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LA CALLE

18 de Abril de 2010

¿Homo erectus?

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POR ANAHATA SURBACÁN (*)
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Cuando niño mi padre me decía que si la Tierra se atrasara o se apurara un segundo, saldríamos de nuestra órbita y seríamos atraídos y calcinados por el sol o partiríamos hacia los confines del Universo y nos congelaríamos en breve.

Grandes interrogantes se desataban en mi mente infantil mientras esperábamos la aparición del primer Sputnik con la perra Laika a bordo. A la hora señalada y en el lugar preciso… sobre Farellones… apareció deslizándose lentamente hacia el sur. Yo fantaseaba que se caía en nuestra parcela de Los Domínicos y rescataba a la perrita y me la dejaba para mí.

El tiempo ha pasado y ciertamente el planeta parece caminar más apurado que entonces… ¿el planeta o sus habitantes… habremos salido ya de nuestra órbita?

“Time is Money”… El tiempo es dinero… dijeron los gringos al reescribir el nuevo decálogo que dejó a la humanidad bailando al compás del reloj…

A muchos hombres se les viene abajo el mundo, entran en crisis y el pánico se apodera de ellos, cuando se les para el reloj.

¡A la mayoría nos pasa lo mismo cuando no se nos para!

Pedro Yañez, el payador, lo decía clarito:
“No importa que sea ñato, pero que respire,
no importa que sea chico, pero que se estire”.

Damos por subentendida nuestra erección y nuestra salud hasta que nos abandonan.

Aunque creemos ser la corona de la creación, pero respecto de nuestra erección estamos en desventaja frente a otras especies animales.

El hueso peneano, con que la naturaleza ha provisto a otros machos, podría resolver muchos de nuestros problemas y, en consecuencia, el de muchas mujeres. Por supuesto, a su vez, se generarían otros que dejaremos a la imaginación del lector.

El macho de la nutria es un amante tan fogoso, que se lo quiebra varias veces en la vida. Para su fortuna, incluyeron en su genética un kit de reparación. El Señor Ballena es el campeón indiscutido: dos metros, seguido de cerca por Don Morsa, con sólo ochenta centímetros.

El oso, el perro y el lobo aúllan de contentos…¡dureza asegurada! Nosotros los hombres evadimos o ignoramos estos temas, ó peor aún, hacemos ambas cosas, pasando el trago amargo con un sorbo de -no siempre- buen humor.

Nos jactamos de expertos en anatomía femenina, olvidando que la caridad empieza por casa.

Algo de anatomía: el pene es inflable (pero no infalible). Está formado por tres cilindros. Uno central, llamado cuerpo esponjoso, atravesado por la uretra y con un papel esencial en la eyaculación, termina en el glande, la parte más sensible del pene. El cuerpo esponjoso está rodeado por dos cilindros inflables, los cuerpos cavernosos responsables de la erección.

En el bulbo, la raíz del pene se apoya sobre una base huesosa, justo delante del ano, sin la cual el pene erecto no podría abrirse paso adecuadamente.

Los potentes músculos que envuelven la base del pene, son los responsables de las contracciones espasmódicas de la efímera voluptuosidad de la eyaculación. Todo esto envuelto -de fábrica- en fina piel -todo terreno, Die Hard (Duro de Matar)- a prueba de los peores tormentos… y tormentas.

La cuestión es : ¡Cómo se para! Quizás este sea el único juguete que hay que parar antes de echar a andar. La hidráulica eréctil involucra a millones de válvulas que regulan el flujo y la presión de la sangre en el pene. La orquestación nerviosa de este fenómeno es una maravilla que ningún sistema de riego construido por el hombre alcanzará jamás.

Es sorprendente que la presión sanguínea del pene alcanza la del resto del cuerpo sólo durante la erección. Cualquier intento de darle una manito -ya sea estrangulándolo con anillos, azotándolo con hortigas caballunas (dato campesino) o aún pidiéndole por favor- el sólo obedecerá las precisas y severas instrucciones del fabricante.

¿Cómo funciona? En reposo, en el estado habitual de flaccidez, el ingreso de sangre al pene está restringido. Para que se produzca la erección, los millones de válvulas deberán abrirse al máximo. Lo extraordinario de nuestra anatomía es que dichas válvulas sólo actuarán correctamente bajo condiciones anímicas de relajo. El estrés y las tensiones nerviosas -el temor al fracaso, por ejemplo- inhibirán dicha función. Este estado de relajo, de confianza y seguridad en sí mismo, debe permanecer mientras necesitemos la erección, de lo contrario la perderemos. El timbre o el teléfono pueden ser fatalmente inoportunos.

Mantener la erección dependerá todavía de regulaciones hidráulicas tremendamente complejas. Una vez que el pene se ha inflado, que los cuerpos cavernosos se han llenado de sangre, deberá existir un equilibrio exacto entre el volumen de sangre que ingresa en el miembro y el que sale. La sangre arterial, cargada de nutrientes, debe entrar en todos los meandros de la esponja peneana, mientras que la sangre venosa, con su carga de desechos, debe ser evacuada.

Una erección potente y prolongada supone una fuerte estimulación erótica, pero, al mismo tiempo, esta misma nos puede hacer eyacular prematuramente.

Nuestro complejo sistema nervioso pareciera disparar en dos direcciones opuestas. Mientras el parasimpático provoca y mantiene la erección, el simpático es el responsable de la eyaculación. El primero hace más lentos los latidos del corazón, regula el ritmo de la respiración y dilata los vasos sanguíneos. Un corazón sobreexcitado y una respiración corta y rápida, inhibirán su función.

Por otro lado, esta misma sobreexcitación, debida a la ansiedad, hará eyacular prematuramente.

¿Complicado? Quizás no tanto. La naturaleza, en su infinita sabiduría, provee al hombre con varias erecciones nocturnas, de unos 25 minutos cada una y distanciadas una de otra mas o menos lo mismo que dura un partido de fútbol, sólo que todo esto en fase REM (Rapid Eye Movement) (Movimiento Ocular Rápido), o sea, en pleno sueño.

Recapitulando, no nos queda otra que hacernos los simpáticos con el simpático y el parasimpático y para eso deberemos esperar hasta una próxima ocasión, donde hablaremos extensamente sobre técnicas específicas. Por ahora sólo puedo recomendar mucha torta de higos secos; en verano hay brevas y, bueno… mucho sol… la esencia de lo masculino… desnudo frente al sol… déjate abrazar por él…y respira… lentamente… por el glande… succionando esa fuente inconmensurable de energía vital y almacenándola en tus saquitos… de brevas.
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*ANAHATA SURBACÁN: Músico, orfebre, terapeuta. Creador y Director de “El Jardín Secreto”, Centro de Terapias Alternativas en Pisco Elqui. donde vive desde hace 18 años. www.anahata.cl

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