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Opinión

15 de Abril de 2011

Las mujeres no sabemos sumar

Usted se preguntará seguramente, y con justa razón, qué hace una mujer hablando de los derechos de las mujeres, que es lo que pretendo hacer ahora, en un lugar público como una columna. O mayor osadía aún: qué hace la misma mujer hablando de los derechos de mujeres y hombres, como espacios dialogantes, en colaboración […]

Paula Vial
Paula Vial
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Usted se preguntará seguramente, y con justa razón, qué hace una mujer hablando de los derechos de las mujeres, que es lo que pretendo hacer ahora, en un lugar público como una columna. O mayor osadía aún: qué hace la misma mujer hablando de los derechos de mujeres y hombres, como espacios dialogantes, en colaboración y sin asimetrías.

Existe un nicho evidente que llenar y que dice relación con el espacio donde poder debatir, desde la preocupación más involucrada, sobre los derechos y las oportunidades de las mujeres.

Y para eso hemos dado vida a la asociación gremial Mujeres Abogadas de Chile, MAC AG. Esta buscará visibilizar la invisibilidad; retirar el velo, en hombres y mujeres, que nos impide ver que no existe igualdad y que el largo camino por andar para alcanzar la equidad tiene que recorrerse y reconocerse desde la discusión abierta y reflexiva, contando con las opiniones de las féminas como directamente afectadas.

Para ello tenemos que ser un aporte en la consideración de la diversidad, incluso al interior de nuestra propia asociación y abrir espacios para la reflexión y el debate, forzar la discusión de los asuntos que interesan a las mujeres, que nos afectan y en los que tenemos algo que decir. Es decir, en todos.

Mujeres hablando de mujeres. Mujeres decidiendo sobre mujeres. Y en nuestro caso, abogadas aportando desde la especialidad de cada una, con ideas, proyectos, entusiasmos y compromisos.

La Directora de la recientemente creada ONU Mujer, la ex presidenta Michelle Bachelet habló, en una entrevista al New York Times, de lograr que más mujeres se integren a la política, a los negocios, a las FF.AA. si fuera necesario, a través de discriminación positiva, enfocándose en el empoderamiento. En la próxima etapa de la liberación femenina, dice, es indispensable también la participación de los hombres, y para ello está buscando la colaboración de empresas y gobiernos y señala que las mujeres nunca lograrán la igualdad de derechos si no están empoderadas.

La voz más autorizada en este momento para tratar materias que atañen a los derechos de las mujeres, nos conmina a apoderarnos, en el mejor de los sentidos, de los espacios de definición y decisión. Y es una oportunidad que las abogadas de Chile no queremos dejar pasar. Las mujeres debemos convertirnos en agentes de transformación social.

Si ya había sido “temeraria” tocando estos temas, más aún puedo serlo si intento hacerlo en clave matemática (es un espacio, uno más, reservado a los hombres, ¿no?). En la encuesta que se acaba de presentar en el Seminario “Abogadas & Estudios Jurídicos”, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, la Fundación Probono, Comunidad Mujer y el Vance Center de la New York City Bar y patrocinado por el Servicio Nacional de la Mujer y el Colegio de Abogados de Chile, realizada a la(o)s socia(o)s y asociada(o)s de los principales estudios jurídicos del país, se evidencia la desigual participación de mujeres en los mismos, especialmente en calidad de socias: sólo 7,6% del total de socios y el 25,8% de asociadas.

Al adentrarse en muchos de los interesantes matices de este estudio, y en un, insisto, imprudente ejercicio matemático, vemos que por alguna razón 1+1 acá no es 2. De acuerdo a la opinión mayoritaria de los encuestados, en el proceso de contratación de los estudios se privilegia la productividad y educación, independiente del sexo, y las oportunidades de capacitación y la distribución de responsabilidades son iguales por sexo. Las oportunidades aparecen iguales para hombres y mujeres, algo reafirmado por los socios. Cierto. Los ascensos se definen por criterios de excelencia. Indiscutible. Las mujeres son muy profesionales y un aporte evidente. Impecable. Y sin embargo, al llegar el momento de sumar, son muchas menos las mujeres que ocupan estos espacios de autoridad, decisión y poder. ¿Por qué?

Existe bastante indiferencia, y ya no sólo reservada al mundo de los estudios jurídicos, sobre el tema y menos consciencia de que se trata de espacios de discriminación velada, en la que la imposibilidad material de concurrir a ellos, por las dificultades de compartir la carga del mundo privado (el hogar y la familia) y el público (el trabajo) y la inflexibilidad en las condiciones laborales, justifican una menor participación femenina. No hay desinterés, hay dificultades. No hay autolimitación, hay barreras laborales.

Es un desafío cambiar esta realidad. Las mujeres tenemos que aprender aritmética básica. Y por qué no, avanzada. Tenemos que aprender a sumar. Y también a multiplicar. Pero en una operación en que participemos hombres y mujeres, en la búsqueda de una mejor sociedad, una inclusiva. Para que 1+1 sea 2.

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