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LA CALLE

12 de Agosto de 2010

Yo soy pobre pero no estoy en las estadísticas

Marcelo Mellado
Marcelo Mellado
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Media novedad, aumentó el número de patipelados, por no decir pobres, creció la brecha entre ricos y pobres, y queda el escándalo. Toda la histeria de los cuicos culiaos culpógenos que, ahora que están en el gobierno, sienten responsabilidad social y hablan de lo hablable y dicen lo que hay que decir. Obvio que los culpables son esos mismos que gobernaron y también los que mantienen el modelo. “Un duro golpe en la lucha contra la pobreza”, dicen los ricos; “¿qué pasa con el gasto social?”, se preguntan los politicastros, los curas y los expertos entrevistados por reporteros de noticias. Pero seamos claros, los entrantes y los salientes son culpables de la culpabilidad misma. En una de esas hay que creerle al Aliste Vega: “mientras haya injusticia habrá rebelión” (aunque no tení pa qué matar pacos). Necesitamos una revolución express, algo rápido, aquí y ahora, para desplegar el odio correspondiente.

Disculpen pero quiero echar chuchadas contra todos los opinantes de la opinión opinante que opinan de lo opinable. Una leve opinión, los patipelados somos más de lo que dicen, el instrumento de medición es como el hoyo o parte de criterios dudosos, de esos que dan por sabido cosas que no nos hemos preguntado, como ¿qué es la pobreza, cómo medirla, qué se mide cuando se mide, qué entiende el instrumento por no pobre? Otra corrección: el que dice pobre no lo es. La encuesta Casen es un acto de violencia, material y simbólica, contra el pueblo chileno, al menos la noticia que promueve la encuesta, y toda la moralina de curas y políticos.

Los pobres no hablan, sólo los que hablan de la pobreza, que no son pobres; cuando los pobres hablan lo hacen a través de la tele, gracias a un reportero que da por supuesto que está frente a un pobre que le va a contestar lo que el medio necesita, pero en realidad no hablan. Los pobres son un tema, son una “minoría” que tiene problemas, porque recibe bajos o bajísimos ingresos. Yo soy pobre, pero no estoy en las estadísticas por temas de criterio. Una vez yo vivía en el campo, por aquí por la cordillera de la costa, y postulé a un programa para regularizar títulos, y de la municipalidad respectiva me hicieron una encuesta, y por el sólo hecho de haber pasado por la universidad quedaba fuera, es decir, fui discriminado.

La encuesta demostró que el modelo económico es malo, malo para los pobres efectivos, pero debe ser la raja para los que se benefician de él. ¿El problema no serán los ricos o el modelo económico hecho a la medida de aquellos que ganan en demasía? Las palabras clave aquí son viejas: la usura, el monopolio, la sobreganancia, el modelo, las injusticias estructurales, la falta de tributos a la riqueza, etc. Los deciles y los percentiles, y en general las cifras que arroja la estadística están al servicio de un instrumento que, en lo personal, no sé si servirá para algo, pero nos hace hablar y le da supremacía estratégica a un ministerio raro que es el Mideplan, que al parecer acuna a algún mesianismo fascinante desde el punto de vista retórico, pero que deja la zorra.

Ha llegado la hora de la violencia y las revoluciones, y no porque uno quiera u opte por las catástrofes, es la elemental lógica de los conflictos sociales. Alguien tiene que pagar por esto. No se trata tampoco de llegar y salir a la calle para inmolarse, pero hace rato que estamos padeciendo la violencia social, delictual, empresarial, institucional, etc. Lo peor es que es tal la involución que una buena cantidad de patipelados efectivos cree en los ricos culiaos como entidades dadoras de recursos y solucionadores de problemas. Por eso la hiperviolencia va a venir, por lo que me tinca, de nuestros flaitongos más recios, junto con la población provinciana victimada por el invierno y el posterremoto y el alza del costo de la vida, y la cesantía, y se extenderá a los profes (ex colegas), y el resto del huevonaje. Yo me conformo con echarme un mall, lo tengo elegido, completito. Saquearlo con lógica distributiva y no dejarle ningún vidrio bueno. Por comentar algo, digo yo.

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