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Cultura

24 de Mayo de 2011

“Mi papá me imaginaba como una especie de vedette”

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La cantante mexicana cuenta cómo es crecer en una ciudad que limita con Estados Unidos. Cómo es crecer con un papá estricto que espera que no sea cantante. Cómo es crecer con una gemela con la que se lleva mal. Cómo es vivir en el México del narcotráfico. Cómo es cantar con Paulina Rubio. Cómo es cualquier cosa, menos su último disco Otra Cosa.

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Pasa una mujer caminando rápido por el pasillo del hotel hacia la sala de entrevistas. Alguien arruga la nariz y pregunta al aire: ¿Es ella? Y es ella, Julieta Venegas -quien está de gira presentando su último dísco- haciendo que se compruebe algo que tal vez sea obvio: la gente famosa no deja un halo de luz al pasar. La gente famosa puede vestirse normal, usar una polera negra, unos pantalones negros, ir con poquito maquillaje.

La gente famosa puede crecer en una ciudad del norte de México -Tijuana- en la que las cosas no son perfectas. La gente famosa puede hablar rapidísimo, enredado, sin encontrar las palabras. La gente famosa puede haberse llevado mal con su papá. Puede haberse llevado mal con su hermana. Puede decir:

Ya no es sólo un tema de fronteras. No porque yo haya crecido en Tijuana puedo opinar más. En México ya nos sobrepasó la violencia. Tiene que ver con cómo hemos estructurado nuestro país, con cuáles políticos están en el poder. Y es horrible porque los muertos son chicos jóvenes. Algunos dicen: “no, es que son criminales”. Pero ¿cuáles criminales? Si son niños. Tienen diecinueve años. No puede ser que en este país un chico de diecinueve años no tenga otra opción que meterse en esto. Porque no ven otra opción y de repente ven a un narcotraficante y dicen: “Claro, ésa es la posibilidad que yo tengo para salir adelante”.

EEUU

-¿Y cómo son vistos los narco corridos?

No son mal mirados. Yo creo que es más bien una cuestión de gustos. A mí me gustan Los Tigres del Norte.

De los grupos de narco corridos -que cantan, a modo de gesta épica, todo lo que tenga que ver con el narcotráfico- Los Tigres del Norte son los más conocidos. Julieta escogió la canción “La Jaula de Oro” para el disco tributo que se les hizo. Pero la Jaula no habla de narcos. Habla de ser ilegal en Estados Unidos. De la vida en el extranjero. De sentirse encerrado en un lugar que -se supone- debiera ser perfecto.

Yo no viví el tema del narcotráfico. Lo que tenía más presente era la cantidad de personas que trataban de cruzar la línea a Estados Unidos. Ibas a la escuela y estaba la gente ahí. Ahorita ya pusieron una barra pero antes había como una reja. Entonces estaba la gente parada detrás de la reja, comiendo tacos. Y lo que me parecía gracioso en ese momento, y que ahora no me parece tan gracioso, es que del lado de México a Estados Unidos hay una línea súper-súper larga: te revisan y no sé. Es como súper lento para cruzar. Y de repente veías a alguien corriendo. Corriendo para ver si no lo agarraban.

-¿Por qué era gracioso?

Porque era imposible.

-¿Tu familia nunca pensó irse?

Mis papás tenían todos los papeles para irse a Estados unidos pero nunca lo hicieron.

-¿Por qué?

Mi papá está como enganchado de México. Siempre hablaba de las gringas como algo que no debíamos ser nosotras. Eran como muy liberadas y nosotras teníamos que ser como mexicanas. Tenía ese conflicto. Un lado suyo quería irse a Estados Unidos -te va a ir bien, Estados unidos es lo máximo- y otro lado decía: “Pero si yo soy mexicano”.

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Ser mexicana, para el papá de Julieta significaba ser una chica correcta: vivir en la provincia, casarse, tener familia estable, tener hijos. Julieta se fue al DF, se casó con el músico chileno Álvaro Henríquez, se divorció dos años después (“en su momento fue dramático pero es de las personas más queridas”), y -soltera- tuvo una hija el año pasado. De todo eso, cuenta:

Para mi papá fue complicado. Fue una súper bronca. Y más porque me gustaba la música. Me decía: “¿Qué vas a hacer?, ¿dejar a tu hija en tu casa cuando te vas al cabaret?”. Porque para él la música era eso: show. Me imaginaba como una especie de vedette”.

Paulina Rubio

Con su gemela, Ivonne -ésa con la que sale caminando en Tokio en el video de “Lento”- la relación tampoco era fácil. “Es raro crecer con gemela. Raro raro. Es bonito y, a la vez, de repente, nos hemos querido matar. Yo siempre me sorprendí con esos gemelos que están siempre unidos y son todos iguales y viven siempre juntos”.

-Y qué pasa con esa típica idea de que un gemelo está en Sudáfrica y le duele la oreja y el otro, que está en Noruega, lo siente…

Jajajaja. Es un mito. A nosotras nunca nos ha pasado nada así. Somos muy independientes. Aunque ella ahora se fue a vivir al DF y estamos como en una época súper padre porque ella tuvo una hija, yo tuve una hija, ella está embarazada otra vez y ya no estamos viviendo nuestro drama, ya tenemos hijas.

-¿Drama de ser gemelas?

Drama de ser gemelas y drama de cada una. Antes era como: “¿Por qué no me hablaste? ¿Por qué te vas tanto tiempo? Te extraño”. Y ahora es como: “Óyeme, tengo una hija. Aunque estemos enojadas o algo pase, tú ven a ver a mi hija”. Es diferente. Eso está padre. Creo que nos hemos relajado mucho. Y de hecho ya no nos peleamos. Hubo una época en que nos dejamos de hablar.

-¿Por qué?

Porque yo le hacía algo que le caía mal. O ella hacia algo que a mí me caía mal. Pues ya ni siquiera me acuerdo por qué. Pero nos dejábamos de hablar. Podía ser un mes, sabes. Ella además no vivía en el DF. Entonces podíamos desconectarnos.

Se dice que Julieta Venegas cometió ese pecado terrible que es pasarse del indie al pop. Pasarse de tener un aire a Frida Kalo -en la tapa de Aquí, su primer disco,- a ser una novia feliz en Sí. Pasar de ser infeliz a ser feliz. Pasarse de ser la chica inconforme a hacer dúos con lo más pop del reino pop.

-¿Cómo es hacer una canción con Paulina Rubio? Porque ella igual es como….

Jajajajaja. Pau. Fue un accidente. O sea para mí fue un accidente. Yo llegué a hacer este disco en vivo e iba a cantar una canción que se llamaba “Tu nombre” y, cuando llegué al ensayo Coti (Sorokin, cantante argentino) dijo: “Ayy, te tengo que contar algo”. Y aparece Paulina y me dice: “Ya me dijo Coti, buenísimo”. Y yo: ¿De qué está hablando la Pau? Porque ella es divina, es muy simpática y muy buena onda pero… bueno. Y Coti me dice: “Ay, es que no te dije, vamos a cantar una canción con Paulina Rubio al final” “¿Y qué pasa con “Tu nombre”?”, le dije. Y él: “No, sí esa la hacemos también pero hagamos ésta. Ahí no más improvisado. La hacemos rápido”.

Y, no tan improvisadamente, terminó cantando Nada fue un error con Coti y Paulina. El hit y single del disco, que llegó a estar en los primeros lugares de los rankings de Argentina y España.

Yo en ese momento no le di importancia y fue como bueno da lo mismo, qué divertido pero hubo una reacción súper grande. La gente era: “Cooomo tú con Paulina Rubio”. Fue súper chistoso. Yo no le doy tanta importancia a las cosas pero, claro, después se convirtió en una cosa gigante y todo el mundo me preguntaba por Paulina y por su vida amorosa. Y yo decía: “No si no somos amigas”. Entonces después decían: “No son amigas, no se caen bien”.

Mamá a los 40

Tranquila, Julieta, sonríe. Tranquila, dice, no se alcanzó a sentir mal por hacer las cosas un poco más tarde que el resto: tener a su hija a los cuarenta. Tener la fama al tercer disco: “Justo eso fue lo padre. Que la gente me empezara a conocer con el tercer disco estuvo re bueno. Porque yo ya estaba pensando en otra cosa. En el primero es como: oh, todo ingenuo y todo va a pasar y vas a ir de gira por todos lados. Y bueno. Al segundo lo importante es que salga el disco y vayas a la gira. Y al tercero experimentas. Yo creo que el más importante fue el primero porque estás súper insegura de si le irá a gustar a la gente o no le irá a gustar”.

Tranquila, parece, está en calma con todo: con hacer música que funcione comercialmente, con su pasado difícil con Álvaro Henríquez (“La otra vez lo vi y me regaló una camiseta de Chiguayante para mi hija) y -sobre todo- con su papá: “Él me tenía tachada como la hija perdida: se fue al DF, la música, las drogas, el alcohol. Y yo creo que es muy loco porque yo antes no le daba la importancia a lo que pensaba mi papá y decía: ‘Ay, no me importa mi papá’. Pero cuando él dijo: ‘Mi hija es igual de perseverante que yo’, como que algo se me relajó”.

Dice, Julieta, y deja de sonreír.

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