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Nacional

9 de Abril de 2010

Hidroaysén recluta a Daniel Fernández: Aunque se vista de seda…

Por

Por Dr. Hernán Sandoval
Miembro del Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena.
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La mona, mona queda, también las de circo, con cinta de seda al cuello, aunque cambien de amansador, siguen siendo monas.

Daniel Fernández (en la foto), exitoso gestor de empresas públicas en el Metro, ENAP y TVN, va a cambiarle la cara al proyecto HidroAysén, hasta ahora incapaz de mostrar un estudio de impacto ambiental que permita subsanar sus insanablemente nocivos impactos. Se pretende represar los ríos de la Patagonia, el Baker y el Pascua, para generar energía eléctrica. El fin invocado es el interés nacional y la necesidad de evitar las emisiones de carbono. No es la única manera de generar electricidad, pero esta es una que acumula desventajas.

Si se construyera habría que transmitir la corriente por más de 2200 km., de Cochrane hasta Santiago, mediante la línea de transmisión más larga del mundo, que transportaría más de 500 mil voltios de corriente continua. No es, como se dijo a raíz del apagón, un respaldo al tendido existente en el SIC, es otro tendido, paralelo, con otra tecnología. Necesita cerca de 7000 torres de 70 m. de altura y no puede entregar corriente en el trayecto, porque la planta de conversión es muy cara y se hace de punto a punto. ¿Habrían esos miles de torres resistido el reciente terremoto de 8,8 grados richter?, sólo una que ceda nos deja sin corriente durante mucho más tiempo que el apagón que ya tuvimos. Este mega proyecto no garantiza suministro seguro y confiable, al contrario nos deja sujetos a los fenómenos telúricos y otros, frecuentes en nuestra atormentada geografía, como fue la erupción del Chaitén que hizo cambiar el trayecto del tendido.

Si el proyecto HidroAysén se llegará a realizar, entregaría 18500 Giga watts hora al año, al sistema interconectado central, los cuales vendidos al precio actual producen un ingreso de más de 1200 millones de dólares, cifra muy interesante para una inversión de 5000 millones de dólares y con un costo anual de generación inferior a 500 millones de dólares. Sólo la codicia explica y fundamenta este proyecto. Es muy difícil encontrar el interés nacional, es más fácil encontrar el interés de las empresas, especialmente porque sus propietarios, Endesa y Colbún ya tienen más del 70% de la generación eléctrica del SIC y con esto llegarían a más de 90%: en un país enfermo de monopolios, se propone concentrar más aún el mercado eléctrico. Ellas serían operacionales sólo en el 2025, por lo tanto no ahorran ni un solo gramo del CO2 que emitirán las centrales a carbón que se están construyendo hoy y no las reemplazarían al entrar en operaciones el 2025, se sumarían a ellas. Dicen que permitirían evitar la emisión de 140.000 toneladas de CO2 al año, lo que puede ser cierto, pero no señalan cuánto es lo que se deja de captar de CO2 atmosférico por los miles de hectáreas de bosque que se inundan o talan por las represas y por el tendido. El efecto invernadero no resulta sólo de las emisiones, sino también de lo que se deja de captar por disminución de la biomasa, entre otros impactos negativos evitables. Los chilenos hemos dicho no a un proyecto que rechaza más del 50% de la población.

Fernández ha ejercido sus dotes gerenciales en empresas de servicios, estimadas y reconocidas por la población: no es lo mismo hacerlo en un proyecto que tiene que cambiar sus ejecutivos en medio de la carrera, porque han fracasado, a pesar que desde un comienzo se consideraba carrera corrida, ya que contaba con el beneplácito de altas autoridades durante los dos últimos gobiernos. Difícil que renueve su historial de éxito.

A esta mona no la cambia ni el mejor de los gerentes.

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