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Nacional

11 de Mayo de 2010

No digas educación, di custodia. No digas escuela, di cárcel

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POR EMILIO RIVANO FISCHER (*)
Cada año, una ansiedad asoma e inquita la anestesiada conciencia popular: ¿Nueva reforma educacional? ¿No hicieron una el año pasado…y otra un poco antes? ¿Que quieren evaluar los conocimientos de los profes? ¿Pero no son los profes los que evalúan los conocimientos de los alumnos? ¿Que sus propios directores-capataces-patrones zanjarán la evaluación? ¿Que uno de cada tres no sirve? ¿Pero no se prepararon por cinco años en la universidad?

No cuaja rudimento de racionalidad en el peatón, cuando su desconcierto es ahogado por lluvias de propaganda sobre la nueva “educación” y torrentes sobre economía, delincuencia, jubilaciones, salud, bienestar social, cultura… Empapado en esta cháchara, el transeúnte es arrojado sin solución de continuidad a las tempestades de exigencias diarias que terminan por aplastarlo y embutirlo en esta licuadora infernal que llamamos Chile (entre estas últimas, pagar por la “educación” de los niños y la propia).

Agreguémosle a lo anterior un terremoto directamente del Cielo, y obtenemos un súbdito aturdido, un zombi.

Lavín al Ministerio de Educación. Vía Crucis, Joaquín… Pero, aquí estamos, para ayudarte a levantar el madero hacia el Gólgota: Nos dirigimos directamente a “mejorar la calidad de la educación”. Sabemos que Educación también es un Ministerio de Propaganda del aparato estatal. Pero nuestra Pasión es otra. No hay lugar a hipocresías. Vamos abiertamente a lo esencial. Toca coordinar todos los ministerios y direcciones encargados de las cárceles y la custodia forzada de la gente, es decir, por lo pronto, Educación, Justicia, SENAME, Gendarmería. Las funciones fundamentales que estas instituciones deben cumplir emanan del mismo fenómeno. De hecho, una jugada espléndida de transparencia y un golpe magistral contra el fariseísmo se obtienen si todas ellas se agrupan bajo el nuevo Ministerio de Gendarmería. Tanto las cárceles como las escuelas son recintos de custodia obligatoria. Ambas cumplen funciones primarias como las de confinar (cientos de miles de) personas que estorban o traban la producción, proteger la propiedad privada, evitar desórdenes públicos, permitir que la mano de obra productiva trabaje, disciplinar a la población trasgresora, inculcar valores de obediencia civil, registrar sujetos en relación a su conducta, capacitar en el penitenciario y reinsertar individuos luego de su penitencia. Por otro lado, ambas comparten una misma naturaleza física. El hacinamiento y el horror de las cárceles chilenas es una realidad que se produce también en las escuelas, sólo que en menor grado.

Lo que la educación en Chile necesita no es más basura evaluadora, didáctica, programática y valórica, sino mejorar los establecimientos carcelarios en los que se custodia a los niños, es decir, mejorar las escuelas en tanto lugares físicos y procedimientos humanos, mejorar los horarios, mejorar la alimentación, la iluminación, la acústica, el aire, los techos, las paredes, los patios, las canchas, los gimnasios, los equipos, la calefacción, la ventilación, los baños, el agua caliente, la limpieza, los espacios, los estacionamientos, los comedores, las sillas, la tranquilidad interna, las rutinas corporales, de esparcimiento, de trato humano, de felicidad… de amor. Propongámonos eso, Joaquín, y vamos bien con nuestra carga a su noble destino.

Es necesario, también, cambiarles el nombre a los profesores. Ellos no pueden entregar conocimiento, porque no lo tienen, pero sí podrían dar un mejor cuidado a los niños durante el período de custodia. Propongo llamarlos “custodiantes” y acortar sus largas Pedagogías a dos años de un entrenamiento útil y más sensato.

¿Estamos en gobierno de cambios? Pues bien, el preso, el presidio, el estudiante, la escuela, la familia y toda la sociedad chilena obtendrán enormes beneficios con un cambio así… De paso, el mundo admirará a Chile como un país que enfrentó la educación de sus niños cara a cara, sin hipocresía.
Sueños. Despertemos a nuestro catolicismo local: “No dejaremos que los niños de Chile pierdan el año” se escucha decir a Piñera por la tele el 2 de marzo, anunciando la campaña de hacinamiento masivo de nuestros niños después del bombardeo. Especifiquemos, Sebastián: “No dejaremos que los niños de Chile pierdan el año de cárcel”.

Esta Gran Nana-Carcelero que es el sistema educacional corre apurada en medio del caos del terremoto en busca de corrales donde guardar a los más de un millón de niños afectados. Que su función primaria es encerrarlos se hace patente: no interesa dónde ni cómo; la calidad ambiental y el bienestar de los niños son secundarios. Importa meterlos en algún cuarto a “pasar” este año “escolar”. Cientos de miles de estudiantes han sido “integrados” a la “educación” en forma improvisada, aleatoria, precaria durante marzo y abril. Ha logrado Educación apretujarlos en escuelas huéspedes, barracas llamadas “colegios modulares”, carpas, cuarteles, comisarías, gimnasios, galpones, contenedores, buses. Las carpas “son impermeables y equivalen a una sala de clases” declara Lavín (El Mercurio, 25/04/10). Lo de los buses adaptados como “escuelas” lo encuentra el ministro una buena idea que puede expandirse por todo el territorio: “ponemos cuatros buses en una multi-cancha, usamos los camarines del lugar como baños y eso es una escuela”, nos dice entusiasmado. “La meta no se puede ampliar, porque un niño que no entra el 26 de abril es un niño que no va a poder salvar el año, porque ya está llegando 50 días tarde”, dice el ministro, “Así que estamos jugados a cumplir la meta…” (El Mercurio, 15/04/10) La meta son los 45 días impuestos por Piñera para encapsular a todos los niños en algún lugar después del terremoto. “Salvar el año” quién sabe qué significa en este contexto. Promediar azul, por supuesto. ¿Qué sentido tiene ese mecanismo en estas condiciones? Lo de “llegar tarde a clases” es un disparate que se comenta solo. En Talcahuano, Concepción, Dichato, Tirúa, Chanco, Curanipe, Pelluhue, Constitución, Cauquenes, Talca y cientos de otros lugares, cientos de miles luchan entre escombros por el agua, la luz, el alimento, el abrigo, un lugar donde dormir, un trabajo. Este invierno ya está encima. Piñera podría haberle dado un plazo al Ministerio del Interior para asegurar la integridad de los afectados, su “paz social”: solucionar la vivienda, el alimento y el trabajo o un ingreso para estos cientos de miles de personas. No hubo tal ni lo habrá. Más bien van siete semanas de abandono, improvisaciones y palabrería. Pero los niños, se nos refregará en la cara a través de todos los medios por mucho tiempo, los niños de Chile están “educándose” gracias al esfuerzo del Gobierno y de las autoridades. Eso significa que están custodiados. El encargo fundamental a la educación se cumplirá: vigilar y cuidar a los menores mientras los padres trabajan (para los ricos).
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* Emilio Rivano Fischer es especialista en cognición, lingüística, análisis de la conversación y semántica, entre otros temas. Ha sido profesor e investigador en la Universidad de Lund, la Universidad de Berkeley y la Universidad de Concepción.

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