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Opinión

25 de Julio de 2010

Pisándose la huasca: TV digital, Chilevisión y el Señor Presidente

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POR SERGIO GODOY ETCHEVERRY
DESDE LUGANO, SUIZA ITALIANA
Se lo dijeron sus adversarios, sus compañeros de coalición y el líder de su propio partido: deshágase de este cacho. Pero ya es tarde. Sebastián Piñera no vendió Chilevisión cuando debía. Ahora tiene que decidir una serie de materias muy relevantes en TV, algunas de las cuales cambiarán para siempre al medio de comunicación más influyente del país. Lo feo es que, haga lo que haga, su bolsillo se verá afectado. Eso perjudica el prestigio del cargo que ejerce, y nos afecta a todos y no sólo a él.

Quiero ser imparcial. Como ciudadano y empresario, la gestión de Piñera en Chilevisión fue brillante: compró un canal por 20 millones de dólares y lo valorizó por ocho en pocos años. No interfirió en su línea editorial, y el público ha votado a favor de la oferta programática, a ratos tonta, pero muchas veces interesante, novedosa y entretenida. No es su culpa que en 1993 el CNTV, con la venia del gobierno de entonces, autorizara una venta encubierta del canal 11 de la Universidad de Chile a un tercero, Chilevisión (creado en ese momento con aportes de Venevisión de Venezuela), mediante la folclórica figura de un usufructo a 25 años…y que al final no implicaba el traspaso de la señal, porque la ley lo prohibía.

Piñera tampoco tiene la culpa de que la presidenta Bachelet haya enviado al Congreso un proyecto de ley de TV digital deficiente y obsoleto, consistente en una suma de parches a la ley actual de TV. “Televisión” desde hace tiempo incluye a la TV de pago y a internet, pero ellas no están consideradas y por mientras avanzan en silencio. En cambio, la propuesta quiere satisfacer a diferentes grupos de presión: TVN se mantiene para toda la eternidad, mientras que el mandato de la BBC se revisa cada 10 años. Los parlamentarios por fin exigirían cuentas a TVN y al CNTV. El CNTV seguiría existiendo separado de la SUBTEL con sus respectivos funcionarios y directivos, aunque sería más sensato combinarlos en un solo ente regulador convergente. Los canales pequeños en provincias, que astutamente presionaron a sus parlamentarios, también obtuvieron la promesa de concesiones especiales. Y los canales de TV abierta, principal vitrina de promoción de los políticos de todos los colores ideológicos, obtienen gratis, sin concurso ni sorteos, concesiones digitales de 6MHz por un plazo muy superior a los 8 míseros años vigentes en EEUU. Tratar de conciliar estos intereses no es malo en sí, pero la realidad va más rápido.

Todo se entrampa porque quien ejerce como Presidente es dueño de un canal de TV que recibiría -si se aprueba la ley en el Congreso- una concesión digital de manera automática y gratuita. El mandatario además es el patrono de la Universidad de Chile, titular de la concesión que Chilevisión administra. Como si fuera poco, también le corresponde designar a los presidentes del CNTV (regulador de la industria) y del directorio de TVN.

Sinceramente creo que Piñera debe estar aproblemado y haciendo esfuerzos serios por vender Chilevisión. Pero quiso irse a la segura: vendo si me eligen, dijo. Tratar ahora de vender a un precio “adecuado” es también irse a la segura. Gente como Lautaro, Carrera, O’Higgins o Prat son admirados por lo que fueron capaces de sacrificar; eso explica que Allende sea respetado pese a lo polémico de su mandato. La única manera de Piñera de salir airoso es que regale Chilevisión y asuma la pérdida de 160 millones de dólares en que llegó a valorizarse. Lo lamento por el ciudadano-empresario, pero es lo único que puede redimirlo ante los ojos del país a estas alturas.

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