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Opinión

2 de Junio de 2011

Huelga de hambre y la persistencia de Ljubetic

FP. Para Llarroulet el gobierno cumplió en un cien por ciento lo prometido para poner fin a la primera fase de la huelga de hambre que duró 84 días durante el 2010. Ello es cierto en parte, porque si bien recalificaron a los actuales huelguistas, ella se realizó tres días antes que terminara, es decir, […]

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FP.

Para Llarroulet el gobierno cumplió en un cien por ciento lo prometido para poner fin a la primera fase de la huelga de hambre que duró 84 días durante el 2010.

Ello es cierto en parte, porque si bien recalificaron a los actuales huelguistas, ella se realizó tres días antes que terminara, es decir, los Mapuche estuvieron el 95% del juicio bajo la imputación de la Ley Antiterrorista que acrecienta las acusaciones pero más a fondo permite la utilización de los nefastos y terroríficos “testigos protegidos”.

Ya en los 80 días de huelga, con Ramón Llanquileo y José Huenuche hospitalizados en Victoria, con riesgo pero estables, Ezzati hizo un llamado a los poderes del Estado para dar una solución política a la huelga que son la parte más profunda de la cuestión social Mapuche que explica o da inicio a lo que algunos mal llaman el Conflicto Mapuche.

Todo podía ir bien, pero apareció el fiscal de la IX región, para destrozar las confianzas sociales y darle una solución política y social a un desencuentro de vieja data. Para Ljubetic, los testigos sin rostro “son herramientas que, consideramos, son muy importantes y relevantes. Aclarando que “en todas partes del mundo existen este tipo de mecanismos”.

El problema no es que existan o se apliquen, sino en la forma en que ellas se están utilizando. Sin más, en el “Caso Elgueta”, testigos sordos y uno que otro ciego apareció en los NN, para que vamos hablar del caso de “Los Loncos” durante el 2003, donde los testigos ni siquiera pudieron ubicar a Pascual Pichún quien estaba frente de él.

Para los juicios que comienzan en Temuco por un rayado y un par de piedras a un bus de la empresa Turbus, viene testigos secretos de Colombia, un policía y una guerrillera desmovilizada porque según Ljubetic existe un entrenamiento entre FARC y la CAM.

Mientras que Felipe Kast declara el asombro que el pueblo Mapuche vive respecto de la capacidad de diálogo de su gobierno, Ljubetic deja en claro que el Estado de Derecho es para algunos y que las confianzas sociales, propias o necesarias en la maduración democrática, depende de algunos poderes.

El punto, es que debe comprenderse que los pueblos indígenas deben ser tratados dentro de un Estado Plurinacional que reconozca políticamente a las distintas naciones que existen en su interior, reconozca la diversidad y las historias distintas. La óptica colonial de Ljubetic, propia de la época de la Frontera dificulta una resolución enmarcada en un acuerdo democrático.

Ljubetic aparte de hablarles a los huelguistas, le habla a los imputados Mapuche por los casos en Temuco, Lautaro y Vitoria, por ende, en esos juicios que se avecinan, ya podemos ir oliendo el humo del fogón de la falta de un debido proceso, es decir, el legítimo derecho a tener un juicio justo.

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