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Opinión

18 de Diciembre de 2010

Hasta cuando se culpa a los profesores

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POR HUMBERTO GIANNINI

Es raro en Chile que el Ministro de Educación de turno sea un profesor; es raro que la Comisión que cada algún tiempo hace una reforma ‘definitiva’ a a los programas, o que los técnicos que periódicamente se pronuncian sobre el estado de nuestra educación pública -de esa se trata siempre- sean educadores.

Sin embargo, se ha hecho habitual que todas las culpas sobre el pésimo nivel de las escuelas y liceos se carguen a la cuenta de los profesores y que se les amenace con las penas del infierno para el año próximo (ver entrevista al alcalde de Santiago en La Segunda del 3 de diciembre)

Voy a recordar unos datos modestísimos pero definitivos: Con Eduardo Frei Montalva se redujo el horario de un profesor de la enseñanza media a 24 horas semanales (todavía alto en relación con Argentina o cualquier país de Europa). Se suponía, además, que un curso con más de 30 alumnos empieza a volverse patio de recreo.

Con Pinochet se vuelve a un horario mínimo de 36 horas, pero, como se mantienen los sueldos miserablemente bajos, un profesor para sobrevivir llega a hacer 50 a 56 horas de clases semanales entre liceos diurnos y nocturnos. Por su parte, los municipios ‘economizan’ en educación y agrupan dos cursos en uno, de tal manera que, en general, una sala de clases amontona entre 48 y 56 alumnos. Pienso que el lector comprenderá que es imposible mantener quieta y relativamente silenciosa a una masa de jóvenes semi desnutridos. Pienso que comprenderá que un profesor que debe atravesar Santiago tres o cuatro veces al día para cumplir un horario realmente inhumano, no llega a su casa a medianoche del último liceo nocturno con ganas de leer lo último que se ha escrito sobre lingüística pragmática o sobre el pensamiento filosófico de Jacques Derrida.

Esta fue la situación de la enseñanza pública durante los 17 años de dictadura. Y ha continuado más o menos igual en los 20 años siguientes, pero se tuvo la nobleza de no lapidar públicamente a los profesores. Al menos eso.

¿Qué es enseñar, señor Ministro? ¿Y qué se debiera enseñar para que el niño -todo niño chileno- se vuelva un ser humano integral y un ciudadano?

Así como un chofer de buses debiera tener un horario que lo mantenga despierto para evitar una desgracia, ¿qué horario debiera tener un profesor para impedir una catástrofe social?

Sería muy noble de parte de algún senador o diputado detener una campaña realmente innoble, injusta, desinformada y siempre interesada en despedazar la enseñanza pública.

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