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Opinión

23 de Mayo de 2011

Nuevo diario The Clinic Online

The Clinic Online es un medio nuevo. Hace ya más de un año que comenzamos a planearlo. Tiene un equipo propio, encabezado por Pablo Basadre. No es la revista The Clinic que todos conocen. Nace en otras circunstancias y se monta sobre un soporte que en poco y nada se parece al papel. Algo tiene […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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The Clinic Online es un medio nuevo. Hace ya más de un año que comenzamos a planearlo. Tiene un equipo propio, encabezado por Pablo Basadre. No es la revista The Clinic que todos conocen. Nace en otras circunstancias y se monta sobre un soporte que en poco y nada se parece al papel.

Algo tiene del libro de Harry Potter, adentro del cual, materialmente, podían suceder los eventos al mismo tiempo que eran narrados. La web es un territorio extensísimo. Junto a la escritura y la gráfica, incorpora lo audio visual.

En tanto medio de comunicación, es el sueño del pibe. Puede abarcar todo tipo de registros y mantener un diálogo abierto, más aún, un territorio de encuentro vivo con los lectores… perdón, cibernautas. Dicen los futurólogos del mundo virtual que en el corto plazo, ahora ya, la gente habitará más las aplicaciones –Twitter, Facebook, etc.- que la internet misma, sus sitios, portales y demases. Es posible.

Nosotros, sin embargo, esperamos convertir theclinic.cl no sólo en un lugar al que cada día y varias veces al día puedan acudir todos para informarse, sino también en un espacio que otros hagan propio, y donde sus comentarios, fotografías, denuncias, creaciones y necesidades puedan darse a conocer. Las páginas de que disponemos, son muchas y moldeables.

Son páginas, radios y televisiones. El reto es que con el tiempo las experimentemos a fondo todas. Veremos si somos capaces, pero las posibilidades están, y las puertas abiertas para que las aprovechemos en conjunto.

Este es un momento bien distinto al del año 1998, cuando The Clinic era una especie de panfleto que salió a festejar la detención de Pinochet en Londres. Nada hacía pensar por esos primeros días que llegaría a ser una revista, la más leída de Chile desde hace rato. Entonces se trataba de pisotear la herencia de la dictadura, aún muy viva a finales del segundo gobierno concertacionista. Hoy las cosas son distintas. Prácticamente nadie está dispuesto a seguir defendiendo el régimen militar. Con el primer gobierno democrático de la derecha se cierra un ciclo político y cultural que comenzó con el triunfo del NO en el plebiscito del 88.

Durante estas décadas, se recuperó la democracia (dicho grosso modo), la pobreza disminuyó drásticamente, se acabó la censura cinematográfica, se normalizó la relación con las FFAA, se dictó una ley de divorcio, terminó la pena de muerte, y Chile se convirtió en un ejemplo más que continental de éxito económico aplicando el modelo liberal.

La mayoría mejoró sus estándares de vida. Unos se volvieron multimillonarios mientras otros abandonaban la precariedad. Se instaló el crédito. Se construyó Ralco, pasando la aplanadora del progreso por encima de un mundo, el de los Pehuenches, la comunidad indígena que habitaba la cota más alta de nuestra cordillera.

Sus cementerios fueron inundados y los huesos de sus antepasados se los llevó el torrente. El emprendimiento privado conquistó el trono sublime. En el orden de las virtudes, la meritocracia le ganó a la solidaridad, la ganancia a la tranquilidad, la riqueza al confort. Fueron años en que gobernó una buena generación de políticos. Mejores y peores, por supuesto, pero en conjunto responsables, y para nada una tropa de sátrapas como algunos se han encargado de dar a entender.

Envejecieron, eso sí. Se hicieron amigos unos con otros de los distintos lados, y el territorio de las diferencias de pronto se nubló. TheClinic Online aparece en un momento interesantísimo. Generaciones que todavía no sacaban la voz en el ámbito de lo colectivo, lo están haciendo de manera autoconvocada.

El vehículo: las redes sociales. El modo de articulación de los menores de 50, por fijar una edad casi arbitraria, resultó ser tecnológico y no institucional. Es de suponer que para llegar a algún lado deberá cuajar en cierta organicidad, pero mientras tanto, de un modo nuevo, está poniendo sobre la mesa asuntos que hasta aquí no conquistaban el ámbito público.

Los simples argumentos económicos y de crecimiento, parecen ya no alcanzar para satisfacer las ambiciones. Repentinamente apareció la naturaleza como un actor importante en nuestra comedia humana.

El tema de su protección y respeto dejó de ser, por un lado, la monserga cansadora de un puñado de fanáticos ecologistas y, por el otro, un buen gancho emotivo publicitario, para asumir una enorme relevancia política entre la opinión pública. Yo intuyo que sintetiza un sentir mucho más amplio que el simple amor a los árboles y los pajaritos.

Algo así como una demanda por respetar el entorno, porque no truenen unas voces acallando a las otras, porque la fortuna no sepulte lo que crece con modestia, porque aquellos que evolucionaron durante estos años de competencia sin freno, no necesariamente quieren continuar corriendo de la misma manera.

El tema de hoy no es seguir discutiendo lo de ayer: el camino se ha llenado de nuevos problemas. Los estudiantes y los opositores de HidroAysén que están saliendo a las calles, reclaman ambos discutir hacia dónde vamos. Pocos se contentan con respuestas técnicas. Casi muerta la política, renace de las cenizas.

Todavía no tiene nombres que la encarnen, pero ahí está, correteada por los pacos en las calles. Nos llena de curiosidad el tiempo que estamos viviendo, aunque supongo que diríamos lo mismo de cualquier tiempo que nos hubiera tocado.

En este, le ha correspondido a la tecnología ocupar un sitial de honor. Ofrece alternativas inimaginables hace unas décadas. Esta misma columna seguramente está siendo leída, en estos momentos, por alguien en su teléfono. Perdón por la ñoñería: ¡impresionante! Y podría ser un video que mostrara a un hombre maltratado, o el capítulo de una telenovela, o una escena sorprendente como una perra dando a luz un ternero, o el presidente Piñera reconociendo que, en realidad, a veces conviene perder.

TheClinic Online es un diario. Tiene un grupo de buenos periodistas reporteando. Pero también es más que eso: una inmensa geografía que nosotros mismos comenzamos recién a recorrer, llena de valles cultivables, ideas para desarrollar y fronteras por atravesar. Nos gusta el barco. ¡Zarpamos!

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