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LA CALLE

11 de Diciembre de 2009

Cortar el tránsito

Por

Por Alvaro Díaz

¿Habrá ganado ayer algún simpatizante Sebastián Piñera? Qué sentido tiene enfrascar a Santiago en un taco insoportable bajo el inclemente calor de diciembre con el único fin de satisfacer el capricho de cerrar su campaña electoral en el centro. A las 7 de la tarde -hora en que pasé por el lugar- había poca gente frente al Diego Portales, pero sí mucha tratando de llegar a sus casas, tocando la bocina y puteando contra el imbécil que se le ocurrió autorizar la concentración y, principalmente, contra el otro imbécil que se le ocurrió hacerla allí. La mayoría de los 10 mil asistentes que al final llegaron a la cita eran acarreados, y pudieron haber ido a cualquier parte, la elipse del parque O´Higgins por ejemplo, y nadie se habría enterado. Pero no, había que arruinarle el día a miles de santiaguinos, como si ya no fuera suficiente ruina el desbande de carteles horrorosos y niños mal pagados con banderas que cubren la ciudad en el período pre-electoral. Pablo Longueira justificó realizar el acto en la Alameda diciendo que Bachelet y Lagos también terminaron en ese lugar sus campañas. ¡A la mierda! Nunca más un acto en mitad de la semana que paralice la capital el día completo. De nadie. El domingo cerremos pistas para trotar, instalar ferias y andar en bicicleta. El resto el tiempo olvídense. De repente de noche, cuando alguien gana algo, que se arme una improvisada celebración en la Plaza Italia vaya y pase, o que fruto de alguna injusticia evidente la gente salga a manifestar su descontento y se tome la calle. Pero que sea una expresión honesta y sobre todo espontánea de alegría o enojo, de fervor popular. No la fiesta artificial de un cretino que tiene toda la plata del mundo y quiere ser presidente para saber que siente haber probado todos los sabores del poder.

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