Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

13 de Noviembre de 2010

A los tibios los vomitaré

José Andrés Murillo
José Andrés Murillo
Por


El último de los libros de la Biblia, el Apocalipsis, tiene múltiples interpretaciones posibles, pero una de ellas es bastante segura: es un mensaje a las comunidades cristianas que estaban naciendo. Este mensaje está lleno de consejos y advertencias, como aquella, una de las más duras de la Biblia: “a los tibios los vomitaré”( (Ap. 3,16). Se trata de un dardo que apunta a los que dirigen las comunidades y que gracias a su investidura se han enriquecido y han adquirido poder Ap. 3,17). El poder y las riquezas desorientaban a los que dirigían a las iglesias, los volvían sordos al Espíritu (Ap. 3, 21), es decir, a la voz del mundo. Muchas veces se utiliza esta advertencia para lo contrario: para manipular a los cristianos a seguir y obedecer ciegamente a sus dirigentes, pastores, sacerdotes, obispos, confesores. La verdad es muy distinta, la advertencia apunta a estos mismos dirigentes, pastores, sacerdotes y cardenales que, enriquecidos y llenos de poder, se vuelven sordos a la voz del mundo y se profesionalizan.

No hay nada más peligroso que el poder profesionalizado, sobre todo el poder político y el religioso, pues como profesión (no como vocación) consideran al mundo como un medio para asegurarse a sí mismos, para eternizarse en su lugar. Y asegurados de esta manera, esclerotizados, sólo escucharán a quienes los alaben, mientras que el resto, los que desafían, los que llaman a la puerta (Ap. 3, 20), serán excluidos, serán considerados enemigos de la iglesia o del partido. Es así como las iglesias y los partidos políticos se vuelven cobardes, tibios, porque no corren el riesgo de escuchar y ser interpelados por el mundo, y en esta sordera, serán vomitados.

La cobardía no significa simplemente tener miedo, sino encerrarse en sí mismo, no querer escuchar, odiar a los que están fuera, expulsar indiscriminadamente para identificar un afuera que pueda crear un adentro seguro. La valentía, por otro lado, no es falta de miedo sino, según Platón, es la sabiduría que ayuda a discernir aquello que debe ser temido y aquello que debe ser enfrentado. Una verdadera ética deberá centrarse en estos conceptos clave, en la cobardía y en la valentía, puesto que no revelan lo que hay que hacer y lo que hay que evitar, sino que enseñan a escuchar el mundo y discernirlo para actuar a partir de esta escucha.
::::::::
Ilustración: “Su Ilustrísima llegó flaco, pálido, triste i a fuerza de banquetes está ahora a punto de reventar”. El Fígaro. Santiago. Imprenta Chilena, 1899-1903. 4 v., n° 21, (1899).

Temas relevantes

#Iglesia Católica#Religión

Notas relacionadas