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Cultura

24 de Mayo de 2011

“El yoga es la salvación, te juro que es la salvación”

El 23 de junio comienza una gira en Chile para presentar su último disco, Sólo un momento. Pero hoy habla de Cristina Kirchner, a quien dice querer, de la no-simpatía que le tiene a Charly, de la vergüenza propia que le dan algunas cosas de su pasado Cadillac, del yoga y, sobre todo, de su incontrolable guata.

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Las fotografías del último disco de Vicentico -Sólo un momento- se despliegan de distintas formas: Vicentico cargando un perro enorme y blanco, Vicentico dándole la espalda a una industria, Vicentico travestido con una peluca rojiza y Vicentico sentado -cansado, tal vez- mirando la misma peluca que ahora está sobre una mesón largo rodeado de carpetas y libros en un lugar oscuro que podría ser una oficina.

-Parece la oficina de un empleado público.

Es de un empleado público que llegó a lo más alto que podía llegar.

-¿Sí?

Es ella- sonríe Vicentico sentado en el salón de un hotel. Es Cristina.

-¿Qué piensas de ella?

La quiero. La quiero. Me resulta una persona muy persona, que ya para político es mucho. Es muy simpática, muy inteligente. Uno está acostumbrado a que el político sea un débil mental. Es increíble pero, bah, yo lo veo así ¿no? Esa gente como retrasada, con problemitas y que no se entiende cómo se está dedicando a eso, entonces cuando a veces ves a una persona que puede hablar sin leer y que puede dirigirse a todos con una idea clara y con un nivel de verdad relativo que uno puede entender, no sé. No es que le crea todo pero algunas cosas se las creo.

-¿Qué?

Como cierto interés que tiene ella por los demás. Yo se lo creo lo suficiente como para que sea una persona querible. De ahí que yo acuerde un ciento por ciento con todo, estoy muy lejos.

Vicentico se calla, piensa y dice: “Pero ahora la charla giró para el lado de la política y difícilmente yo pueda moverme en ese mundo. Es como el mundo opuesto del que yo vivo”.

El mundo opuesto alguna vez pareció el suyo -eran los tiempos Cadillacs- cuando cantaba Matador y hacía versiones de canciones de Rubén Blades. Pero ese mundo, en realidad, era el de Flavio Cianciarulo, el bajista y uno de los compositores del grupo. El mundo de Vicentico , en cambio, está adentro. En los hijos, el amor y en problemas cotidianos y terribles. Como ser capaz de llegar a pesar más de cien kilos:

-Voy y vengo. Voy y vengo sin parar. Mi rango es como ridículo. Porque no son dos o tres kilos. Subo veinte, bajo veinticinco, subo veinte. Envidio a la gente que no engorda. Mi mujer se come ocho alfajores antes de acostarse y nada. No sé. Creo que esto tiene que ver, claramente, con la ansiedad. Está como demasiado obvio, pero creo que hay mucho vacío por llenar. Aunque, ahora, con el tiempo, empecé a entenderme: veo que viene el momento en que me voy a chiflar y hago algo.

El aburrimiento

-¿Qué se siente en ese momento?

Aburrimiento. Y en vez de entender que el aburrimiento es parte del cambio, lo tomo como algo malo. Pero ahora estoy casi seguro de que ya me estabilicé en algo porque dejé de fumar hace tres meses. Nunca había dejado y fumo desde los doce años. Ese cambio fue importante para mí porque me situó. En realidad me pasó también con la comida. Empecé a entender que también estaba bueno, que era entretenido el hacer dieta por ejemplo. Que le podía encontrar una vuelta.

-¿Cuál?

Y…sufrirla, entenderla.

-Tener el control de las cosas.

Tener el control y, sobre todo, dedicarse a sentir el hambre como si fuera, no sé… como si uno se droga -ponele- y quiere sentir algo, el hambre es algo interesante para sentir.

-¿Y qué cosas te motivan el aburrimiento?

La vagancia extrema. Me gusta mucho no hacer nada. Y a veces esa vagancia me lleva por buen camino, pero a veces…yo creo que la cabeza es el problema. La mente. La mente a veces te juega malas pasadas y te habla demasiado, y uno tiende a creerle todo lo que te dice.

-¿Qué dice?

Es que no importa lo que diga. Eso te quiero decir justo. Si uno le da identidad a todo lo que piensa, ahí aparece el problema. Hay que dedicarse al cuerpo. No sé. Como que el cuerpo esté tranquilo. Me estoy yendo por las ramas. Tampoco lo tengo demasiado claro.

Músico Vicentico Cadillacs Rock argentino charly calamaro

El Yoga

-Pero es un tema el cuerpo igual ¿no?

No debería serlo -ya parece una charla media new age esto- pero no sé si alguna vez hiciste yoga o algo así.

-Nunca.

-El yoga es la salvación.

-¿Haces yoga ahora?

Sí. Esto no sé si es como para ponerlo porque voy a quedar como un tonto pero es la salvación. Es la salvación. Te juro que es la salvación. Yo hace mucho tiempo leí a un gurú oriental que decía eso. Que decía que muchas personas llegan al yoga cuando ya probaron todo y que el yoga te salva porque es una cosa milenaria pensada para esto, para soltar la cabeza, para que la cabeza no te moleste más. Es sólo el cuerpo haciendo. Es sólo el cuerpo liberando la cabeza. La cabeza ocupa demasiado espacio. No es que yo soy un demente y un sicótico que escuche voces pero ocupa demasiado espacio. Yo soy muy mental y soy feliz cuando no pienso en nada. Cuando hago música, al llevar a los hijos al cole o en esa hora y media en que uno está jugando fútbol.

-El rockero que se tranquilizó. La generación de los rockeros argentinos de los ochenta está como en esa ahora: se casan, son felices, tienen hijos, les hacen canciones a los hijos.

Es que en mí es como un modo de salvarme la existencia. Igual, digamos, no es que a mí tener hijos me calmó. Me hizo feliz. Pero no es que esté distinto. Sigo haciendo lo mismo que hacía cuando tenía 18. Llevo la misma vida.

-¿Cómo es esa vida?

Yo siempre fui por mi propio camino. Nunca me interesó que nadie me marcara nada. Siempre hice lo que tuve ganas y lo sigo haciendo, sólo que ahora es como más cómodo. No sé. Dentro de ese modo tengo un cierto orden personal que me permite estar más relajado. Más a la deriva dentro de mí mismo. Por otra parte a mi el cuento del artista torturado y enloquecido me parece una impostura. O sea, yo nunca lo creí ni de mí ni de nadie. Es más: me parece un poco para tontos, con respeto por los tontos. No lo entiendo. No sirve. Deja de ir al punto. Yo a veces veo cómo que algunos siguen así y me da cierto pudor.

Los Cadillacs

-¿Quiénes?

No no no. ¿Por qué? Pobres. Pero me parece medio patético. Hacer un buen disco es simplemente eso: hacer un buen disco. No te convierte en nada. No entiendo que hay gente que crea que bajó Dios y le dio un par de buenas ideas

-¿Y nunca te pasó eso?

Me pasó. Me re-pasó. Me re-pasó. Hay veces que, con compañeros de los Cadillacs, nos juntamos a comer y -una de las diversiones máximas- es sentarnos a ver reportajes viejos y cosas, y ver lo idiotas que éramos. Hace poco vi uno horrible en que estábamos en una terraza como de un edificio altísimo, un hotel en Buenos aires, hablando sobre nuestra primera gira a Estados unidos. Entonces estamos todos ahí tirados en el piso y yo tengo una campera de cuero roja, y salgo hablando sobre la gira y diciendo ‘Porque nosotros vamos a la gira’ cuando la gira era ir a tocar para treinta personas a un antro de porquería donde nadie nos conocía. Era de una de una soberbia estúpida y mentirosa tan tremenda que verlo te hace bien. Te acomoda. Te das cuenta de qué tonto que eras.

-Igual siguieron mucho tiempo en ésa. No sé. Pienso en Charly y Calamaro que un tiempo tenían un conflicto por ser la más diva del rock.

Andrés es muy amigo, hace muchos años. A mi me divierte. Me hace reír porque es muy inteligente y, en eso que hace, hay algo gracioso. A García no lo conozco, o lo conozco muy poco, y siempre me dio como una imagen un poquito fuerte.

-¿En qué sentido?

No sé. Es una impresión. Como de que el personaje te sobrepase, de que eso después no se transforma en canciones geniales. Igual cada cual hace lo que puede y lo que quiere. Pero, como te decía antes, eso es un poco que no estás pensando bien o que sos medio tontito.

-¿Qué piensas de que ahora ande bien?

No sé. No tengo un pensamiento sobre él. Me pasa lo que a todos los que lo ven desde afuera: como algo raro pero cada cual hace lo que puede. Pero no sé cuan feliz. No sé cuán feliz está.

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