Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

18 de Marzo de 2011

Columna: Honor y Gloria a ti, Juan Andrés Racz

Por


Una mañana de hace 10 años conocí a Juan Andrés Racz, fotógrafo, cineasta y director de los documentales “Dulce Patria” y “No me amenaces”. Él entonces armaba el elenco para su próxima película de ficción, “Tendida Mirando las Estrellas”, y quería conocerme porque había visto “La fiebre del loco”, de Andrés Wood.

Ese día no hice ninguna prueba de cámara, ni casting. Sólo conversamos. Él quería saber de mí y le conté que había nacido en Inglaterra, por el exilio de mis padres, había vivido en varios países y que me crié en Centroamérica, en Costa Rica y Nicaragua, país donde él también había estado cuando militaba en el MIR.

Después me habló de su película, inspirada en el caso de “La Chinoska”, y del personaje que quería que interpretara, la “China”, una prostituta que, después de años tras las rejas, regresa a traficar su cuerpo en el submundo de Santiago, al “Unicornio” de principios de los 90, cuando se empezaba a respirar el aire ambiguo de la “ democracia” diseñada en 17 años de dictadura militar.

La “China” ama y entrega su destino a “ Nieves” , la protagonista, interpretada por Paulina Urrutia. Recuerdo haberle contado que conocía muy bien el mundo carcelario, porque mis padres habían estado presos: mi padre, en el Estadio
Nacional en 1973; y, después, los dos en Costa Rica, en 1987 y también por razones políticas.

Ese día le dije a Andrés que quería irme de Chile, cansada de la hostilidad de Santiago. Pero él me dijo “quédate, hagamos ésta película y después ves”. El guión de Diamela Eltit me encantó y al día siguiente le dije que me quedaba en Chile. Y así comenzó nuestro viaje creativo y filmamos “ Tendida mirando las estrellas” .

Después de la película, con Andrés y el equipo, empezamos una amistad más fuerte y juntos vimos las posibilidades para estrenar la película, un proceso que nos costó casi diez años y en que nos cerraron muchas puertas. Fue un parto, y de los difíciles. Andrés entristecía ante cada no. Era incomprensible que a esa película no le dieran los fondos para poder terminarla en cine. Al final, la estrenamos con el apoyo de Suricato, la productora de cine.

En el último tiempo, Andrés se veía decaído, adelgazó y parecía enfermo. Muchas veces le pregunté qué tenía y siempre le bajaba el perfil. Hasta que una mañana de este verano me llamó su familia para contarme que estaba hospitalizado. Poco tiempo después, lo trasladaron a su casa. Allí volví a verlo. Conversamos, nos reímos, escuchamos su música y compartimos silencios.

Me fui unos días y cuando regresé, ya estaba muy mal. Así, violento, rápido. Andrés murió el 21 de febrero en su casa. Lo acompañamos su familia, su amigo Ignacio Agüero y yo. Su mirada era con rabia, dolor, alegría. Andrés era un gozador de la vida y también un outsider. Una vez escribió en su blog: “me gusta el sentido del humor, la amistad, la conversación interesante. La lealtad incondicional de los perros. Me cargan los opinólogos, los superficiales y los tontos graves. Adoro a las mujeres. Soy cineasta y fotógrafo”.

El domingo 6 de marzo lo despedimos. Fue una hermosa ceremonia con sus hermanas, sobrinas y amigos más cercanos: Pablo Lavín, Ignacio Agüero, Pablo Perelman, Felipe Zabala, Inti Briones, Felipe Orrego y otros camaradas del MIR. Uno de sus últimos deseos fue que sus cenizas se enterraran en el patio de su casa, en su jardín lleno de árboles, flores, plantas y pájaros. Lo hicimos con la música que le gustaba y fue un malón. Ángel Parra (hijo) tocó delirantemente una anticueca y
Javiera Parra cantó unas décimas de Violeta. Más tarde, con Galut Alarcón, mi amado y compañero, hicimos una performance de nuestro dúo “Poetastros”, declamando poemas. Le regalamos a Andrés “La poesía es un atentado celeste” de Vicente Huidobro, que le gustaba muchísimo.

Luego, caminamos con sus cenizas por el barrio el mismo recorrido que hacía Andrés con “ Moro” , su amado perro. Al regreso, bajo una gran higuera, escuchamos el último tema que lo vio partir… “Like a Rolling Stone” de Bob Dylan. Así le vamos torciendo la mano al olvido de un enorme creador de la resistencia política y artística de Chile actual y porque la verdadera muerte es el olvido, hoy te nombro: ¡Honor y Gloria a ti, Juan Andrés Racz!

Notas relacionadas