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Opinión

21 de Noviembre de 2010

Ricardo Kirschbaum, editor del diario argentino Clarín: “Si a Bielsa le pasaron la factura por su actitud con Piñera, me parece un disparate”

Verónica Torres
Verónica Torres
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Es conocido en Argentina por sus comentarios políticos, por el libro que escribió en coautoría sobre la guerra de las Malvinas, por su larga trayectoria como periodista. Asumió como editor general, justo cuando Kirchner se hizo Presidente. Acá analiza su figura, ese estilo confrontacional que Clarín conoció bien; y también opina sobre Bielsa, un tipo que le agrada y a quien encuentra, sobre todo serio, coherente.
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¿Qué le parece que Bielsa haya dejado la selección chilena?
Me parece que es coherente con la personalidad y la conducta de Bielsa. Siempre ha sido una persona que actúa de acuerdo a sus principios y en un mundo donde la palabra parece tan disuelta, esto es un indicio de que hay conductas que se mantienen interesantes. A mí me agrada mucho.

En el diario deportivo Olé decían que esta conferencia de prensa tan larga y sentida que dio Bielsa era ejemplo de su egocentrismo y de que el personaje lo había sobrepasado.
Bueno, como en todo, no hay unanimidad sobre él. Y tiene conductas que a algunos les puede gustar o disgustar porque, como se sabe, en el fútbol hay muchos intereses y quizás Bielsa no le dio paso a esos intereses. Aquí, Bielsa fue bastante retraído en cuanto a su vinculación con la política, pero no sé qué actitud tuvo cuando saludó al Presidente Piñera al regreso de Sudáfrica…

No quiso darle la mano.
Es una cuestión muy personal. A mí me parece que tiene derecho a manifestar su propia opinión sobre lo que considera una apropiación de méritos ajenos como ocurre muchas veces en la arena política.

En Chile se dice que la salida de Bielsa es una pasada de cuenta, justamente, por ese rechazo.
No podría contestar porque no conozco la interna chilena, pero acá en Argentina el fútbol y la política están muy entremezclados, en las cosas buenas y aún en las muy malas. El episodio de la utilización política de las barras bravas es un hecho público. Aquí hay un chico del partido obrero que fue muerto de un disparo y presumiblemente los actores eran barras bravas contratados para actuar por un sindicato. Eso demuestra esa zona oscura que existe entre el fútbol y la política. Ahora, si a Bielsa le pasaron la factura por esa actitud que tuvo ante Piñera me parece un disparate.

LA MUERTE LLEGA

¿Qué lectura hace de la muerte de Kirchner?
La muerte llega. Y Kirchner era un enfermo cardíaco que tuvo un episodio con la carótida en febrero, en septiembre tuvo un problema coronario y luego tuvo este tema. Era un hombre muy pasional, intenso, controlador. Le gustaba trabajar mucho y se involucraba, personalmente, en temas mayores y menores.

¿Por ejemplo?
Si tenía que reprender a un intendente del gran Buenos Aires, lo hacía telefónicamente. También le gustaba mucho el fútbol y quería que Racing -su equipo- jugara de cierta manera con tantos jugadores. Incluso se involucraba en eso. Y, por otro lado, todos saben que la estrategia política de Kirchner era crear un adversario. Él siempre estaba creando antinomias muy claras y nítidas y eso implica un estado de crispación y de permanente fricción.

¿Esa estrategia es la que hace crecer a Kirchner en aprobación?
Sin duda, y fue un proceso gradual donde tuvo aciertos. El acierto de generar trabajos en un país devastado, el de cambiar la Corte de Justicia, el de regular la deuda externa. Inclusive, el de retomar la cuestión de Derechos Humanos y llevarla a un punto distinto. Lo cuestionable acá fue que se utilizaran los Derechos Humanos en términos de facción. El gobierno de Kirchner hizo un juego con la dictadura que ocurrió hace 30 años estableciendo quiénes estuvieron a favor y quiénes en contra de acuerdo a su propio criterio. Entonces se inventaron historias personales de lucha y resistencia que no existieron y se anatematizó a cualquier otro que no coincidiera con esa visión, porque era una forma de dividir la sociedad y la sociedad argentina todavía está dividida.

¿Como la sociedad chilena, a raíz de la dictadura?
Es decir, por la dictadura había diferencias. Ahora la Argentina está dividida políticamente y este mito ha separado amistades, familias, es una cuestión de mucho fervor. A mí me llamó la atención una conversación que tuve con el periodista americano Jon Lee Anderson donde él decía que el compromiso político que veía en la Argentina, es decir, el sectarismo político, era comparable con el que había percibido en Iraq. Y me preocupó muchísimo que un americano que en esas sociedades devastadas por la guerra, por la inversión americana, haga ese diagnóstico de Argentina.

¿Esa división irreconciliable tiene que ver con la forma en que se instaló el kirchnerismo?
Tiene que ver con eso y también con la oposición. Porque acá no hay diálogo entre la oposición y el gobierno. No hay espacio de consenso. Acá se gana o se pierde.

¿Hace mucho que el panorama político no estaba así?
Creo que desde la vuelta a la democracia esta es una faz muy aguda. La Argentina no puede superar ese canibalismo político que existe. Estamos como congelados en un país inmaduro políticamente que no puede metabolizar las diferencias y pasar a un estado civilizado. Las diferencias son mortales y Argentina tiene demasiado sufrimiento encima como para seguir fomentando ese tipo de cuestiones.

¿Este canibalismo político hacia dónde podría llevar al país? El próximo año son las elecciones presidenciales.
Yo aspiro que el proceso democrático que se reinició el 83 se siga consolidando y las elecciones del 2011 determinen la preferencia popular. Ahora, la democracia en Argentina tiene cuestiones profundas de convivencia y de alguna forma hemos hecho progresos, pero todavía tenemos que trabajar mucho en la consolidación de las instituciones democráticas y sobre todo en la democracia entre nosotros. Eso me parece que lo tenemos que trabajar y cada uno tendrá que hacer su autocrítica sobre cómo contribuye a este estado de crispación de la sociedad argentina, pero no me parece que sea un método maduro.

ENTRE PERÓN Y KIRCHNER

El peronismo es muy complejo de entender para un extranjero. Sobre todo porque acoge desde Néstor Kirchner hasta Carlos Menem. ¿Durante su gobierno Kirchner logró distanciarse del peronismo cercano a la derecha?
El peronismo es un movimiento. No es un partido político y como movimiento está compuesto por muchas fracciones. En el peronismo existían las organizaciones guerrilleras, muchas de inspiración marxista y los sectores de derechas ultrafascistas y una gran franja de centro que osciló siempre de acuerdo a lo que más marcaba Perón. Kirchner era un peronista típico que incorporó sectores de la izquierda, organizaciones de Derechos Humanos, que estaban sueltos en Argentina y tuvo el apoyo del partido comunista actual. Pero Kirchner se asentó en el poder de la mano del sindicalismo ortodoxo y de la estructura de los intendentes bonaerenses, muchos de los cuales son caudillos de mucho tiempo, con lo cual hay un especie de mixtura entre la izquierda que fue incorporada. Kirchner se acercó a esa ala más ortodoxa, gobernó con ellos con medidas hacia los progresistas para retenerlos junto a él. Pero su base política de sustentación fue el peronismo sindical, el peronismo tradicional, que no es de derecha, sino que es peronismo. Difícil de comprender, pero peronismo.

La gente comparaba la muerte de Kirchner con la de Perón. ¿Hay alguna relación?
La muerte de los grandes líderes políticos siempre tienen un contexto. Y el contexto de la muerte de Perón fue el de una tragedia inmensa con una violencia extrema. Perón además fue el fundador y el presidente durante 10 años de una Argentina que cambió radicalmente. Tuvo grandes aciertos, e indudables avances para los trabajadores, para las mujeres, para los sectores más populares, pero a su vez tuvo un aspecto autoritario indefendible a esta altura. La muerte de Kirchner ocurre en una democracia que tiene una historia corta, pero más o menos consolidada y fue una muerte sorpresiva; la de Perón, no. Él era un hombre grande, enfermo, y Kirchner hasta finales del 2009 era un hombre que no se sospechaba que podía pasarle algo. Tenía 60 años, estaba en pleno desarrollo de sus facultades políticas y además embarcado en la elección del 2011 para ser candidato.

No ve similitud entre ambas muertes, ¿pero como figuras políticas tampoco?
Perón tiene una dimensión a la que no ha llegado nadie y compararlo es arbitrario. Cada uno es lo que es en su época y en su contexto. Lo que pasa es que la gente tiende a simplificar por razones afectivas o políticas. Yo prefiero decir que cada uno muere en su momento y es juzgado de acuerdo a su contexto. Hay mucha gente joven que, efectivamente, fue al velorio de Kirchner y manifestó su dolor y militancia, que no ha conocido otra cosa que Kirchner en términos de pasión política y que ha leído historias sobre lo que pasó en la Argentina y solamente quiere entender lo que quiere y no lo que pasó. Esa simplificación muchas veces llega a conclusiones equivocadas que luego se revelan como tales, pero yo diría que hacer esas comparaciones no es bueno en la historia.

LA PELEA CON EL CLARÍN

Kirchner acusó al Clarín de monopolio y sobre ese conflicto usted dijo en una entrevista que para el kirchnerismo el periodismo era propaganda o contrainformación.
La concepción que tiene el kirchnerismo es que el periodismo siempre representa intereses ocultos. Y que no puede haber “poderes” que no estén sujetos a las instituciones de la democracia, como si la prensa libre e independiente fuera un cuerpo extraño a la democracia. Entonces, ellos conciben los medios de comunicación al servicio de un objetivo político. Yo creo que el gobierno quiere un periodismo de Estado, de propaganda, que descalifica a la oposición y es, absolutamente, elogioso en las medidas del gobierno. Digo, si uno ve la prensa oficialista en la Argentina, el enriquecimiento ilícito de los Kirchner no figuró nunca en su agenda y todo lo que se publicó respecto de la corrupción o a los actos de arbitrariedad que tuvo este gobierno fueron vinculados a una cuestión política. El conflicto de Clarín con Kirchner es porque hay un sector que quiere apoderarse de la opinión pública y un sector que dice “no, la opinión pública no es del gobierno sino que es de la sociedad”. Ese es el conflicto.

Pero imagino que el grupo Clarín responderá a un interés que va más allá del periodismo.
¿En qué sentido?

Pienso en el caso chileno donde hay un duopolio. El grupo Copesa, El Mercurio…
En Buenos Aires hay 13 diarios, hay 5 canales de aire, hay 4 cadenas de noticias y uno no puede penalizar que un diario se venda más que otro. Esa es una decisión del lector y si los medios oficialistas en la Argentina en cuanto a audiencia fracasan, es porque el lector no los elige. Hay muchos medios que están a disposición del gobierno a base de la publicidad que les da, o a los acuerdos políticos que tienen con sus propietarios. Acá hay un diario como Clarín y La Nación que venden más que todos los diarios oficialistas juntos y nadie obliga a los lectores a comprarlos. Yo no voy a caer en los clichés de los periodistas que se han olvidado de las reglas de la profesión y se han convertido en militantes políticos.

¿Hay muchos periodistas que están traspasando esa línea?
Absolutamente, y lo dicen: “yo me dedicaba al periodismo, ahora me dedico a la militancia”… Y bueno cada uno es dueño de hacer de su vida lo que quiera, pero no me hablen en nombre del periodismo.

¿Clarín ha publicado información sobre los dichos de Chicha Mariani, que dice que su nieta -una de las guaguas robadas de la dictadura argentina- podría ser la hija de la dueña de este diario?
Hemos tratado incluso la información equivocada que difunden los voceros de gobierno, la hemos publicado. Pero hasta ahora no se demostró nada. Nunca he visto una campaña tan armada a base de cuestiones que no han sido probadas y son dadas por hechas. A mí me entristece mucho que pase esto en mi país que necesita de la democracia y de reforzar la justicia.

Para usted como periodista ¿la ley de medios es necesaria?
La ley de medios es necesaria, pero esta ley no es la ley de medios de la democracia. Esta es una ley dirigida a enfrentar a Clarín porque ellos consideran que es un poder que debe ser destruido.

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