caería la cara de vergüenza y entraría en estado de pánico y no solo porque en las mentadas cartas se trasluzca su inclinación gay. Zegers, eres un chismoso de siete suelas, eres un carajo, eres un irrespetuoso, un vulgar, un mal nacido. Las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana jamás debieron salir de la intimidad, ni siquiera a pretexto de conocer mejor su obra, en ese sentido no aportan nada, absolutamente nada.

Zegers, has tenido el desparpajo de decir que publicando esas cartas la poeta se convertiría en un ser de carne y hueso, pero ¡qué te has creído, infame! Lisa y llanamente has profanado a un ser humano que no tiene el derecho sagrado de defender su intimidad, has profanado una persona sagrada, a una poeta insigne de nuestras letras: “hombre latino, no respetaste la vida ajena”. Zegers, métete esto en la cabeza: a Gabriela Mistral con este ultraje no le has hecho justicia ni nada parecido, la has denigrado con una edición malévola de sus cartas y con un prólogo cínico y mal intencionado.

Los que somos tortilleras o maracos, cabrón mal parido, sabemos del dolor cuando el ser querido no nos ayuda con las maletas en las catorce estaciones.

No leíste Tala, no leíste Desolación, No leíste Lagar, no leíste los Sonetos de la Muerte. No leíste el infratexto, concha de tu madre.

Notas relacionadas