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Opinión

10 de Julio de 2010

Alfonso Baeza, sacerdote: “Bacarreza y Medina piensan que tienen la verdad”

Catalina May
Catalina May
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• “Dios no quiera que Juan Ignacio González sea arzobispo… …aunque es simpático, necesitamos a alguien que acoja a todos”.

POR CATALINA MAY • FOTO: ALEJANDRO OLIVARES
Alfonso Baeza fue el primer vicario de la Pastoral Obrera -creada por Silva Enríquez-, cargo que ejerció desde 1977 hasta el 2000. Ha dedicado su vida a los trabajadores, presos, refugiados y prostitutas. Actualmente es vice presidente de Caritas-Chile. En junio cumplió cincuenta años de sacerdocio y aquí conversamos sobre la derecha y su religiosidad individualista, el sueldo mínimo, la prostitución, su hermano cura del Opus Dei y sobre la posibilidad de indultar a militares.

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“La política tiene una dimensión muy importante y valiosa. Es una expresión de lo más grande: el amor o la preocupación por el prójimo”, dijo usted alguna vez. ¿Le parece que hoy la política se trata de eso?
-Ese es el deber ser de la política. Se habla tan mal de los políticos y hay gente muy buena, motivada por una preocupación por los demás. Lo malo es cuando el político está más preocupado de sí mismo, de su propia imagen o interés. También hay gente corrupta, ciertamente. La realidad es bastante compleja. A nivel general, hoy no hay un proyecto social que apunte a convertirnos en un país menos desigual. El neoliberalismo propone al consumo como forma de participación, pero eso no contribuye a pensar en qué país queremos.

¿Piensa que la derecha que hoy nos gobierna, que se jacta de ser tan católica, se rige de acuerdo a los principios del evangelio?
-La tendencia es que no. La derecha siempre se ha opuesto a la doctrina social de la iglesia. Lo único que le interesa es la libertad de hacer negocios. En general lo que protege es la propiedad privada y lo que más le interesa es hacer negocios que le generen una ganancia. Considera a los trabajadores como un costo, igual que las máquinas, entonces cuando el costo se les hace muy alto, empiezan a despedir.

¿Y si se rigieran efectivamente por los principios del evangelio, cómo deberían ser sus políticas?
-Es que no podrían ser de derecha. Ellos tienen una religiosidad individualista. Comulgan con el cuerpo y la sangre de Cristo, pero no lo reconocen en el pueblo ni en las normas sociales. ¡Y una parte importante de la vivencia cristiana es la doctrina social! Pero ellos siempre la han resistido y la han acusado de ser una ideología política.

SALARIO MÍNIMO Y CARIDAD

Usted ha dicho: “No se puede construir una sociedad, sea en dictadura o en democracia, sobre la explotación y el abuso de los más débiles, de los trabajadores, que son los que le dan concreción a la economía, que a su vez es el esqueleto sobre el cual se construye la sociedad”. ¿Qué espera para el futuro de los trabajadores en este gobierno de Piñera?
-Es difícil que se produzca algo que venga de este gobierno. La única forma en que los trabajadores puedan avanzar es que ellos reconozcan que necesitan organizarse y con objetivos prácticos alcanzables. Creo que uno de los principales es que se abran los canales para la negociación colectiva, que es lo que además recomienda la OCDE.

¿Qué se necesita mejorar al respecto?
-La negociación colectiva es el momento en que se ponen en la mesa las aspiraciones de los trabajadores y las posibilidades de los empresarios. La iglesia siempre ha defendido la necesidad de diálogo y en las condiciones de hoy, no hay un diálogo entre iguales, sino que se debe acatar lo que digan los empresarios. En Chile, el 80% de las empresas son pequeñas y medianas y se tiene que negociar sólo a nivel de la empresa. Y si hay sólo diez trabajadores, ¿qué poder de negociación tienen? Si se juntaran muchas empresas de ese tipo para negociar, los trabajadores podrían tener poder. Pero eso requiere que los empresarios acepten, así que es un predominio total de ellos.

A propósito de la discusión en torno al salario mínimo, ¿qué monto le parecería justo?
-Yo creo que lo que propone la CUT, un salario de 180 mil pesos, es lo mínimo. Aún es escaso, pero es realista. Los empresarios están ofreciendo sólo cinco mil pesos más. Y han subido la locomoción, que está carísima, y los trabajadores son los que más la usan. Entonces, ese es un contrasentido muy grande. Eso de que subir el salario mínimo atenta contra el empleo es una falacia. Los grandes empresarios dicen que con esto se preocupan de las pequeñas empresas y del empleo, cuando en realidad son ellos los primeros en despedir a la gente. Se vio después del terremoto, cuando se produjo una gran cantidad de despidos injustificados y el gobierno tuvo que intervenir.

BACARREZA Y GONZÁLEZ

La iglesia durante los años de la dictadura, y también antes, fue una iglesia con curas choros, comprometidos con los más débiles. Hoy, en cambio, sabemos más de curas preocupados de los temas de moral sexual por sobre la justicia social. ¿Qué pasó?
-El sexto y noveno mandamiento, no fornicar y no desear la mujer del prójimo, son temas profundos en la iglesia. Ha habido épocas en que nadie se confesaba de otros temas más que de haberse masturbado o haber cometido adulterio. Esos eran los pecados, entonces está muy metido. Pero mucho más importante que eso es el mandamiento de amor a Dios y al prójimo. Y el prójimo es el más pobre, el excluido, el mapuche.

¿Y por qué la iglesia parece haberse olvidado de ellos?
-Hoy, con muchos sacerdotes jóvenes sucede lo contrario de lo que sucedía en mi tiempo. Nosotros salíamos del seminario y teníamos demasiado entusiasmo por el evangelio, por identificarnos con los más débiles. Hoy, mucho clero joven es muy pasivo frente a estos temas. Y como son inseguros, parecen también muy autoritarios y eso hace que mucha gente se margine. En la iglesia, desde Roma para acá, ha habido una reacción que a mí me da pena. En torno a los nombramientos de obispos, a Brasil, por ejemplo, que ha tenido un episcopado luminoso, que ha sido realmente una iglesia de los pobres, le han enviado una serie de obispos que la van a convertir en una iglesia más pasiva.

¿Por qué?
-Es que el tema social exige una manera de ver la realidad que no es la que hoy predomina. Hoy se practica una teología que parte de la verdad y baja a la realidad. Y el tema social necesita partir de la realidad y descubrir ahí los signos del reino, que es lo que dijo el papa Juan XXIII en el Concilio Vaticano Segundo. Tenemos que tener la conciencia de que no toda la verdad la tenemos en la iglesia, pero eso no sucede hoy.

¿Cree usted que el papado de Juan Pablo II significó un retroceso para la iglesia?
-En las materias internas de la iglesia fue un retroceso. Le dio mucha importancia al nombramiento de obispos seguros de su verdad, en vez de nombrar obispos dispuestos a descubrir los signos del reino en la realidad. Durante el concilio se habló mucho de los pobres y Juan Pablo II al principio también habló de eso, pero después lo dejó.

Usted tiene un hermano que es cura del Opus. ¿Cómo se llevan?
-Nos vemos poco, aunque hay un afecto muy grande. Pero la espiritualidad del Opus Dei no calza conmigo; eso de que haya cosas que uno tiene que aceptar, simplemente porque son así… son muy dogmáticos y eso se presta para mantener las injusticias de hoy. A los Opus les interesa acercarse a los líderes y a mí todo lo contrario. Yo no acepto esas cosas. Si Cristo hubiera pensado así, no habría elegido a los apóstoles que eligió.

El cura Felipe Berríos criticó la posible designación del obispo Opus de San Bernardo, Juan Ignacio González, como nuevo arzobispo de Santiago, por sus vínculos con la dictadura. ¿Qué piensa usted?
-Yo pienso lo mismo que Berríos. Juan Ignacio, aunque es simpático, tiene una estructura mental que no calza con gran parte de la iglesia, con la cual yo me identifico. Dios no quiera que él sea nominado, necesitamos a un arzobispo que acoja a todos.

El obispo Felipe Bacarreza y el cardenal Medina criticaron duramente a Berríos por sus declaraciones. ¿Qué le pareció?
-No me extraña, ese es el estilo de esa gente. Son personas que no admiten la diversidad de opiniones, porque piensan que ellos tienen la verdad. Y eso predomina en la iglesia jerárquica.

“LA CONAF”

¿Qué piensa del caso Karadima? ¿Lo conoce personalmente?
-Lo conocí en el seminario. No es sólo de ahora esa especie de dominación sobre las personas, ese molde en el que los mete. Nosotros a los de El Bosque les decíamos “la Conaf”. Todos tienen la misma estructura mental, una adhesión total a Karadima, son como una cofradía. Pero me sorprendí con las denuncias, yo nunca estuve tan cerca.

Andrés Murillo, uno de sus denunciantes, dijo en The Clinic que Karadima se jactaba de ser discípulo del padre Hurtado, pero que ignoraba absolutamente la parte social de su enseñanza.
-Ellos tienen muy a flor de labio al padre Hurtado. Pero cuando él preguntaba “¿Es Chile un país católico?”, era justamente por la situación de miseria e injusticia social. Y eso a ellos no les importa mucho. A ellos les gusta la caridad, entregar el paquetito, pero no ayudar a producir los cambios.

¿Qué piensa de la crisis de la iglesia a nivel global?
-La verdad nos hará más libres, dice San Pablo. Vivimos en una sociedad tremendamente comunicada y la iglesia ha sido siempre muy secreta. Los sacerdotes se supone que son personas que hacen una consagración a una vida que no puede incluir ese tipo de cosas. Además, la gente nos esta pasando la cuenta, porque ha sentido el rechazo de la iglesia.

¿Y del rol que ha jugado Ratzinger?
-A mí no me gustaba para nada él, pero creo que ha hecho lo correcto. Ha dejado de ser un juez para ser un pastor de toda la iglesia.

PUTAS Y MILICOS

Usted ha trabajado con prostitutas. ¿Qué piensa de la prostitución desde una mirada moral?
-Creo que es una degradación de la mujer, no es algo sano ni correcto. Pero más allá de esa condena, lo importante es qué se puede hacer con las personas que se dedican a eso.

El cliché dice que es la profesión más antigua del mundo, ¿es hora de regularlo? ¿O hay que eliminarlo?
-Hay que reconocer su existencia y tratar de que sea lo menos dañino posible. Y buscar las causas de por qué hay mujeres dedicándose a eso. Hay una hipocresía muy grande en la sociedad, porque se condena a esas mujeres, se les mira en menos, y por otro lado, se les busca.

El año pasado visitó a Mauricio Hernandez Norambuena en la cárcel en Brasil. ¿Cómo lo vio?
-Fue una experiencia dura. Él está en una cárcel de puro cemento, sale dos horas al día, no tiene radio, ni televisión, ni prensa. Su hermana viaja y lo visita, pero menos de una vez al mes. Es una destrucción de la persona, una tortura. Pero él es un hombre muy fuerte y se ve bien. Este régimen tan extremo puede durar sólo unos meses, y él ya lleva varios años. Eso es una venganza de los empresarios de Sao Paulo, de los cuales él secuestró a uno muy poderoso. Y cada vez que aparece la posibilidad de flexibilizar su condena, ellos se mueven para impedirlo.

¿Qué piensa del indulto Bicentenario?
-Siempre he sostenido que en Chile debiera haber un indulto para las personas mayores de 75 años y para los enfermos terminales.

¿Qué piensa de que se le aplique a militares en retiro?
-Me cuesta mucho aceptarlo. Creo que en algunos casos, por enfermedades o porque si no hacían lo que les mandaban los mataban, está bien. Pero me resisto a aceptar un indulto a personas que tenían mando y que no han dado muestras de arrepentimiento.

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