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Opinión

29 de Agosto de 2010

Mujeres: Ni un paso atrás

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POR CARMEN ANDRADE LARA / Ex ministra del Sernam.
Las mujeres chilenas hemos recorrido un largo camino para conquistar nuestros derechos y enfrentar las discriminaciones. Participamos activamente en la recuperación de la democracia “en el país y en la casa”, aprendimos a luchar unidas desde las organizaciones sociales y políticas. Logramos crear el SERNAM, incorporamos los temas de género en la agenda pública, y apoyamos decididamente la gestión de la Primera Mujer Presidenta.

Durante las dos últimas décadas se impulsaron diversas reformas legislativas y políticas públicas, para afrontar la violencia intrafamiliar, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, reconocer los diversos tipos de familia, la igualdad jurídica de los hijos e hijas y el derecho de las personas a acceder a distintos métodos anticonceptivos. Asimismo, se triplicaron los jardines y salas cunas, se aprobó el código de buenas prácticas laborales y la reforma previsional, que corrigió las desigualdades de género reconociendo el valor de la maternidad y del trabajo doméstico.

Hoy Chile se sitúa como el país latinoamericano con mayor índice de desarrollo humano de la región. “un 65% de la población declara que su familia vive hoy mejor que hace diez años. En efecto, cuando los chilenos observan retrospectivamente los cambios recientes, aparece un gran reconocimiento de que las oportunidades han aumentado. Oportunidades para elegir y expresarse libremente, para realizar proyectos y aspiraciones, para lograr el nivel educacional al que se aspira, en términos generales, mayores oportunidades para alcanzar una buena calidad de vida, opinión compartida en todos los estratos socioeconómicos”. (Informe Desarrollo Humano PNUD 2008).

Mirar nuestra historia nos muestra lo avanzado, mirar hacia el futuro nos demanda perseverar para superar las desigualdades que persisten, y que afectan especialmente a las mujeres más pobres. Nuestros avances no han sido fáciles, hemos debido desafiar a los sectores que se resisten a las transformaciones sociales y culturales, a los que le temen a la libertad de las mujeres, a los que, guiados por viejos prejuicios y estereotipos, nos acusan de querer destruir la familia y de promover “la guerra de los sexos”.

Sin embargo, lo logrado hasta ahora no nos garantiza que los avances seguirán a futuro. Si bien hay procesos culturales que difícilmente se revertirán, si la legislación, las políticas públicas, los contenidos de la educación, se orientan por visiones conservadoras, es indudable que pueden producirse retrocesos en los derechos y libertades de las chilenas.

Hasta hoy las señales del gobierno son contradictorias. Se dice que se estimulará el empleo femenino pero, paralelamente se oponen a mejorar el salario mínimo, aunque está demostrado que los bajos salarios son uno de los factores claves que desincentivan la participación laboral de las mujeres. Se anuncia que se aumentará a seis meses el permiso post natal, y luego se relativiza el compromiso con fórmulas flexibles que implican incluso reducir el pre natal. Se dice que se debe fortalecer la familia, pero se cuestionan las políticas de apoyo a las jefas de hogar, que corresponden a un tercio de las familias chilenas. Se promueve la conciliación entre la vida familiar y laboral a costa de precarizar el trabajo de las mujeres para que cumplan simultáneamente diversos roles. Lo que es peor, en los centros que acogen a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, desde ahora se atenderán también a sus agresores, porque les parece peligroso que las mujeres se empoderen, al fin de cuentas, “lo más importante es la familia unida”.

En este escenario las mujeres levantamos nuevamente nuestra consigna ¡NI UN PASO ATRÁS¡

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