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Nacional

28 de Febrero de 2011

Columna del Lector: “A río revuelto, ganancia de especuladores”

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Dejando de lado todo el espectáculo que se quiso armar con la conmemoración del terremoto monstruoso del pasado 27 de febrero de 2010 -espectáculo de la prensa y del actual gobierno- algunas ideas que surgen llaman la atención por su elegante ingeniosidad.

Por José Raúl Montero

La siempre educada ministra Magdalena Matte presentó el pasado fin de semana en Constitución los planes maestros de reconstrucción y reingeniería urbanística de ciudades costeras, con el fin de evitar nuevamente la tragedia producida por el maremoto.

Y dentro de lo presentado, sin duda lo más llamativo y brillante son los bosques antitsunamis, franjas de árboles que contienen el avance del tsunami y sus escombros hacia la ciudad. Buenísima idea, ya puesta en práctica en Japón e Islandia.

Para ello, es necesario expropiar los terrenos ubicados cerca del borde costero y de la rivera del río Maule. Y los actuales propietarios entran en la duda con justa razón: quizás las autoridades actuales dicen que dichos terrenos no serán vendidos a terceros y que sólo tendrá una función pública, pero la historia reciente demuestra que muchas de estas mismas personas del actual gobierno, cuando fueron autoridades en la dictadura militar, les contaron la misma historia a los pobladores de los barrios populares ubicados en las riveras del Mapocho, a la altura de Providencia, Las Condes y Vitacura, por allá a fines de los años 1970, ‘que los reubicaremos en La Pintana y El Bosque porque acá corren peligro por las subidas del río’.

Estas personas que estaban integradas en su mundo, fueron llevadas a los ghettos que creó Pinochet en la periferia santiaguina, para ‘limpiar los barrios de la gente linda de pelientos’. Curiosamente esos terrenos ‘peligrosos’ a los años después fueron rellenados y convertidos en lo que hoy se conoce como “Sanhattan”, el barrio financiero más poderoso de Chile, con los terrenos de plusvalía más elevados.

Si las actuales autoridades no establecen reglamentos claros sobre el destino de los terrenos expropiados en los bordes costeros de balnearios y puertos, estamos frente a un gran tongo, porque nada nos asegurará que dichos terrenos en unos años más no pasen a ser resorts de algunos pocos empresarios amigos del presidente.

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