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Nacional

3 de Abril de 2010

Entrevista a Bachelet (3): Piñera y las platas

Verónica Torres
Verónica Torres
Por

POR PATRICIO FERNANDEZ Y VERÓNICA TORRES
• FOTOS: ALEJANDRO OLIVARES
(Continuación)

La derecha dice que se excedió en las platas. Evelyn Matthei habló de un aumento del gasto fiscal del 18% y Piñera, en febrero, dijo que había un déficit de US$ 7.200 millones. ¿Es cierto
El año pasado gastamos todo lo que nos permitió el Parlamento. Fue todo con leyes de la República, porque establecimos el plan de estímulo fiscal. Me llama la atención que hoy alguien se pueda sentir sorprendido de algo que fue “el” tema durante el año y medio que duró la crisis internacional y su impacto en Chile. Fue valorado por todos, porque justamente logramos empezar la reactivación del país, ir disminuyendo la cesantía, etc. Entonces, no entiendo la reacción ante algo sumamente conocido. Y lo segundo y que no es efectivo de acuerdo a la información que tengo, es que entre enero y febrero se haya gastado más de lo que se gastó en años anteriores. Consulté esto, porque me ha llamado la atención. El primer trimestre no está ni siquiera ahora cerrado. Lo único que hay es el gasto enero y febrero, y en el mes de enero, si no me equivoco, el gasto fue de un 7%, menos incluso al 8% del año pasado. Entonces, la verdad no sé qué cuentas están sacando.

¿Cree que la derecha que llega ahora al poder es muy distinta a la que gobernó en tiempos de Pinochet? ¿La ve muy cambiada, tal como se nos ha querido contar?
En mi experiencia como Presidenta o como ministra, he podido trabajar con gente de la derecha, personas democráticas genuinamente. Personas que, imagino, se calificarán algunos de liberales, de una perspectiva amplia, personas que han tenido la mejor voluntad para contribuir cuando yo era gobierno, y también personas que más bien recuerdan a la antigua derecha, que es la que creo que este país no necesita.

¿En qué piensa cuando habla de “la antigua derecha”?
En la Teoría del Desalojo, por ejemplo. Pienso en aquellos que creen que pueden imponerle un tipo de vida y un tipo de valor a la sociedad. Por ejemplo, la píldora del día después. O sea, gente que en la práctica piensa que los derechos de las personas no son concebidos como derechos, realmente, y sienten que una autoridad como un alcalde o una alcaldesa puede tomar la decisión en algo donde existen las condiciones para que la gente tenga acceso. Y no al revés, enfrentar todas las alternativas para que las mujeres puedan tomar las mejores decisiones en función de su realidad, de sus principios y sus valores. Esa derecha que uno ve prejuiciosa…

¿Clasista a veces?
Estaba pensando una palabra para aquello… Mmmmm… Creo que mi gobierno, uno de los resultados que va a tener o que ha tenido, es que, difícilmente, alguien en una empresa se va a atrever a decir mañana: “No la vamos a contratar porque es mujer”. Hubo un cambio cultural en eso. Difícilmente, alguien se va atrever a decir que es clasista. En este país hemos progresado también en la idea de que hay ciertos valores democráticos, y que si alguien no los tuviera no lo confesaría tampoco. ¿Pero sabe qué creo? Que tal vez uno echa de menos una representación más amplia del Chile que somos. No tengo ningún prejuicio de dónde las personas hayan estudiado o trabajado, pero el ideal es que ese 53% que votó por Piñera esté debidamente representado en su gobierno y también el restante, porque un gobierno tiene que gobernar para todos los chilenos.

Con la derecha en el poder, ¿a qué retrocesos le teme?
Por ejemplo, creo que Chile es un país que tiene una situación financiera internacional suficientemente potente como para poder pedir créditos en muy buenas condiciones, para poder llevar adelante la reconstrucción, y no necesita, como leí en el diario, privatizar las empresas estatales que están funcionando bien. Esas son situaciones en las cuales habrá que estar muy alertas. El terremoto no puede ser una excusa para explicar cualquier cosa. El terremoto es una tragedia y sé que el gobierno de Sebastián Piñera tiene una tarea compleja por delante, y por eso he dicho que vamos a tener la mejor voluntad para apoyar en todo aquello que vaya en bien de la gente. Pero no puede ser excusa para un conjunto de otras cosas.

¿Qué le han parecido los nombramientos de Piñera?
En términos de la calidad de los nombramientos, hay que dejar que el tiempo demuestre si eran las personas más competentes o no. No me cabe la menor duda que son personas que tienen calificaciones determinadas, no sé cuánta experiencia en el sector público, probablemente escasa, pero hay que darle tiempo a que puedan demostrar sus competencias y sus capacidades.

¿Qué le parece el caso del gobernador del Biobío y de la lista de muertos con nombres repetidos? Eso no habla mucho de eficiencia.
Desconozco las razones que llevaron a Sebastián Piñera a nombrar a un gobernador que estaba involucrado en algunas situaciones irregulares. Yo lo aconsejé, cuando conversé con él, que cuando uno tiene que nombrar autoridades en regiones, uno no tiene toda la información a la mano y, generalmente, debe creer en lo que le señalan otros. Y le dije además que mi experiencia me había demostrado que era muy bueno antes de nombrar a alguien, buscar todos los antecedentes administrativos, legales, y que incluso en Google, ja, ja, ja, uno podía encontrar información pertinente. Desconozco en este caso específico qué fue lo que pasó, pero como a mí me importa mi país, en su momento hice las recomendaciones y sugerencias a partir de aquellas cosas que a uno no le habían salido bien, porque a lo mejor no había tomado en consideración elementos de esa naturaleza.

¿Dónde fue esa reunión?
Fue una reunión que tuvimos aquí los dos.

¿Y de paso le sugirió que vendiera LAN lo antes posible?
No hablamos del tema específico. Sin embargo, quiero decir que siempre he tenido una sola línea en este contexto, y es que creo indispensable separar los negocios de la política. Esencial. Y como el Presidente señaló su intención de hacerlo, él tendrá que explicarle al país por qué esto no ha podido ser concretado hasta ahora.

LA DERROTA

¿Cómo es que un gobierno que termina con la más alta popularidad de la historia de Chile no le hereda el respaldo a un candidato de su coalición?
Ricardo Lagos tenía 60% y yo saqué en primera vuelta 46,50%. Le diría, entonces, que no existe una transferencia mecánica.

El candidato presidencial podría haber sido más de las nuevas generaciones, ¿no le parece? Sin por eso condenar al que haya sido, pero no acompañaba el ritmo de la historia.
Mi impresión, y lo he dicho muchas veces, y me imagino que más de alguno se molesta por este juicio, es que no todos en la Concertación supieron leer lo que mi candidatura representaba y lo que la gente buscaba al apoyarme como Presidenta de la República. Al haber leído eso, sin duda, habría habido más opciones de posibles candidatos.

¿Qué fue lo que no vieron para tenerlo claro en la otra vuelta?
Liderazgo cercano, genuino, y aquí no estoy calificando a nadie que no lo esté haciendo. Estoy diciendo lo que desde mí óptica la gente vio en mí, y siguió viendo al cabo de los cuatro años. Y esto exige de verdad, por eso, creo que la reflexión de la Concertación es central, de los partidos y también de aquellos que de alguna manera están vinculados o se alejaron por distintas críticas a la manera de hacer las cosas. Volver a hacer patente ante la gente el sentido más profundo de la política, que es el de transformar el mundo, es esencial en los liderazgos que pueden surgir y en los liderazgos que hoy existen. Que reaparezcan los sueños colectivos, y no ocurra como muchas veces que lo individual es lo que aparece con más fuerza. Creo que ese es un desafío no sólo de la Concertación sino que de todas las fuerzas políticas.

A los que le echan la responsabilidad en la derrota, ¿qué les diría?
En una derrota electoral todos podemos y debemos hacernos la autocrítica necesaria; y yo he hecho un análisis y mi apuesta siempre fue que mi aporte como Presidenta era hacer el mejor gobierno posible. Cumplirle a la gente, porque eso significaba reivindicar la política y lograr que volvieran a confiar en que había una política que cumplía, que no eran palabras de una campaña electoral que se las llevaba el viento. Mi apuesta no fue hacer la tarea que les competía a los partidos y que les compete, sino hacer la tarea que compete al liderazgo presidencial. Si hay otros elementos que pueden ser criticables, no tengo ninguna dificultad para considerarlos y mirar si así fue o no. Sin embargo, lo que lamento cuando se busca culpables, es que muchas veces aquello está acompañado de no mirarse para adentro, de no decir en qué fallamos; en qué momento dejamos de representar lo que éramos ante la gente. Los logros de la Concertación han sido extraordinarios, de verdad le cambiamos la vida a la gente, pero, evidentemente, la última elección significó que una parte de la población chilena rechazó una manera de hacer las cosas de algunos sectores políticos, y esa es la discusión que hay que hacer hoy día: en qué momento la gente dejó de creer que ésta era la mejor opción.

¿En qué cosas cree la Concertación, que no cree la derecha? ¿Dónde se podrían producir las diferencias a la hora de organizar la reconstrucción?
Recién ahora la Concertación va a iniciar un debate más profundo, más estratégico, porque no coincido con lo que han señalado que ya terminó la emergencia. Van pasar tres o cuatro meses hasta que termine la emergencia y ahora sobreviene la segunda etapa más grave, viene el invierno y la gente todavía está en carpa, tiene algunos elementos, pero aún no se resuelven lugares para vivir. Segundo, se están haciendo los análisis y planteamientos sobre qué tipo de país vamos a reconstruir; y yo he escuchado frases súper generales y estamos todos de acuerdo en que tiene que ser mejor que el anterior. Pero ¿de qué estamos hablando? Y aquí quiero hablar del tipo de abordaje al que yo he llamado “reconstrucción humana”. Y que es, que cualquier reconstrucción tiene que hacerse con la gente. La gente tiene que ser partícipe del proceso de reconstrucción. No sólo para reconstruir lo material sino que también lo emocional, que es fuertísimo.

¿A qué se refiere?
La gente está aterrada. Algunos tuvieron una pérdida de seres queridos, pérdidas materiales de lo construido durante toda su vida. Hay mucha gente que está deprimida y se sabe, perfectamente, que después de una tragedia de esta naturaleza viene todo un efecto postraumático, que viene como a los dos meses. La experiencia que existe de una serie de terremotos anteriores es que para salir adelante, no sólo para levantar una casa, sino que para levantarse como país y como personas- para “resignificarse” dicen los siquiatras- es que uno tiene que ser parte de ese proceso. Es distinto desde el punto de vista social, terapéutico, y además desde el empoderamiento de los ciudadanos, el que ellos sean parte de las respuestas. Yo no he visto eso hasta ahora y no quiero ser prejuiciosa, pero es de lo que uno intuye, de lo que lee, del tipo de discusión que está existiendo, y por otro lado, de cómo se entiende la relación con la ciudadanía. El mejor ejemplo es lo que les sucede a las ex delegadas presidenciales de mi gobierno, con quienes me reuní hace unos días, y me contaban que aún reciben llamados y siguen visitando las zonas afectadas porque la gente necesita dialogar y ser parte de las soluciones.

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