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LA CALLE

17 de Septiembre de 2010

Ya se lo preguntaba Julio Martínez: ¿Por qué va tan poca gente al estadio?

Por Gonzalo Córdova V. Las soluciones tienen que pasar por bajar el precio de las entradas, mejorar la calidad del torneo y que se busquen formas a través de las cuales se pueda integrar la comunidad a los clubes, hacer que estos sean más inclusivos, y que se den cuenta que sin gente no hay espectáculo.

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Por Gonzalo Córdova V.
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En las últimas semanas se ha instalado en los medios de comunicación dedicados al deporte, la discusión del por qué la baja asistencia a los partidos del torneo profesional de fútbol. En esa discusión han opinado, dirigentes, periodistas y políticos. Dentro de las causas que se han nombrado, están entre otras:

1- violencia en los estadios.
2- nivel del espectáculo.
3- precio de las entradas.

Como parece que el punto 2 es muy difícil de mejorar y el punto 3 se prefiere no mencionar más, el medio se queda con la opción 1, la violencia en los estadios y la solución que se plantea es la eliminación de las barras.

Yo estoy en contra de esa medida, primero porqué me parece que no va a solucionar de ninguna manera el problema principal que es que la gente vuelva a ir al estadio. Ya que en la realidad vemos que solo 3 equipos del fútbol profesional tienen estas barras con alto nivel de organización. Vemos que en partidos de Santiago Morning por ejemplo hay menos de 1000 espectadores cuando se enfrenta a algún equipo de regiones. Estas estadísticas se repiten en varios equipos de primera y segunda división.

Por el contrario vemos, que cuando alguno de los equipos de regiones recibe a un grande, las asistencias superan por mucho el promedio de sus otros partidos en casa, mostrando así que no existe relación entre la baja asistencia a los estadios y la existencia de barras organizadas. Es más, vemos que cuando se juegan los clásicos y los equipos andan bien, el estadio se llena (como cuando había clásicos en ronda de play-offs), cosa que probablemente pase en los 3 clásicos del año que quedan, ya que estos 3 equipos pelean palmo a palmo el torneo.

La impresión que me da a mi este asunto es que a través de este discurso lo que se quiere fomentar es el modelo inglés (solo inglés, en el resto de Europa no es así) de espectáculo, donde el partido se tiene que ver sentado, donde no se pueden llevar grandes banderas, ni nada que haga de las tribunas una fiesta y cobrando entradas carísimas para un trabajador promedio. El problema con este modelo de fútbol es que deja de ser inclusivo y pasa a ser exclusivo, excluyendo a una gran cantidad de gente que se ve incapacitada de asistir regularmente y menos en familia. Este modelo nos plantea que la experiencia de ir al estadio tiene que ser algo similar a la experiencia que hoy genera ir al cine, una experiencia etérea y donde el espectador es solo un observador no participante, más acorde con la idea de consumidor – cliente que la idea de socio de un club.

Yo quiero defender al fútbol como pasión, quiero poder ver el fútbol como un deporte popular, para todos, inclusivo, que se vive como una fiesta, que se puede alentar, ver de pie, gritar, putear. Y es en ese sentido creo que las barras ayudan a que sea un espectáculo así. No estoy a favor de la violencia, no la justifico ni jamás me pelearía con nadie por algo relacionado con el fútbol. Pero en lo que quiero hacer hincapié es en que no se disfrace el problema para justificar medidas tendientes a hacer el fútbol menos inclusivo.

En las canchas nacionales, podemos ver, mostrando el mismo ejemplo de Santiago Morning que hace de local en La pintana y que tiene un precio de entrada de $5000. Si suponemos que asiste con sus 2 hijos, o su pareja y un hijo, sumamos un total de $15000, más los gastos de transporte (otros $3000 más), más comprar un sándwich, una bebida o maní, estamos hablando de más de $20000 lo que es alrededor de un 10% del sueldo de muchos trabajadores del país. Así es imposible pensar que una familia de trabajadores promedio asista regularmente al estadio.

Creo también que la mayoría de los que asisten regularmente a los estadios del fútbol chileno, le gusta como es su club, su gente. Nos gusta ir a ver a nuestro equipo con todo el folklore que tiene y que merece ser revalorizado. Se habla de atraer un público diferente, algo así como el público que tiene la selección cuando juega en Santiago. Eso sería lo peor que podría pasar, todos viendo el partido en silencio cuando está complicado dentro de la cancha, sentados, pagando precios altísimos por consumir algo adentro, habiendo pagado más de $8000 por una entrada. Claudio Bravo, durante las eliminatorias pasadas habló de que echaba de menos al público pelusón que se manifestara. Yo comparto plenamente ese reclamo. Es más, si vemos detalladamente la forma más común del ver el fútbol, no es en la forma que se hace en Inglaterra o en España. En todo el resto de Europa, Italia, Alemania, Francia, Grecia, Croacia, etc. y ni hablar en Latinoamérica, el fútbol se vive y se ve como se hace acá, con folklore, cantos, ruido y de pie.

La forma de solucionar los problemas complejos, no es a través de soluciones fáciles, ni inmediatas, sino que a través de una mirada más amplia del problema, considerando también sus causas. Para los hechos de violencia, que no son muchos, pero existen, habría que analizar, quienes son exactamente quienes los cometen, pensar en por qué lo hacen y buscar también un porque a nivel de la sociedad, ¿será que vivimos en una sociedad violenta para mucha gente? Además, con las últimas informaciones acerca del accionar de Carabineros de Chile en distintos tipos de manifestaciones, ¿no cabría también preguntarse el rol de estos en la violencia en los estadios?

La solución más fácil es cerrar las puertas a estas barras, a esta forma de vivir el fútbol para dar paso a este modelo inglés, que generó el desplazamiento de las masas del fútbol, haciéndolo una entretención solo disponible para los que podían pagar más, que traspasó la violencia que ocurría dentro de los estadios de fútbol a las calles, en particular a los bares donde los ingleses se juntan a ver los partidos.

No creo que esta sea la solución al problema, las soluciones tienen que pasar por bajar el precio de las entradas, mejorar la calidad del torneo y que se busquen formas a través de las cuales se pueda integrar la comunidad a los clubes, hacer que estos sean más inclusivos, y que se den cuenta que sin gente no hay espectáculo. Creo que en este punto cada club deberá diferenciarse e identificarse como mejor le parezca y haciendo así que los clubes generen espacios de sociabilidad para que la comunidad se identifique más con el club, ya sea por compartir una comuna, pertenecer a una colonia, por grupo de amigos, entre otras.

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