Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

29 de Agosto de 2010

Respecto al vergonzoso artículo 58

The Clinic
The Clinic
Por

(Carta de un profesor de Religión de Villa Alemana en referencia a la medida que permite la revisión corporal de los profesores de la Corporación Educacional de esa comuna)

No se trata de buscar el modo más digno y decoroso posible para revisar a los trabajadores (y los profesores, lo somos). Tampoco se trata de confiar en que esa medida no nos afectará a nosotros porque nuestro Director no está dispuesto a aplicarla y porque él cree que ningún otro director criterioso lo hará.
En las palabras de nuestro Director subyace una verdad preocupante: que la ejecución de este artículo queda sujeta a la voluntad (o arbitrio) de las autoridades de turno. Y -él cree, entonces- que deberíamos confiar en esa eventual buena voluntad.
El hecho concreto es que la ley es la ley y se puede aplicar. Quien lo haga, actuará amparado en la legalidad. Nadie podrá discutir lo contrario.
Vale decir, también, que no debe confundirse lo legal con lo legítimo. Lo primero tiene que ver con la ley imperante (que no siempre es justa), lo segundo, con la ética y la moral. Por ejemplo, bajo una dictadura se puede promulgar una ley que obligue a denunciar a quien emita expresiones en contra del régimen. Eso podrá ser legal, pero en conciencia a mi no me obliga si yo la considero ilegítima, según los principios éticos o morales que rigen mi vida.
Podemos aseverar que esta medida podrá ser legal, pero no es legítima. Es vejatoria.
En el trasfondo o como contexto de esta grave especificidad legal aparecemos, una vez más, retratados como un gremio que va descendiendo ostensible y penosamente en la escala de la dignidad. Simplemente -y hemos de admitirlo- nos dejamos “basurear” y “ningunear” por el que quiera, y cuando quiera.
En clases, este viernes recién pasado, un alumno de quinto básico le dijo a otro -“¿Viste la tele? ¡Apareció esta escuela!” -“¿Y por qué?”-preguntó el otro. -“Lo que pasa es que dicen que los profesores están robando y por eso ahora les revisan las mochilas cuando se van a su casa”-espetó el primero. (textual!!)
(Pocos colegas usan mochila pero deben haber visto la mía a pocos metros de su comentario. Tal vez, debo ser el primer sospechoso para ellos).
Parece ser que hemos llegado a tal punto, que ni siquiera “sobra” un poco de respeto para que el alumnado nos lo brinde. Y ya no debe ser porque el alumnado de estos tiempos ha perdido los valores. Al contrario, estos alumnos y sus apoderados podrán argüir que no tienen por qué respetar a profesores sin valores. ¿Cómo un ladrón podría merecerles alguna clase de consideración?
Con todo el respeto que me merece cualquier trabajador -al tenor de estos últimos acontecimientos-, pareciera que nuestra función (que antes se consideraba apostolado), hoy por hoy, no es más importante que la de un empleado de supermercado.
Ojala nos levantemos y defendamos nuestra dignidad cada día peor parada y más mal herida, sin olvidarnos de ese antiguo decir: “la culpa no es del chancho sino de aquel que le da el afrecho” o sea, nosotros, en este caso.
Bendiciones a mis colegas y que tengamos una preciosa semana colmada de los milagros y bienaventuranzas que tanto necesitamos.

Aldo Mario González
Profesor de Religión (Desarrollo Personal y Formación Valórica)
Escuela Latina Inés Gallardo Orellana
Liceo Tecnológico Villa Alemana

En Villa Alemana, agosto 30 de 2010

Notas relacionadas