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Nacional

8 de Junio de 2011

Julio Isamit: “A mí me agrada mucho que Lavín sea ministro de Educación”

Eran tiempos de revolución. Una revolución sin armas. Era 2006 y la revuelta de los escolares tenía tras las cuerdas al recién asumido gobierno de Michele Bachelet. Los “pingüinos” se tomban calles y colegios pidiendo cambios profundos en el sistema educacional del país. Y estuvieron a punto. El grupo de muchachos que puso contra la pared al Gobierno estaba compuesto en su mayoría por militantes de izquierda o centro izquierda con una excepción: Julio Isamit.

Por

Cinco años después de la movilización que obligó a derogar la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE), Julio Isamit estudia derecho en la Universidad Católica. Habla apurado. Dice que tiene que hacer muchas cosas y quiere hacerlas todas. En su discurso sigue presente la calidad de la educación y aún tiene una relación estrecha con algunos de sus antiguos compañeros de revolución. Excepto con María Jesús Sanhueza: “desgraciadamente la última vez que vi a la Jechu fue en el colegio. Después de eso, solo la he visto por la prensa”.

-¿Cuándo te diste cuenta que algo funcionaba mal en la educación?

-En el colegio. Cuando estaba en el Instituto Nacional me tocó ver a alumnos que venían de todas las comunas, de realidades muy distintas. Me di cuenta de que yo tenía la suerte de estar en un buen liceo pero esa no era la suerte que tenía la gran mayoría de los jóvenes que estudiábamos en colegios públicos. Eso me abrió mucho los ojos de la mala calidad educacional que tenemos.

-¿Qué fue para ti la Revolución pingüina?

-En lo personal, me marcó la motivación. Hizo que yo me preocupara por mejorar la calidad de la educación.

-Si estuvieras de nuevo en el 2006. ¿Volverías a hacer lo mismo?

-Puta, es muy difícil. Volveríamos a hacer el mismo movimiento, aunque hay 2 o 3 cosas que haríamos distintas. En lo personal, habría preparado mucho mejor la PSU. A nivel público, con la experiencia de hoy día habríamos hecho un movimiento más respetuoso y efectivo. Nosotros tuvimos éxito en denunciar el problema, pero no se lograron medidas más concretas. Una de las dificultades que tuvimos fue que cada dirigente tenía distintas soluciones. Queríamos llegar a lo mismo, que era trabajar por la educación de calidad para los más pobres. Ahora, en los medios para llegar a eso discrepamos radicalmente.

-¿Cómo consideras que los trató Bachelet?

-Mira, el gobierno de Bachelet dio muchas señales equívocas. Yo me acuerdo que hubo una protesta en que parece que se les pasó un poco la mano y Bachelet reaccionó destituyendo al comandante de carabineros que estaba a cargo. Hay que distinguir también entre quienes están ejerciendo su derecho legal a protestar y los que son delincuentes. A esos hay que tratarlos como lo que son.

-La nueva ley de educación que se debatió en una comisión de educación elefantiásica ¿Te dejó conforme?

-Es que la propuesta de ley se rechazó casi entera. Sin prejuicio de que hay una foto en que se agarraron todos de la mano aprobando la ley, esa misma ley recibió la semana siguiente 100 indicaciones distintas. A mí los acuerdos en educación no me llaman mucho la atención. Yo prefiero mucho más un liderazgo. En el último año no he visto ninguna foto con todos los políticos tomándose de la mano, pero si he visto leyes aprobadas.

-¿Qué bases dejó para poder trabajar en el futuro?

-Dejó dos cosas positivas. Rescato el hecho de que hasta hoy existan jóvenes trabajando por la calidad de la educación. Segundo, rescato el que hayamos sido propositivos.

Las revoluciones estudiantiles de hoy

-¿Cómo ves al movimiento estudiantil actual?

-Tienes dos partes. Están los secundarios que planean irse a paro. Yo nunca apoyé los destrozos en los colegios. Los que estudiamos en los colegios públicos sabemos lo que cuesta renovar esa infraestructura. Ahora en el Barros Borgoño tienen pérdidas millonarias. En cambio, nosotros el Instituto Nacional lo dejamos mejor que como estaba. El movimiento universitario está bien encaminado al exigir un cambio en la educación superior, pero debería exigir más para los más pobres. Todos se llenan la boca con los más pobres, pero la verdad es que no hay vías de solución para ello. Los más pobres están hoy día en las universidades privadas.

-¿Siguen siendo los paros una medida efectiva de presión?

-La verdad es que no. Los paros y tomas son buenos para difundir problemas, pero no para encontrar soluciones. Yo creo que más que los paros de la Confech, lo que se tiene que hacer ahora es conversar en una mesa de diálogo. Con los paros veo dos opciones: que se radicalicen en extremo y se tomen todas las universidades o que esto pase sin pena ni gloria. Ninguna de esas opciones me gusta. Lo mejor es que el tema se hable.

Un ministro Top Ten

-¿Qué piensas del ministro Joaquín Lavín?

-A mí me agrada mucho que Lavín sea ministro de educación. Es un Top Ten de la política chilena en el Ministerio de Educación. Sin desmerecer a otras personas, ya estábamos acostumbrados a que se pueda poner a cualquiera de ministro de Educación, sin que nadie alegue. Que hayan puesto a Lavín como ministro de Educación es algo que la ciudadanía ha valorado.

-¿Esta bien que lo hayan increpado como pasó en el centro cultural Gabriela Mistral?

-No. En eso yo soy muy duro. Nada justifica la agresión a ninguna persona ni mucho menos a una autoridad del estado. Eso habla muy mal de las peticiones de estos jóvenes. Me parece cobarde que le peguen al ministro. Nadie de mediano criterio puede apoyar algo así. Nadie cree que fue algo bueno. Eso no demuestra que quieran trabajar por causa nobles.

En cambio nosotros nunca tuvimos la actitud cobarde de agredir a un ministro. Nunca necesitamos pegarle a un ministro o tirarle agua a una ministra para que nos pescara.

-¿Algún día se va a poder mejorar la calidad de la educación y entregarle más oportunidades a los más pobres?

-Me parece que sí. El problema de la educación es que hay muchas cosas que cambiar y se deberían hacer todas de una sola vez. Ese es el problema estructural que existe. Están bien las medidas que se han hecho de incentivar a los docentes de calidad, pero se necesita reformar el estatuto docente. Yo cuando chico era mucho más autoflagelante y creía que la educación era pésima y la verdad es que la educación superior chilena es bastante buena. A nivel sudamericano las universidades chilenas son excelentes. Para los países vecinos, la Universidad Católica de Chile es como Harvard. Lo que pasa es que el nivel escolar es el mediocre. Por eso hay mucha deserción.

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