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Nacional

28 de Mayo de 2010

La Concertación ganó la presidencial 2010

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Por Luis Molina Vega / Ex- precandidato presidencial

Me costó entenderlo, pero creo que es así. Ganamos nosotros, los que somos de izquierda y centro izquierda, unidos por una historia un poco estúpida, pero tan propia de lo que somos. En especial ganaron los que tuvieron cojones para dar una lección a las cúpulas concertacionistas, cúpulas que evidentemente ya no eran parte de la Concertación, sino del afán de quedarse con el botín que muestra el poder, ese que reemplaza al origen, a la razón de ser, el que se cree que es un premio por una misión
vista equivocadamente como propia. Nos cansamos de ellos y el castigo fue duro: Piñera.
Él no hubiera sido presidente si nosotros no nos hubiéramos hastiado de nuestros ʻlíderesʼ, y, él, lo sabe mejor que nadie. Por lo mismo su gobierno es como es, porque nosotros somos mayoría, y nuestras ideas cubren un marco más amplio aún, y si Piñera en verdad teme a algo que le impida proyectar su gobierno, eso somos nosotros. Y no lo digo con soberbia, sino entendiendo nuestro país, el país que se ha cansado de la concentración, de las elites, y de todo lo que sea exageradamente discriminatorio. No estoy hablando de creernos una victoria inexistente, pues estoy claro que la Concertación-política apenas obtuvo un 29%, lo que justamente es prueba de lo que digo.
Pero ¿qué significa esto entonces? Creo que lo primero es que no es tan importante quien está arriba, sino cómo soluciona ʻnuestrosʼ problemas y con qué grado de rectitud hace su trabajo. Puede sonar práctico, pero no nos confundamos; le hemos pedido peras al olmo. Un gobierno no tiene por qué estar compuesto de héroes, santos y demases; lo primero es la política, la forma de resolver nuestros problemas, y luego, si resulta que hay un aura en sus líderes, si hay una moral en su actuar que puede trascender, bien, pero lo primero es lo primero. Los verdaderos líderes pueden existir en muchos otros ámbitos distintos al político, y ellos también gobiernan, indirectamente, pero también lo hacen.
Lo segundo, que creo se debe concluir, es que las mayorías ʻnoʼ necesitan que los gobiernos sean, necesariamente, de su propio conglomerado. Tanto es así, que la minoría de los últimos 20 años, la derecha y centro derecha, estuvo más contenta con estos gobiernos que con el actual. Si en cierta forma que gobiernen otros, cuando existen los medios de control que hoy existen, cuando la transparencia mejora cada día, a todo nivel, no sólo político, es una situación más cómoda… y no digo que esto deba ser la forma, pero sí es una forma. Han escuchado eso de que “el gobierno de Lagos fue el mejor gobierno para los grandes empresarios”… Bueno, puede darse que el gobierno de Piñera
sea mejor para nosotros que el de otros presidentes concertacionistas.
Lo tercero que se puede desprender de esta lectura de los hechos es que todas las cúpulas de la Concertación están despedidas. Y especifiquemos que las cúpulas no son solamente los que estuvieron directamente en el poder, sino los que estaban en segunda línea. No son solo Escalona, Auth, Gómez, Latorre, Girardi, Zaldívar, Alvear, Martínez, sino también Lagos Weber, Orrego, Harboe, Díaz, Tohá, etc. Y si hay una misión en estos últimos que aún puede morigerar su fracaso, esa es abrir el camino a la verdadera sangre nueva. Tienen que autodestruirse, dar paso a una generación de líderes que sean, hasta ahora, extra-elite; con capacidades, pero digámoslo: desconocidos. Por supuesto líderes
con experiencia en la pobreza, en la clase media, que es donde está la mayoría de la población, con entendimiento de lo que pasa fuera de La Dehesa, Las Condes, Vitacura o incluso Providencia. Esta elite política, muy gravitante dentro de la elite toda, debe abrirse, debe dejar la endogamia, es de vida o muerte para ellos mismos (y la elite que resta también haga su mea culpa, que la tiene).
Para terminar —aunque seguramente se pueden desprender otras conclusiones de lo expuesto—, es necesario señalar que los que no estamos en la elite, y entendamos que es nuestro deber asumir el papel que nos toca, no seamos tan pencas, tan desunidos, tan individualistas, tan incapaces, tan estúpidos. También es nuestra responsabilidad no habernos tomado el poder, con toda la dificultad que ello implica.
Para ser más concreto y no quedarnos en el análisis, hay que unirse, pero para unirse, debemos estar de acuerdo, para estar de acuerdo, debemos mostrar nuestra opiniones, debemos debatir, debemos crear el ideario que ha de ser nuestro derrotero, luego debemos actuar, no para ganar, sino para que ese ideario se cumpla. Ganar no puede ser sinónimo sólo de estar en el poder, sino de controlarlo, y en ese sentido estamos ganando.

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#Concertación#política

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