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Opinión

15 de Mayo de 2010

¿Qué piensan los futuros teólogos chilenos?

Catalina May
Catalina May
Por

• Iglesia en crisis, celibato, confesión y Karadima

POR CATALINA MAY
Se niegan a aceptar que el Vaticano y sus obispos sean la Iglesia oficial; dicen que las monjas de población son tan importantes como Ratzinger. Creen que algo bueno saldrá de los escándalos que hoy remecen a la iglesia. Fuimos a hablar con los estudiantes de Teología de la UC sobre todo esto, el celibato y el sacramento de la confesión; aquí están sus voces.


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“Yo creo que una hermosa posibilidad es que como iglesia podamos quedar más pobres, más frágiles, con menos poder y menos jerarquía. Estas dificultades nos van a hacer más grandes. Es bueno humanizar a la Iglesia”, dice Andrea Castillo, misionera catequista, religiosa franciscana y estudiante de Bachillerato en Teología -una de las carreras impartidas en la Facultad de Teología de la UC-, cuando se le pregunta por la posibilidad de que la Iglesia Católica salga bien parada después de los escándalos de pedofilia que hoy tienen al Papa pidiendo perdón.

Los estudiantes de Teología de la UC son gente joven: laicos y religiosos que se parecen mucho más al encargado de pastoral del colegio que a un filósofo en busca de grandes verdades. De hecho, prácticamente todos con los que conversamos se sienten motivados principalmente por su fe y formaban parte de grupos pastorales antes de entrar a estudiar Teología. Hoy no están demasiado escandalizados por todo lo que está pasando en la Iglesia. Confían en que será para mejor.

-No me desentiendo del escándalo que esto me provoca. La iglesia debe buscar solución, responder y bajar el moño. Eso traerá consigo que el sacerdote ya no será el santo sobre el altar, que es amigo de la familia, sino que se asemejará más a los primeros sacerdotes. Escuchaba a un padre que decía que en estos tiempos hacen falta profetas en la Iglesia, refiriéndose a que dentro de las características propias del profeta está que desestabiliza con su discurso, mueve el piso. Hacen falta esos profetas para que nos lleven a devolver la mirada a los aspectos más esenciales del Evangelio. Tal vez a falta de profeta, llega el espíritu y nos pone la soga al cuello para que lo hagamos-, dice Matías Pérez, un laico que cursa segundo año de Estudios Pastorales.

“No son malos signos lo que está ocurriendo, quizás nos va a ayudar a llegar a un concilio y a cambiar algunas cosas”, dice Francisca López, laica y estudiante de tercer año de Bachillerato en Teología -la otra carrera impartida en la facultad-. Matías Pérez cree que no hay para qué hacer un concilio: “Las líneas ya están en el Concilio Vaticano Segundo, que fue como una revolución de las flores para la Iglesia, un renacimiento. Ahí hay una mirada sobre la Iglesia como pueblo de Dios que hay que ir actualizando”.

CONFESIÓN Y CELIBATO

Los testimonios que denuncian a Karadima cuentan que el cura era el guía espiritual y confesor de los jóvenes de los que habría abusado. Al conocer sus pecados, dicen, los tenía en sus manos y los extorsionaba. “Acuérdate que tienes tejado de vidrio”, le habría dicho a uno de ellos. Esto ha puesto en entredicho el sacramento de la confesión. ¿Es necesario que exista un intermediario entre quien se confiesa y el perdón de Dios?

“Tiene sentido el pararme frente a otro, que es tan o más pecador que yo, y reconocer con humildad mis pifias”, dice Bernardita Zambrano, religiosa del Sagrado Corazón de Jesús y alumna de Estudios Pastorales. Andrea Castillo agrega: “Los seres humanos necesitamos de otros para construirnos y necesitamos de un ser humano -como cuando estás enamorado y necesitas escuchar un te amo o te perdono- con el que tú puedas vivenciar la relación con Dios”. Y Francisca López concluye: “La palabra sacramento significa que es un signo visible de una realidad invisible. Si la confesión fuera directamente con Dios, sería invisible, porque no habría ningún mediador que representara la imagen de Cristo, que siempre se da en el otro y que no tiene que ver con una autoridad o un guía, sino simplemente un otro. Pero hay que tener confianza en el confesor”.

Al preguntárseles sobre los “pecados de pureza” que, según sus denunciantes, Karadima los hacía confesar después de sus abusos, nuestros entrevistados dicen no saber nada. Según ellos, no existen.
Otra institución católica actualmente cuestionada es el celibato. ¿Por qué y de dónde viene? Nuestros entrevistados no lo saben, pero aseguran que no es obligatorio, sino opcional. “Es una cuestión misteriosa. Al sentir el llamado haces esta opción para vivirlo de una manera más radical y no hay oposición. No es fácil, pero si fuese imposible yo no estaría acá. Es un don, un regalo”, cuenta Andrea Castillo, que viste un hábito con el que dice sentirse muy cómoda. Bernardita Zambrano, a pesar de ser religiosa, no usa hábito, pero concuerda con su colega: “Para mí tiene sentido el consagrar la vida completa al servicio de Jesús y de su proyecto. Consagrar mis tiempos, mi sexualidad, mi energía. El celibato es opcional, no es obligatorio”.

Los laicos católicos también tienen opinión al respecto. Cristóbal Núñez, de Estudios Pastorales, dice: “Por una cuestión práctica, si eres pastor de una comunidad, tienes que dedicarle tiempo y te haría tener una familia disfuncional. Yo no me vi sin hijos y por eso opté por ser teólogo laico”.
Aunque no lo considera una obligación, Francisca López se abre a la posibilidad de discutir el tema: “Creo que se tiene que abrir una conversación a nivel eclesial. Ya se hizo una inserción de los sacerdotes anglicanos, somos hermanos de los católicos ortodoxos, que también se casan. Quizás no debería existir una separción tan grande entre la vida familiar y la sacerdotal. Aunque es imposible que el Papa fuera casado, ¡en qué momento!”.

KARADIMA BOYS

Cuando se les pregunta su opinión sobre el escándalo que actualmente le pega a la Iglesia, lo primero que ellos hacen es preguntar de qué iglesia estamos hablando. “La sociedad tiene que ampliar su visión de iglesia. ¡Hasta cuándo van a pensar que Iglesia es el obispo y el Papa! Acá estamos todo el resto; la señora que va a misa todos los días, el niñito que va a la catequesis. Yo no formo parte de esa iglesia oficial, no doy directrices, soy de la Iglesia de abajo”, dice la religiosa Bernardita Zambrano, que aprovecha de tirarle un palo al machismo clerical: “Lo que veo desde mi realidad es una iglesia lejana y dirigida sólo por hombres”.

Estos estudiantes se sienten parte de la Iglesia católica, tan importantes como curas y obispos, pero se encuentran con que tienen que explicitarlo. Se quejan de que sólo sean noticias los hechos negativos que giran en torno a la Iglesia y no sus buenas acciones. A pesar de las riquezas que brillan en el Vaticano y del poder que éste ha cuidado a costa de ocultar y mantener a pedófilos entre sus filas, se niegan a aceptar que su Iglesia hoy viva alejada de las enseñanzas de Jesucristo. “Hay una porción eclesial en la que quizás pueda existir esta distancia que hay entre la doctrina y la puesta en práctica. Pero entre la mayoría de los fieles hay una fe comprometida, con una opción fuerte por los pobres, que es la misma que tuvo Cristo”, dice Francisca López.

Habían escuchado sobre el cura Karadima y su cerrado grupo de elegidos, los “Karadima Boys”, como los llaman. Pero sólo sobre una actitud sectaria, nada sobre abusos sexuales. “La forma en que él llevaba a estos jóvenes, esta especie de gueto, no era normal”, dice Bernardita Zambrano. La mayoría de nuestros entrevistados no vio el capítulo de Informe Especial en el que los denunciantes contaban los abusos de Karadima. Aunque condenan estos hechos, no creen que sea algo muy extendido. “Acá estamos hablando de personas enfermas que no sé cómo llegaron donde llegaron. Pero no por esas personas toda la Iglesia tiene que pagar. ¿Tú crees que no duele ver todo lo que está pasando? Pero me da alegría que estas cosas salgan a la luz. Es como cuando Jesús se enoja con los vendedores del templo y dice: ‘Váyanse de acá, que han convertido mi templo en una cueva de ladrones’. Para mí, este es un tiempo de purificación, de ver qué están haciendo con mi Iglesia, en qué están convirtiendo mi templo”, dice Roxana Oses, una laica estudiante de cuarto año de Estudios Pastorales.

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