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Poder

6 de Abril de 2010

El asalto del Opus Dei al Arzobispado de Santiago

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Por Jaime Escobar / editor de Reflexión y Liberación (*)
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Transcendidos desde Roma indican que los sectores conservadores de la Iglesia de Santiago están expectantes ante el inminente anuncio del nuevo Arzobispo. Tanto, que organizaciones como el Opus Dei y Legionarios se aprestan a tener una praxis relevante e influyente en diversas áreas en este año del Bicentenario en Chile.

Todos sabemos que pronto vendrá desde Roma el nombramiento del nuevo Arzobispo de Santiago. Hace casi dos años presentó su renuncia, como lo establece el Código de Derecho Canónico, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa al cumplir sus 75 años.

Como era de esperar, en todo este largo tiempo se han producido topo tipo de comentarios y no pocas especulaciones sobre quién será el sucesor en la principal arquidiócesis del país. Algunos especialistas en el tema han planteado que es casi imposible que la Santa Sede nombre a un obispo de fuerte cuño conservador, como sería el caso del titular del obispado de San Bernardo. Otros, se inclinan por el nombre de un obispo que no produzca alteraciones a la diócesis que tiene una historia de compromiso con el mundo social y de los derechos humanos, antes y después de la transición.

Observadores atentos, sin embargo, advierten ahora ad portas de que se conozca el nombre del nuevo Arzobispo, que el escenario político actual y la tendencia vaticana de los últimos meses es nombrar a obispos que tengan un irrenunciable compromiso con los temas morales que defiende a ultranza la curia romana y, que sean probados pastores con capacidad de contener, efectivamente, los avances y excesos del histórico Concilio Vaticano II. Para una mejor comprensión de esta estrategia es importante ver los recientes nombramientos en Brasil, Bruselas, Asturias y el país Vasco.

Ante tales nombramientos nos parece oportuna una palabra más de fondo sobre los contenidos y procedimientos del proceso de designación de un nuevo obispo de la Iglesia Católica. Lo primero, indicar con claridad que Jesús nunca designó a obispo alguno. Tampoco Jesús eligió a los “doce apóstoles” para dirigir las primeras Comunidades y, que la teoría de que los obispos son “sucesores de los apóstoles” es de Ireneo de Lyon en el ocaso del siglo II. En ningún caso de Jesús de Nazareth.

Por lo tanto, el obispo de Roma al nombrar nuevos obispos ejerce un poder vertical que la Curia conserva en medio de un estricto secretismo y clandestinidad, así lo demuestra el nombramiento de los más de 5.000 obispos alrededor de todo el mundo que le deben fidelidad a la teología particular del Papa y a la estricta vigilancia de los nuncios locales. Los católicos, en especial los laicos, no hemos de olvidar la enseñanza de de san Cipriano en el s. III: “Ningún obispo ha de ser impuesto…”.

Volviendo a la coyuntura de Chile es evidente que el triunfo del candidato de la derecha y hombre de negocios, Sebastián Piñera, que en marzo próximo será investido como Presidente de la República, recrea un propicio escenario social político muy favorable al nombramiento de un obispo cercano a las tendencias conservadoras y en plena fidelidad a lo que el integrismo entiende por “defensa de la vida”. Dicha postura se ve respaldada cuando, recientemente, el Papa Benedicto alertó a un grupo de obispos brasileños sobre los “peligros de la teología de la liberación” al recordar en el Palacio Apostólico el 25º aniversario de la instrucción “Libertatis nuntius”.

Ahora, y siguiendo la enseñanza de Jesús que dijo: “Que vuestro lenguaje sea sí cuando es sí y no cuando es no”, nos parece justo y oportuno decir, junto a no pocos laicos y personal consagrado, que la Iglesia de Santiago se merece un obispo fiel a lo que ha sido su tradición desde hace muchos años. Es decir, que venga un Pastor abierto al diálogo, sensible al drama de la pobreza, que no excomulge ni persiga a nadie, que acepte la sana diversidad que de hecho existe en nuestra Iglesia, que prevalezca la comprensión antes del castigo, que acoja y no oprima…

Chile en el año del Bicentenario e iniciando una nueva fase en su alta dirección política, necesita más que nunca cristianos comprometidos, seriamente, con la justicia social y la solidaridad con los que más sufren. Ese es el camino correcto para la consecución del Bien común. Por lo tanto, sería un grave retroceso y motivo de escándalo que llegue al sillón Arzobispal un obispo más fiel al proyecto teológico y eclesial romano que a lo quiere y necesita el Pueblo de Dios: fidelidad total a Jesús del Pesebre, a los más pobres y a los sufrientes sin distingos de ninguna especie.

Hacemos votos para que venga un obispo rodeado sólo del Evangelio de Jesús y distante del poder y boato que nada tienen que ver con la hermosura de la Palabra. Que como Pablo, Pedro, Cipriano, Esteban, Ambrosio o Francisco, venga libre y más que autoridad demuestre razón, palabra, diálogo y acogida a todos. Como cristianos y personas de buena voluntad queremos un obispo que venga como hermano…
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* El presente artículo, que fue publicado en febrero pasado por Reflexión y Liberación, se reproduce bajo la licencia Creative Commons. Su título original, único cambio introducido en la publicación, era “Conservadores tras el cargo de arzobispo de Santiago”.

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