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Opinión

24 de Noviembre de 2009

Profesor de religión homosexual comenta dichos de Goic

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Por Un Cristiano

Junto con saludarles y reconocer el interés que generalmente me provoca el trabajo periodístico y el tipo de humor con el que abordan o llaman nuestra atención como sociedad, me he atrevido a escribirles a propósito de la situación generada por las declaraciones de un pastor de mi Iglesia, Monseñor Alejandro Goic, y la respuesta que el senador DC Jorge Pizarro le dio a éste. Mäs allá de las gárgaras con las que algunos presidenciables hacen con el tema de la homosexualidad, quiero hablar de sobre mis pastores.
Y digo “mis pastores” porque soy católico, profesor de religión y homosexual. Por razones que no detallaré, me veo en la obligación de no revelar mi identidad… cosa que en cierta forma me avergüenza, pero qué le voy a hacer si tengo que comer, vivir, pagar cuentas y aportar desde aquello que creo y en aquello que me apasiona.
Si hay algo que me movilizó interiormente para ser profesor de religión, fue el testimonio de muchos hombres y mujeres, laicos o religiosos, curas o monjas, que me mostraron un mensaje que se basaba en un Hombre que no hizo exclusiones, que fue contado entre las minorías, que se acercó al marginado moral, social y religioso de su tiempo: Jesús. En su nombre y basado sólo en mi experiencia, quiero pedir perdón a todos los homosexuales y lesbianas que siguen escuchando cómo la Iglesia les niega identidad, dignidad, derechos y existencia. Pido perdón por esa Iglesia a la que pertenezco y que me obliga a vivir “callado” en una de mis dimensiones tan humanas y válidas como lo es mi afectividad y sexualidad. Perdón por esos obispos que no han sabido encarnar el Evangelio, “La Buena Noticia” que consiste en que Dios se nos acercó como Pobre y Marginal en su Hijo Jesucristo.
Goic y otros pastores emblemáticos de nuestra Iglesia, supieron en algún momento encarnar esa verdad, colocándose del lado de personas que representaban una línea de pensamiento absolutamente distinto de ellos. Me refiero al tiempo de la Dictadura. Se colocaron del lado de hombres y mujeres perseguidos por pensar distinto del resto. De una minoría de éste país en términos políticos. Hoy, esos mismos pastores, son incapaces de colocarse del lado de hombres y mujeres que expresan su afectividad y sexualidad de manera distinta.
Acá no se trata de un asunto de reproducir el patrón de “Adán y Eva”. El Ser Humano es una pluralidad de opciones, expresiones, miradas y experiencias que no se acotan a un solo modelo. Los Gays seguimos siendo Hombres y las Lesbianas seguimos siendo Mujeres… nuestra manera de amar es diferente, pero no por ello anti-natura o enferma. Si fuera por eso, ni homosexuales ni curas son fieles al patrón inicial, porque nosotros amamos “al igual” y ellos no se multiplican… o si lo hacen, es a escondidas. Muy bien amparado bajo las sotanas de sus cardenales u obispos que los ocultan antes que ocurra el escándalo.
Pido perdón por aquellos sacerdotes, obispos, religiosos y religiosas que se callan, que no hablan, que no denuncian. Perdón por aquellos que teniendo un ambón para hablar con palabras de compasión y de justicia, se dedican a indicar con el dedo a sus hermanos más débiles. Perdón por aquellos jerarcas que con tal de hacer carrera, viven su homosexualidad callados, escondidos, abusando de inocentes, comprando el silencio de sus víctimas con ropa, con plata o con estudios. Perdón por aquellos que les es más fácil esconder su homosexualidad tras una estola o una toca, que enfrentarse a ellos mismos y ser compasivos y empáticos con miles de hermanos suyos que viven día a día la discriminación, el insulto, la reprobación. ¡Que mala Madre es esta Iglesia! A algunos (una minoría de elite), los esconde y a otros (una inmensa mayoría silenciosa), nos abofetea. No es cuestión numérica, Monseñor Goic… es cuestión de corazón, de ser valiente de vivir lo propuesto en el mensaje de Jesucristo. Sea más valiente y diga que le molestan los homosexulaes, que en la Iglesia estamos llenos de curas, monjas, laicos, obispos, cardenales… y que si ahora se les legaliza, creo que le bajarían más aún las vocaciones.
Pido perdón por mi cobardía… que tal vez es lo que me toca. Pero no hay día, no hay clase, no hay instancia en donde les enseño a mis niños que todo ser humano es digno de respeto, que Jesús se acercó a todos, que la conversión no es desde las normas sino desde el amor, desde el respeto, desde la compasión. No dejo de enseñar lo que en definitiva se transforma en mi única razón para permanecer acá: que Dios es Padre y Madre, que no hace distinción de personas y que sus privilegiados siempre serán sus marginados… cosa que algunos Pastores se han esforzado en perpetuar y mantener.

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