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Mundo

11 de Noviembre de 2009

La guerra de la belleza

Por

Venezuela y Colombia han llevado las presiones políticas al terreno de los reinados internacionales, donde las estadísticas favorecen al país de Chávez y tienen al de Uribe fabricando misses desde la más tierna infancia.  
 
Por Yeniter Poleo, desde Bogotá / Escuela Móvil de Periodismo Portátil*


 
En el taxi que me lleva a una de las más de 100 escuelas de modelaje que hay en Colombia, el conductor no reprime el comentario sobre la rivalidad por los tronos de belleza que hay entre su país y Venezuela. El hombre chifla: “Siempre decimos que este año sí les ganamos. Pero es que ustedes las venezolanas…”. Es cierto.  Han estado siempre tan cerca.  En 51 años, Colombia ha obtenido el título de Miss Universo una vez, pero lo ha perdido cuatro a último minuto.  En cambio, Venezuela suma cinco de esas reinas. Es tal la frustración por el cociente de virreinatos que, hace ocho años, se hizo una curiosa encuesta en este país sobre cuál frase la gente no quería oír nunca más. Aunque tampoco ganó, estuvo a punto: “La señorita Colombia es una de las favoritas para ser la nueva Miss Universo”. 
Como las telenovelas, ese concurso internacional de belleza está arraigado en la cultura de ambos países, que como vecinos comparten grandes trozos de historia, momentos de unión y por supuesto, reclamaciones limítrofes. Ganar el evento anual (que ahora es propiedad del multimillonario Donald Trump), representa para sus habitantes una de esas pequeñas conquistas que les alegran la vida.  Si se hablara de fútbol, el Miss Universo equivaldría al campeonato mundial.  Argentina ha ganado esa competición una vez, en 1962.
El año pasado el concurso fue distinto. A las apaciguadas tierras de Vietnam, donde se realizó la edición 2008, llegaron inocentes tanto Miss Venezuela como la Señorita Colombia, pero lo hicieron en medio de una fuerte crisis diplomática binacional desatada meses atrás, cuando Álvaro Uribe se quejó de que Hugo Chávez le hablaba a sus generales, y Chávez se molestó porque lo descalificaron como mediador ante las FARC debido a esa “minucia”.  La controversia incluyó retiro de embajadores, cierre de fronteras y, como ninguno de los presidentes quería dirigirse la palabra, aquel encuentro amistoso entre niñas lindas se convirtió en una singular medición de poderío en maquillaje, piernas y peluquería.  Fue así como Chávez y Uribe se robaron el protagonismo en un espacio para el que están negados desde el nacimiento: un concurso de belleza.

Aunque ambas misses eran favoritas, nadie había apostado por verlas juntas en la final, y al suceder, se acentuó la tensión. Cuando el veredicto estaba a punto de ser pronunciado, ya nadie pensaba en quién sería la ganadora sino en cuál jefe de Estado vencería indirectamente en la contienda. Minutos más tarde, Venezuela se alzó con su quinta corona y dejó otra vez desilusionados a sus vecinos de Colombia. Al saberlo, Chávez gritó a los cuatro vientos que se comprobaba una vez más como su revolución seguía “avanzando por América”; por su parte, Uribe mandó una cartica muy sobria felicitando a su compatriota y haciendo extensivo su saludo a la venezolana. 
El taxista estaciona. Cuando mira el letrero de la agencia de modelaje a la que me dirijo apunta que falta poco para que nuevamente las reinas de nuestros países se midan los tacones en el Miss Universo 2009. También tiene razón. Y también la película está repetida: ambos presidentes están peleados otra vez, en esta ocasión porque a Chávez no le gustan las bases militares yanquis en territorio colombiano, y a Uribe le pone de mal genio que Chávez no explique por qué la guerrilla tenía armas compradas por Venezuela.  Desde el 29 de julio el embajador venezolano está visitando familia en Caracas.   
El concurso de este año, que será en Bahamas, también se tiñó con los conflictos de la política. Como en 2008, ya no serán las muchachas quienes se disputen la coqueta corona, sino otras rivales, la revolución bolivariana o la seguridad democrática.  Pero esta vez ocurrirá -como diría una miss- una paradoja del destino: Billy, el sobrino de George W. Bush, será el animador del evento. 
 
-o- 

Entro a la sede de Colombia Model´s Agency, que está a dos fachadas de la  Iglesia Gnóstica Cristiana.  Es una casa de estilo inglés, vieja como la mayoría de las que hay en Teusaquillo, un barrio arbolado venido a menos luego de ser modelo de glamour en los años 30.  Apenas se cruza el umbral de este mundo rosa, lo primero que sobresale es su casi milimétrica combinación en blanco y negro.   De hecho, al fondo hay un pequeño escenario en esos tonos. Mientras espero por Mauricio Souza, fundador y director de la escuela, cuento 70 fotografías, esas sí a todo color, que narran desde la pared una historia de pequeñas reinas con manito en la cintura y sonrisa remarcada a base de pintura de labios, colorete en las mejillas y ojos delineados desde los cuatro años de edad.  Souza está listo;  parece combinado con la silla de cuero, negra como su camisa, que se equilibra cromáticamente con el impoluto blanco de su dentadura perfecta. “No sé hacer nada más”, repite mientras gira sin parar su Blackberry sobre la mesa. “Llevo 15 años en el medio, siete con la escuela; esto es lo que sé hacer, preparar niñas, preparar modelos, preparar reinas”. Dice que su empresa es seria, que firma contrato con los padres, les retribuye con el vestuario y calzado que las niñas usan en los desfiles, y cuando hay dinero, paga un porcentaje. Cobra 25 dólares por matrícula anual, 50 dólares como cuota mensual, y tiene un grupo más o menos constante de 90 niñas (entre cuatro y 16 años de edad).  En total, con las que entran y salen, suma unas 400 al año.

Pese  al prestigio de Venezuela como fabricante de reinas de belleza, es en Colombia donde hay una genuina devoción por elegir siempre a la más bonita. La lista es tan extensa que se pierde la cuenta: Reinado de la Panela, del Arroz, del Carnaval de Barranquilla, del Bambuco, del Café, del Mar, del Coco, además del Reinado Nacional de Belleza, que se celebra desde 1932. En cambio, en mi país el único que merece atención es el Miss Venezuela, que se realiza desde 1952, cuyas candidatas elige con sólo mirar el infalible presidente de la organización, Osmel Sousa. 
Detrás del sueño de cada niña, está el ímpetu de una madre, por supuesto. Al observar abajo la mini tarima, es fácil imaginar el local un sábado cualquiera con las madres zarandeando con falditas, zapaticos y ganchitos en mano, mientras las hijas practican juiciosas sus clases de cómo se sienta una señorita, cómo debe comer, qué es lo correcto que debe decir, maquíllese aquí o camine así. ¿No será que las madres quisieron ser reinas? infiero y Souza revela: “Yo creo que 90% de las mamás tienen sus sueños frustrados.  Lo he comprobado miles de veces, como ellas no pudieron, ¿qué mejor que sus hijas lo logren?”.  Suena su Blackberry.  Detrás suyo se ve a Souza en fotos de familia, mujer, hija e hijo pequeños.  Apenas cuelga le pregunto si su niña hace modelaje.  “No…”, responde con una tosecita.  Tal vez no será ella la futura Señorita Colombia cuyo peso en silicona devuelva la fe a su gente en los pronósticos de triunfo para el Miss Universo. Quizás ya para entonces nadie recuerde que hubo dos feos presidentes que midieron fuerzas en ese concurso de belleza.

*La Escuela Móvil de Periodismo Portatil es un proyecto encabezado por el periodista Juan Pablo Meneses. A partir de hoy, theclinic.cl comienza a publicar periódicamente los trabajos de sus cosmopilitas colaboradores. Si quieres más información acerca de esta iniciativa, haz click acá

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