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Cultura

18 de Abril de 2010

Jorge Edwards, escritor: “Piñera va mucho a misa”

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

POR PATRICIO FERNÁNDEZ Y VICENTE UNDURRAGA • FOTO: ALEJANDRO OLIVARES
Jorge Edwards decidió apoyar la candidatura de Piñera, levantando gran polvareda en el mundo cultural. Aquí ahonda en las motivaciones “coyunturales” que lo llevaron a eso, desmenuzando a la derecha y a la izquierda y haciendo un balance del nuevo gobierno, al que le pone un 4,5. Además, Edwards -que está escribiendo una novela sobre Montaigne- se la juega por un candidato para el Premio Nacional de Literatura y defiende al Opus Dei.

Cuando publicaste “Persona non grata” te pegaste una movida ideológica, ¿no?
-No, ninguna. Yo seguí siendo absolutamente igual a lo que era antes.

Pero el grupo de los que en su minuto hicieron la crítica al régimen cubano pasaron a ser la matriz intelectual liberal de América Latina: Octavio Paz, Vargas Llosa…
-El primero que hizo eso fui yo. La persona que después me buscó fue Paz, quien le pidió a Vargas Llosa, delante mío, que escribiera sobre “Persona non grata”. Vargas Llosa aún no se había lanzado, pero hizo una crítica muy favorable al libro. A partir de ahí se produce una división en el mundo intelectual latinoamericano, entre los que yo llamaría los neoestalinistas -entre ellos Mario Benedetti y Julio Cortázar (aunque después se arrepiente), no así García Márquez, que es aideológico- y los que formamos parte del equipo de redacción de la revista Vuelta (que antes había sido la revista Plural y ahora es Letras Libres), un grupo de escritores liberales socialdemócratas. Octavio Paz muere afirmando que él espera que se haga la síntesis de socialismo y liberalismo.

¿Tú te sientes en esa órbita todavía?
-No sé. Tengo mis dudas.

¿Vargas Llosa es más de derecha que tú?
-Hombre… digamos que es un liberal más puro que yo. Vargas Llosa en su momento estudió el liberalismo; yo nunca. He leído a Adam Smith de repente, a Stuart Mill, incluso a Karl Popper, pero no he sido un estudioso sistemático. No creo tanto en esas cosas; ahí entra Montaigne, que es un gallo que toma su distancia, que duda, es un irónico, y yo creo que es un progresista, en el fondo. Sobre todo un escéptico respecto a las revoluciones, que así como producen progresos, pueden producir retrocesos. La Revolución Cubana es el típico caso donde un gran estallido revolucionario ha producido un gran retroceso en la práctica, cuestión que se ve en los textos de Yoani Sánchez muy bien. Pero sí, en un momento se forma un grupo liberal y un grupo marxista-leninista-castrista. Y yo creo que el grupo liberal -donde también participan españoles como Savater- es el más inteligente, pero eso es materia de discusión.

¿En qué consisten hoy tus diferencias en materia política con Vargas Llosa?
-Es una diferencia relativa; él ha sido un entusiasta de la teoría y la doctrina liberal. Mario pierde liderazgo poniéndose tan a la derecha. Yo, en cambio, he sido un liberal socialdemócrata.

¿En qué consiste ser un liberal socialdemócrata, hoy que esos conceptos están tan desdibujados?
-Por ejemplo, creo que ciertos niveles de protección social -que fueron hechos por la Concertación, yo no le niego eso ni mucho menos- está bien que se hagan. En cambio, Vargas Llosa no. Él vino aquí antes a hacer la campaña por Hernán Büchi, mientras yo votaba por la Concertación, por la que ahora dejé de votar básicamente porque encontré que estaba muy desgastada: se necesitaba una alternancia. Y enseguida consideré que había sectores de izquierda de la Concertación que se habían radicalizado mucho, que se habían puesto muy pro-castristas.

¿Sí?
-Sí, y que frente a ese fenómeno, el centro político, es decir la DC, reaccionaba muy mal. Frei mismo no reaccionaba para nada. Además, yo he sentido una muy fuerte solidaridad, desde que publiqué “Persona non grata”, por la disidencia castrista. Esa ha sido para mí una experiencia humana muy importante. Exiliado cubano que pasa por Chile me busca, tengo amistad con muchos, y yo creo que esos cubanos no son todos pinochetistas, como se cree o se quiere hacer creer. Más bien lo contrario. Pero eso es una cosa y otra es que la Concertación no puede ser la dueña del poder, porque eso no es propio de una democracia.

Pero la Concertación tenía el poder por elección democrática.
-Sí, pero uno vota por ella mientras lo haga bien y esté en una línea con la que uno está de acuerdo. Si la Concertación está cansada y traicionándose a sí misma en algunos aspectos, no.

¿Traicionándose en qué?
-Por ejemplo, la alianza con el comunismo… serán tres gatos, pero el comunismo chileno es el menos renovado del mundo. No hay partido más ortodoxo.

Pero esa fue una alianza electoral, un pacto por omisión.
-Se presentaba así, pero altiro pasó a ser más. Insulza llegó a decir que tenían que tener ministros en el próximo gobierno. El límite del pacto no estaba bien marcado. Esa fue la serie de consideraciones que yo tuve en cuenta para decir “esta vez voy a votar por Piñera”.

¿Te costó apoyarlo, decidirte? Porque en el minuto en que uno se desencanta y decide no seguir apoyando a la Concertación, lo que viene automáticamente es el voto nulo o blanco. Tiene que haber algo más que el desencanto para votar por Piñera.
-Sí, por supuesto. Pensé que no me gusta votar en blanco y que si la derecha en Chile se acerca al centro -que es lo que tiene que hacer para gobernar- era un progreso para Chile.

Muchos esgrimieron ese elogio de la alternancia para votar por la derecha. ¿Pero la alternancia es necesaria aún si la alternativa no es buena? ¿O a ti te pareció buena y votaste con entusiasmo por la derecha?
-Pensé varias cosas. Primero, que el período presidencial es muy corto. Segundo, que el ritmo de la economía chilena estaba decayendo, y que un buen golpe de tipo liberal podía ser interesante.

¿Cómo?
-Por ejemplo, coincido con la idea de bajar el nivel de indemnización por despido y aumentar el nivel del seguro estatal de cesantía. Me parece que eso tiene algún sentido. Y me parece que hay otros aspectos de modernización del Estado que estos gallos pueden hacer con más rapidez y más agilidad, por ahora. Yo voté en una forma coyuntural, creo que todo voto es así.

EL GUITARREO

¿Qué te pareció la crítica hecha por Arturo Fontaine al nuevo gobierno?

-Yo habría esperado más para hacerla. Le habría dado más chance, más aire al gobierno. Y, en seguida, creo que reaccionar con desconcierto frente a un terremoto como el que se produjo -y hubo desconcierto en ambos lados- es obvio. Es imposible que un Estado como el chileno no reaccione con gran desconcierto frente a una huevá tan enorme y tan catastrófica.

¿Te gustó, por ejemplo, el gabinete, o coincides en que es demasiado gerencial?
-No me pareció muy brillante, pero por ahora no te puedo decir más, porque no conozco a los personajes y a lo mejor hay buenas razones para tenerlos ahí. No estoy descontento con Luciano Cruz Coke, me parece bien, lo encuentro un gallo aterrizado que domina la materia. Ahora, él ha dicho que no van a cambiarse en nada los fondos concursables, y yo estoy en desacuerdo con eso.

¿Por qué?
-En este momento hay un énfasis de la cultura en las becas, en estimular la creación, y eso es un error. Porque en un país no todos pueden ser poetas ni pintores ni músicos ni autores de teatro. Lo que a mi juicio hay que estimular, y lo he conversado con Luciano, es el acceso a la cultura. ¿Qué es democrático? Que los niños pobres puedan leer, que las gentes de las poblaciones puedan ir a un concierto, que puedan tener una formación musical. Pero no es democrático que todos sean poetas. Eso lo hizo Stalin, por lo demás, y fue terrible; los grandes poetas, además, al final se suicidaron casi todos: Maiakovski, Esenin, Blok… Todos andaban de poetas. Eso es un poco lo que está pasando en Chile ahora.

¿Qué harías, concretamente, con el Fondart?
-Lo estudiaría. Hace poco me llamó la atención que el estado de Israel tiene una orquesta dirigida por Zubin Mehta. Cierto que es muy caro tener una gran orquesta, pero es mucho más caro tener 20 orquestas malas. Entonces, ¿por qué no comenzar por contratar a un gran director para la orquesta chilena durante seis meses? Si no cuesta tanto.

Tú ahora eres parte del Consejo de la Cultura y fuiste el otro día a una primera reunión. ¿Qué te pareció esa instancia?
-Está en un momento de transición. Me pareció medio divertido enterarme de que antes de Luciano todos se trataban de “compañero”. Pero bueno. En el Consejo hay que meter estos temas gordos. Democracia es el acceso unitario y abierto a la cultura, y eso hay que estimularlo, cambiando el énfasis a lo que se venía haciendo, porque dar becas a todo el mundo produce libros malos que no le interesan a nadie y esto sólo produce alejamiento del libro. Porque la democracia en la cultura consiste en que el gran poeta puede ser Vicentito Huidobro, hijo de su papá y de su mamá, o Gabriela Mistral, hija de un papá perdido y de una profesora primaria. Eso es la igualdad en la cultura. Igualdad en el acceso y en el artista, pero no que todos sean poetas. Recuerdo que en una discusión donde expuse estas ideas, un gallo me dijo “es que todos tienen que expresarse”. Claro que todos tienen que expresarse, pero no tiene el Estado que financiar eso, es absurdo. El Estado lo que tiene que hacer aquí es financiar cosas de calidad, y en seguida financiar una presencia de Chile como país de cultura en el extranjero.

Tú en la Biblioteca Nacional, en la charla pro Piñera con Vargas Llosa, dijiste que la cultura concertacionista era “mucho guitarreo”.
-Sí, y me lo han sacado mucho, porque parece muy despectivo.

¿De qué se trata el guitarreo exactamente?
-El guitarreo es precisamente esa idea de que todos tienen que expresarse. Y de que la calidad cuenta poco, que la calidad es algo aristocrático. Eso es un cuento.

No está claro que eso se vaya a acabar con la derecha. Ahora está el proyecto “La ruta de la alegría”, que depende del Mideplan y el Consejo de la Cultura, y que llevará libros, teatro, películas y carnavales a los lugares afectados tras el terremoto.
-Bueno, eso está bien. Es como cuando en la guerra mandaban a la Marilyn Monroe a cantarle a los soldados. Es perfectamente entendible que le lleven eso a esta pobre gente que está toda jodida viviendo a la intemperie.

LARROULET, J. A. FONTAINE

¿Te han jodido mucho por tu voto?
-Me han jodido algo, pero he tenido también adhesiones hipócritas, como con “Persona non grata”.

¿Qué tipo de adhesiones?
-Gente que me dice: “oye, yo no me atreví a hacer eso, huevón”.

¿Y las agresiones?
-Supe que hubo como 140 posteos en no sé qué sitio, y que 138 me sacaban la madre y sólo dos eran más matizados. ¿Qué le vamos a hacer?

Decías que una de tus razones para apoyar a Piñera era que la Concertación se había alejado del centro, pero esta derecha no se ha alejado mucho del pinochetismo.
-Yo sé que la derecha está llena de pinochetistas.

¿Y entonces?
-Hay varias situaciones que se producen. Primero, la derecha no puede confesar este pinochetismo, tiene que disimularlo. Es interesante que lo tenga que disimular. Segundo, esos gallos no son los que tienen el poder, más bien los que lo tienen son gallos de una generación nueva, que están en otra cosa.

¿Tú crees firmemente eso?
-Sí, creo.

¿Crees de verdad que hay un sector liberal chileno que ha penetrado en el poder de la derecha?
-Hay una derecha liberal chilena, que está ahí y que es minoritaria, pero que tiene poder con Piñera. Y los intentos de Piñera de alcanzar a sectores de la DC van por ahí. Yo no creo que esto signifique una realineación, como creen algunos, que se vaya a formar un bloque DC-piñerista.

¿Sino?
-Yo creo más bien que la DC tiene que mantener una gran independencia y poner un precio por su alianza con la izquierda, y no entregarles todo como estaba pasando con este gallo Latorre. En ese sentido, el golpe que han recibido es bueno, porque si no, ¿tú crees que habrían dicho algo sobre los huelguistas de hambre en Cuba? Es muy probable que se hubieran quedado callados. Ahora, cuando lo dice Piñera, tienen que decirlo ellos, porque es evidente. El problema de Cuba tiene todas las características del problema del comunismo en el siglo XX. Primero, se hipoteca y se sacrifica el presente en nombre del futuro. Entonces los gallos no tienen qué comer, están jodidos, haciendo colas de siete horas para conseguir un limón, pero es por el futuro. Segundo, ese futuro no llega nunca. Tercero, la idea de Marx de que el Estado se va a deshacer y que se va a producir el comunismo, es al revés en la práctica: el Estado es cada vez más fuerte y más policial, represivo e inhumano. La realidad ha sido ahí la contradicción de la teoría.

Cuando hablas de una derecha democrática ejemplar, ¿en qué gobierno de derecha del mundo piensas?
-No sé.

¿Sarkozy?
-No me entusiasma: al principio simpaticé con él, pero hasta antes de la elección.

¿Álvaro Uribe?
-Uribe tiene sus pecadillos políticos más o menos serios, pero, frente a la guerrilla, es necesario. La Ángela Merkel es una buena gobernante. Pero es que yo no soy de derecha, en realidad. Sino un tipo que votó por la centro-derecha en este momento.

Si el silencio o la ambigüedad de la Concertación respecto a Cuba es razón para no apoyarla, ¿no es razón para no apoyar a la derecha el que en ella milite gente que no condena la dictadura de Pinochet, que por lo demás nos es más cercana? A ministros como Juan Andrés Fontaine o Cristián Larroulet no se les ha oído manifestarse críticamente respecto a Pinochet. ¿Qué pasa ahí?
-Sí, bueno, van a tener estos gallos en algún momento que pronunciarse sobre eso… El problema es conseguir que la derecha se desfascistice, porque ¿puede existir fascismo todavía? Desde luego. Pero el otro día oí las declaraciones de un viejo dirigente RN, Ricardo Rivadeneira, en las que se mostraba empeñado en que la derecha deje de ser pinochetista, y lo dice claramente. Hay que ser optimista también, si no estamos perdidos.

Pero esa desvinculación tiene que ser explícita, o basta con que se vayan desvinculando o haciéndose los huevones, como les acomoda a muchos.
-No, tiene que ser explícita, eso tiene que desarrollarse. Hay una cosa fundamental de diferencia entre el pensamiento liberal y el marxista, que está muy brillantemente explicado por Popper en “La sociedad abierta y sus enemigos”. Es la idea de la confrontación. El problema del marxismo es que su esencia es la idea de confrontación, y eso hace que muchos marxistas busquen la confrontación, a veces innecesariamente. En cambio, en la idea del liberalismo, existe la idea de la colaboración.

Pero esa idea liberal de colaboración, ¿existe en la derecha chilena?
-No, lo que pasa es que acá también la derecha es confrontacional.

EDUCACIÓN, LAVÍN

“Yo creo que la energía y las ideas que está poniendo Joaquín Lavín en la educación son interesantes”, dice Edwards.

¿Sí?
-Vendrán del Opus Dei, no sé, pero no me parecen mal. Lo veo como un tipo capaz de construir 17 mil escuelas y mil cosas más.

Pero esas son labores de reconstrucción de colegios caídos, ¿conoces sus propuestas de fondo en materia de educación?
-Tengo que estudiarlas. No las conozco.

Por ejemplo, la idea de los 100 ó 50 liceos de excelencia, ¿qué te parece?
-A mí, en general, la insistencia en el tema de la excelencia en la educación y en la cultura me parece bien. No soy contrario. Porque encuentro que estábamos muy huachacosos.

¿Se ve un mundo más pijón en esta derecha que asume? ¿O no?
-Sí, se ve un mundo más pijón. No se puede negar eso. Se ve mucho en la derecha una cosa que conozco bien: la influencia del Padre Hurtado y de su escuela. O sea, una influencia católica, de preocupación por los pobres y estas cosas. Es un mérito también.

¿Por qué?
-Cuando tú a la ideología la miras con más distancia, no está mal que eso exista.

¿Te habías imaginado alguna vez votando por la derecha?
-No lo había pensado. No se me había ocurrido. En realidad no, pero me imaginé muchas veces cabreado con la izquierda y llegando a la posibilidad de no votar.

¿Tú conocías desde antes a Sebastián?
-Era muy amigo de su papá. Iba mucho a su casa.

¿Qué impresión tienes del personaje Sebastián Piñera?
-El tipo, evidentemente, es inteligente, superdotado, tiene una energía impresionante. A veces quiere demostrar su energía y eso no me gusta mucho. Cuando sale nadando, andando a caballos, jugando tenis, yo digo “pucha, es mucho”. No sé si tiene una sensibilidad mínima para el mundo de la cultura. Me temo que no. Pero puede entender, debido a su inteligencia, que el mundo de la cultura es importante.

Para alguien como él, ¿por qué puede ser importante el mundo de la cultura?
-Porque en un país donde hay un desarrollo sin cultura se produce una sociedad muy seca, muy árida y posiblemente muy equivocada. Si tú piensas en el desarrollo de los países europeos, siempre ha sido un desarrollo de la economía, de la sociedad, pero paralelamente también de la cultura. O sea, los alemanes tienen el Mercedes Benz, pero también tienen a Beethoven y a Bach.

¿Qué lectura haces de los conflictos de interés que tiene el presidente?
-La demora en la venta de LAN no me inquieta tanto, porque vender una cosa tan grande en un mercado tan chico tiene sus dificultades. Es más importante lo de la tele, creo que él tendría que hacer algo ahí. Porque si él va a empezar a nombrar autoridades que tienen poderes reguladores sobre las teles, el conflicto evidentemente existe. Yo pienso que debe vender Chilevisión, porque idear una fundación que la dirige la hermana, ¡no!

MUCHA MISA

¿Cómo te imaginas el proyecto de desarrollo para Chile?
-Me interesaría que Chile desarrolle algo que tuvo en el pasado, un cierto liderazgo intelectual de la cultura, que lo ha perdido completamente y no le interesa a nadie. Por eso creo que las editoriales chilenas debieran tirarse a exportar. Creo que si Chile recupera la condición de ser centro cultural, como la tuvo con la vieja Universidad de Chile, con el viejo Teatro Experimental… Si Chile recupera eso, no sé cómo, y mantiene su desarrollo económico sin demagogia, puede ser un país interesante de América Latina.

¿Liberalizarías las costumbres? ¿Te parece que en Chile debiera haber ley de aborto, legalizarse la marihuana?
-Sí. En temas valóricos soy bastante liberal. No lo he pensado mayormente, pero eso sería interesante que existiera en Chile un ambiente de libertades. Si eso se combina con un desarrollo económico más o menos fuerte, pienso que puede ser un país que signifique algo.

¿Y Piñera estará por ese liberalismo?
-Yo creo que Piñera está muy controlado por la UDI, que no se lanza y no se va a lanzar. Va mucho a misa. No veo que Piñera vaya por un liberalismo de tipo laico, creo que ésta es una etapa nomás, en que se produce un cierto cambio en el mundo político chileno. Se produce una alternativa, pero vamos a una transición de nuevo. Estoy diciendo que la Concertación hizo una transición desde la dictadura, muy buena. Y que ahora estamos saliendo de la transición para entrar a otra transición.

¿Hacia dónde va esta nueva transición?
-No sé, pero para mí debiera ir hacia un desarrollo económico con protección social, con eficiencia y sin demagogia de ningún tipo. Tendría que ir a un desarrollo de la cultura chilena, más bien a una recuperación de la cultura chilena.

¿Qué es la cultura chilena?
-La cultura chilena consiste en que tuvimos un siglo XIX muy sólido, con personajes como Andrés Bello, Vicuña Mackenna y Vicente Pérez Rosales. Y tuvimos un siglo XX con bastantes escritores. Chile tiene que tener orgullo de su literatura y orgullo de su desarrollo cultural. Tiene que hacer lo que tenía antes, cuando venían los mejores directores de orquestas del mundo a dirigir la sinfónica.

Pero más allá de la creación artística: ¿qué es la cultura chilena?
-Chile ha tenido una cultura democrática y ha tenido un sentido de la estabilidad del Estado y del respeto de la ley. Eso es una gran cultura. Y esa cultura la han hecho los abogados. Es cierto que la formación jurídica que existió en Chile es una base institucional bastante buena. Y por eso tuvimos un gran siglo XIX y hemos tenido personajes en la derecha del estilo de Jorge Alessandri, los Matte y muchos más. Y ahora tenemos a Ricardo Rivadeneira, que no es menor.

¿La alta burguesía chilena ha sido culta alguna vez?
-No. Ha sido otra cosa. La diferencia entre hoy y ayer es que los huasos ricos de comienzo de siglo eran igual de brutos que los de ahora, pero sabían que tenían que respetar a Vicuña Mackenna, a los hermanos Amunátegui. Y los huasos de hoy no saben a quién respetar. No respetan a nadie. Y eso se puede revertir. Me gustaría que Piñera tuviera más ideas claras en esa materia.

¿Qué pasó, crees, con esa cultura del respeto?
-Esa cultura incluye la educación. Chile era un país donde la educación era una preocupación bastante profunda. Ahora no.

En una entrevista en Canal 13 Cable decías que hoy por lo único que hay respeto en Chile es por la cuenta corriente. ¿No irá exacerbarse eso con Piñera?
-Espero que no. Yo creo que alguna de estas señoras bien, estas señoras cuicas, que están en el Ministerio del Trabajo o de Vivienda, van a dar una sorpresa…

¿Tú le tienes fe a esas señoras cuicas?
-Les tengo fe. Puede haber algo. Yo tampoco soy tan anti Opus Dei. No.

¿Qué te gusta del Opus Dei?
-Su preocupación por la educación. No me parece tan mal. Hacen cosas bien hechas. Recuperar el tema de la calidad o de la excelencia no es tan básico. Otra cosa que me parece buena es que nos alejamos más de la órbita Chávez-Castro. Eso me parece decididamente bueno. Ahora, es importante que Piñera sepa hacer una diplomacia con Lula, con Argentina.

Pero el polo Lula-Bachelet no era el mismo polo Chávez-Castro.
-No, no era lo mismo. El polo Lula-Bachelet claro que era mejor que el polo Chávez-Castro. Pero sentía que Insulza lo hacía muy mal. Ahora le pegaron un tirón de orejas y se está portando mejor.

Tú no soportas a Insulza.
-No. Insulza me jugó muy chueco cuando fui embajador en la Unesco. Me jugó muy, muy chueco, de una manera increíble. Es un guatón chueco.

¿No te gustaría tener un puestito en el gobierno?
-Todo el mundo me decía que iba a ser embajador en París, pero a mí nadie me ha dicho nada, así que no voy a pedir nada. De seguro si me ofrecen ser embajador en París no puedo decir que no. Yo tengo una relación de todo orden, humana, con París. No puedo decir que no.

EL NACIONAL

“La antigua derecha era distinta en materia de cultura. Barros Luco mandó a Alemania a Claudio Arrau con su mamá. Eso es genial y está perdido ahora. Para eso, Piñera va a tener que dejar de ser un político hábil para ser un hombre con sabiduría. Si no, está jodido”.

¿Ese cambio se puede dar en una persona estando en el poder?
-En una persona inteligente y con poder podría ocurrir. Pero no sé si va a ocurrir.

Pareciera que Piñera tiene el vicio de la velocidad. ¿No?
-Claro. Y la sabiduría es lenta por definición.

Llama la atención que las críticas que han aparecido en el último mes al gobierno vienen de la derecha, ya sea de la UDI o de estos intelectuales liberales como Fontaine o Sebastián Edwards.
-Sí.

Le están poniendo un 4 nomás al gobierno. ¿Compartes la nota?
-Quizás esté en el cuatro y medio. Vamos a ver.

Si Joaquín Lavín te llamara y te dijera “Jorge, estoy desesperado, tengo que dar mi voto para el Premio Nacional de Literatura y no tengo idea… Jorge, ayúdame”, ¿qué le aconsejarías?
-Me gustaría que se lo gane ahora Óscar Hahn, pero le toca a un prosista y no estoy en contra de que se lo den a Isabel Allende, porque encuentro que a una persona que ha escrito tanto, que tiene tantos lectores en el mundo y que tiene agilidad narrativa natural bastante fuerte, a pesar que no me gustan sus lenguajes, a lo mejor hay que darle un premio.

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