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Opinión

12 de Diciembre de 2010

Disparando contra un vidrio polarizado (las troikas y yo)

Guillermo Machuca
Guillermo Machuca
Por
  • Ilustración: Max Bock
  • Existe una conocida saga de películas de terror –la crítica especializada las califica como clase “b”– que narra la historia de un niño deforme que es sometido al bullying por sus despiadados compañeros, quienes después lo ahogan en la laguna de un bucólico camping de los EE.UU. La víctima en cuestión lleva por nombre Jason, y las películas por título “Viernes 13”.
    En las antípodas de las idílicas y puritanas cosmovisiones ofrecidas por la colonización del gigante del norte (como la entrañable serie “La casa en la pradera” de los 70), la mencionada saga muestra el profundo resentimiento del maltratado y su infinito poder de venganza.
    Oculto tras una máscara de jugador de hockey sobre hielo, nuestro maltratado Jason resucita unos años después convertido en un implacable e invencible monstruo dispuesto a masacrar –merced a unos afilados y aterradores machetes y cuchillos– a ciertos adolescentes que veranean en la susodicha laguna en momentos en que éstos se encuentran –en pleno periodo estival– escindidos entre la lascivia, la lujuria y el inminente terror (muchas de las sanguinarias escenas ocurren en habitaciones antes, durante o después del sexo).
    Este infinito poder del resentimiento resulta aplicable como metáfora a la escena artística local. Se trata de un tipo de resentimiento galopante y crónico. También regresivo. “Te temo porque eres tan demoniacamente niño”, le dice el médico británico a Idi Amín, encarnado por Forest Whitaker, en “El último rey de Escocia”, antes de ser brutalmente colgado de las tetillas por los matones del desaparecido dictador ugandés.
    En esta regresión se juntan lo cruel y lo patético, como en la magistral caracterización de Tim Roth del general Thade en el “Planeta de los simios” de Tim Burton, donde, al final de la película, y luego de ser encerrado en un cubículo de vidrio, el descontrolado y chillón chimpancé comienza a descargar un centenar de municiones a un vidrio antibalas que lo separa de la mirada de su querida, su subordinado gorila y el invasor humano, encarnado por Mark Wahlberg.
    Volvamos a los ejemplos locales. Aquí destaca un nombre: el del asesor del ministro de cultura Luciano Cruz Coke, Justo Pastor Mellado. Mezcla perfecta entre Jason, Idi Amín y Thade (con algunas pizcas a nivel de los énfasis faciales del picapiedras interpretado por John Goodman), nuestro descomedido asesor sigue en la obtusa idea de batir el record guiness de “la lengua más suelta del universo”. Es cierto que no es mudo ni deforme como Jason, tampoco tan despiadado como el antropófago Amín, y que posee en comparación más neuronas que el simio de Burton. De hecho, es un nerd inteligente, ilustrado, premunido de una locuacidad rayana, muchas veces, en la más desatada e indigesta de las logorreas.
    Lamentablemente, su inteligencia resulta opacada por sus excesos infantiles. Aquí se juntan el simio, el tirano y el monstruo, todos premunidos de un juguete y con ganas resueltas de pelear (ya sea con un clavo, un revolver o como un mono con navaja).
    ¡Todo producto de las humillaciones y ninguneos padecidos! ¿Cuándo? Lo más probable es que el bullying no lo sufrió en la infancia –aunque es posible que haya sido así, a juzgar por su personalidad– sino en la adultez, cuando emergió (luego de ser desvinculado del Mapu) en la escena artística chilena en la dictadura. Ahí pudo conocer –para usar una generosa expresión suya– a la troika liderada por Nelly Richard y su –según él –mafiosa Escena de Avanzada.
    Con el tiempo las troikas se han multiplicado, exacerbando la tendencia natural a la paranoia del mencionado asesor. “Los que no están conmigo son mis enemigos”, se le ha escuchado decir. ¿Sus enemigos? Es decir, casi la totalidad de los integrantes de la escena artística local.
    Pero dan lo mismo las opiniones personales que pueda suscribir en relación a la escena de artes visuales. No es tema. Lo importante, en este caso, tiene que ver con su condición de asesor ministerial. Ningún asesor puede manifestar públicamente su odio frente a determinadas troikas existentes en la plaza. Señala una peligrosa actitud de irresponsable exclusión. Para muestra un botón: en un encuentro organizado en la Biblioteca Nacional el sábado antepasado, y donde se discutía acerca de la crítica de arte en el país, el enemigo acérrimo de las troikas dijo más o menos lo siguiente: que el responsable de este comité –o sea quien escribe– pertenecía a la troika conformada por este semanario y la Universidad Diego Portales. Por tanto no le interesaba desde el punto de vista crítico ¡Todo porque alguien del público osó mencionar mi nombre como crítico alternativo a su inalcanzable potestad!
    Nietzsche decía que el poder volvía estúpidos a los hombres. Para el que escribe, este poder no representa otro peligro que los navajazos de un púber y los erráticos balazos de un chimpancé senil, canoso y desdentando (me refiero obviamente a Thade en la película de Burton). Fuera del sarcasmo, el problema es que en este caso no se trata de una reyerta entre privados. El asesor efectivamente controla parcelas de poder. Esto lo excita al máximo. Puede incidir en decisiones que afectan a parte importante del entramado cultural (sostenido por fondos públicos producto de nuestros impuestos). Nuestra queja no tiene nada de personal (aunque sabemos lo que va a decir: Machuca reacciona por mi desprecio de la troika UDP Clinic y este último aprovecha de enrostrármelo). Puede tener la opinión que quiera. Su libertad intelectual no está en entredicho, menos cuando públicamente –en una carta a El Mercurio días antes de la elección– se ofreció a participar desinteresadamente por la Alianza por Chile. Total nunca fue tomado en cuenta por la Concertación; nunca profitó de los gobiernos precedentes. Todo lo hizo por amor al arte, y la Concertación se portó mal con él, lo humilló sistemáticamente, del mismo modo que los compañeros de Jason al ahogarlo, el médico de Amín al engañarlo con su mujer y la prometida de Thade al enamorarse de un humano.

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