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Poder

30 de Marzo de 2010

¿Qué es lo que Ratzinger llama “habladurías”?

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THE CLINIC PRESS
Esta Semana Santa una profunda crisis política (ética, si prefiere) atraviesa los salones de El Vaticano. Los principales periódicos y medios de comunicación del mundo apuntan sus dardos a Joseph Ratzinger, el papa católico, ante las montañas de evidencia que lo involucran en históricos casos de encubrimiento de la pedofilia. La prensa internacional aporta las instrucciones que dio a los obispos norteamericanos. El New York Times, los traslados que ordenó siendo él mismo arzobispo de Münich, que alejaron a un culpable de su responsabilidad y los pusieron de nuevo en situación de reincidir en los abusos, como efectivamente ocurrió.

Los titulares son elocuentes: “El guardián del Vaticano en problemas”, dice la BBC; “Los abusos cercan al Vaticano”, señala El País; “El Papa paralizó el proceso contra un cura que abusó de 200 niños”, informa El Periódico de Catalunya.

Esta Semana Santa se exige que el dignatario, que declara ser infalible, asuma de una vez su propia responsabilidad. Y el mismo papa acusa el golpe, haciendo algo que es en extremo poco habitual en el boato vaticano: Se defiende en público de los ataques. Al papa se le critica desde siempre, pero rara vez da señales de enterarse. Pero ahora rezonga y le echa la culpa a prensa. Dice que no lo afectarán las “habladurías”, y repite condenas y lamentos por la pedofilia reiterada de sus sacerdotes.

Las voces que se alzan exigiendo que Ratzinger deje de ampararse en su fuero, son especialmente escuchadas en Europa. El 86% de los alemanes opina que la jerarquía católica no ha hecho lo suficiente por aclarar los graves sucesos. Y diversas fuentes ya hacen notar una notoria merma en las antiguas multitudes que antaño llegaban a la plaza de San Pedro, en tiempos de Juan Pablo II.

A manera de ejemplo del tono de las críticas, una breve cita de un escrito del teólogo Hans Küng, publicado por El País de España:

“¿No debería sobre todo el Papa Benedicto XVI asumir su responsabilidad en lugar de quejarse de una campaña contra su persona? Nunca nadie perteneciente a la Iglesia tuvo tantos casos de abuso sobre su escritorio como él. Como recordatorio:
– Ocho años como catedrático de Teología en Regensburgo: debido a su estrecho vínculo con el director de la orquesta de la catedral, su hermano Georg, estaba perfectamente informado sobre los sucesos en el Regensburger Domspatzen (el coro de la catedral de Regensburgo). No se trata en estos momentos de las, lamentablemente, habituales bofetadas de aquella época, sino posiblemente de delitos sexuales.
– Cinco años como arzobispo de Múnich: acaban de conocerse nuevos abusos por parte de un sacerdote y delincuente sexual trasladado durante el obispado de Ratzinger. Su leal vicario general de entonces, mi compañero de estudios Gerhard Gruber, asumió toda la responsabilidad, pero no consiguió apenas exonerar al arzobispo, también administrativamente responsable.
– Veinticuatro años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: es aquí donde bajo absoluto secreto (Secretum pontificium) todos los delitos sexuales de clérigos fueron y son registrados e investigados. En su carta del 18 de mayo del 2001 sobre los “graves delitos” dirigida a todos los obispos, Ratzinger volvió a ligar los casos de abuso al secreto papal cuya vulneración se pena con el castigo eclesiástico.
– Cinco años como Papa sin hacer nada respecto a esta siniestra práctica.
Una respuesta seria reclamaría que el hombre que desde hace décadas tiene la responsabilidad del encubrimiento mundial, justamente Joseph Ratzinger, pronunciara su propio mea culpa. Tal y como lo exigió el 14 de marzo de 2010 el obispo de Limburgo Tebartz-van Elst en un discurso por radio a todos los creyentes: ‘Porque una indignante injusticia no puede ser encubierta ni aceptada necesitamos una inversión que dé lugar a la verdad. Inversión y penitencia tienen su comienzo en el pronunciamiento de la culpa, el ejercicio y la apreciación del arrepentimiento, la asunción de la responsabilidad y la oportunidad de un nuevo comienzo‘ “.

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