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Opinión

13 de Marzo de 2010

El caso Monserrat Nicolás / Patricio Navia

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Por Luis Molina Vega / Ex-precandidato presidencial

Hay una historia no contada que creo justo sacar a luz. Primero la escuché entre tuiteos, conversas y comentarios solitarios de esos blogs buenísimos que poco se leen. Yo pasé el terremoto en Tomé y no tuve contacto con el resto del mundo hasta unos cinco días después, así que para cerciorarme de lo que escuchaba, viajé al pasado en twitter reviviendo la catástrofe en ciento cuarenta caracteres… y allí estaban los hechos. Monserrat Nicolás, bloguera incansable y punzante, ex-colaboradora hiperactiva de Marco Enríquez-Ominami -tanto que tuve que dejar de seguirla en twitter-, le dio una verdadera
lección a Patricio Navia; más que eso, esta mujer pudo haber salvado más de una vida con su insistencia en el aviso de tsunami el veintisiete de febrero, recién ocurrido el terremoto. Patricio Navia, quien viene de mal en peor con su papel de líder de opinión, incluso la llamó a “no desinformar”.
¿Cuál fue la diferencia entre ambos aquella madrugada? Monserrat Nicolás repitió, a las 3:58 am, el llamado que hizo @nedíaz, otro perspicaz tuitero, alertando de un posible tsunami basado en información del NOAA, organismo internacional que se dedica a detectar terremotos y maremotos; y no sólo eso, una vez que el gobierno negó la posibilidad de tsunami, ella, con la información que tenía, se dio cuenta de que estaban en un error. Está lleno de tuiteos que emitió desde las 4:02 am,
media hora de ocurrido el terremoto, manteniéndose firme con la información que continuaba entregando el NOAA. También se dio tiempo para explicar: “la alerta tsunami es una alerta, un tsunami son varias olas y la primera no necesariamente es la más grande”, como intuyendo el error de interpretación del SHOA y la Onemi. Más aún, logró comunicarse con otras personas que le informaban de los daños desde Chile (ella estaba en Estados Unidos); informó sobre recogidas de mar, olas que entraban en sectores costeros y lo que ocurría en la misma base naval de Talcahuano: “me importa nada lo que digan desde el gobierno o FFAA de Chile si ni pueden informar cómo está Talcahuano y
Conce”, razonó certera.
Patricio Navia hizo todo lo contrario. No desconfió de lo que señalaba el gobierno. Y aún teniendo la información del NOAA dio fe a Rosende y Bachelet. Incluso, Miguel Paz, periodista destacado de El Mostrador, le creyó más a Navia que a Monserrat Nicolás, y también le llamó la atención, instándola a ser responsable y no generar pánico; luego Paz reconocería su error. Pero lo de Navia fue más allá de creer a ciegas en el gobierno, interpretó equivocadamente la información del comunicado del NOAA y siguió minimizando la situación de alerta. “Se supone que un profesor adjunto de New York University sabe leer boletines en inglés, no sigas”, le espetó Monserrat. Pero Navia solamente notaría su falta la noche siguiente, pidiendo explicaciones al gobierno por el error que ʻellosʼ cometieron…
No sé si Monserrat Nicolás es periodista, pero sé que en esta oportunidad se convirtió en un ejemplo para el periodismo. Esa desconfianza fundada que uno espera de muchos, incluyendo líderes de opinión, la mostró a cabalidad. Su llamado se basaba en un organismo internacional, una fuente confiable y con experiencia, complementó con información que recibía de lugares donde se desarrollaba la catástrofe y no perdió de vista que éste no era un terremotito, era un sismo de ocho coma ocho grados Richter.
El periodismo también requiere de un balance de su actuación en esta catástrofe, lo mismo los comunicadores, aquellos que opinan en los diarios nacionales, en las cadenas radios, la televisión, o aquellos que son seguidos por miles de personas en las redes sociales. Esto es muy serio, pues en no pocas ocasiones no sólo estamos hablando de influir ʻenʼ las personas, sino también en su vida misma.

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