Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

3 de Julio de 2011

“Donoso vivió obsesionado con su fama”

Julio Ortega, que nació en Lima, Perú, 1942; que estudió en la Católica de Lima, que se convirtió en crítico de literatura a los veintitantos, que –por esos días- llamó la atención de Lezama Lima por su pega de crítico, que ha hecho clases en Yale, en Cambridge, en Harvard, en Brown y en etcétera, […]

Camila Gutiérrez
Camila Gutiérrez
Por

Julio Ortega, que nació en Lima, Perú, 1942; que estudió en la Católica de Lima, que se convirtió en crítico de literatura a los veintitantos, que –por esos días- llamó la atención de Lezama Lima por su pega de crítico, que ha hecho clases en Yale, en Cambridge, en Harvard, en Brown y en etcétera, etcétera y etcétera, conoce a cosas tan terrenales como –las también peruanas- Wendy Sulca y la Tigresa del Oriente.
Las conoce como cualquiera: por youtube.

Y dice:

– Los productos nuevos de la cultura popular que hay en el Perú tienen que ver con las regiones emergentes. Son poblaciones que tienen que ver con el petróleo, con las minas, con la explotación de la selva, incluso con las drogas. Y ahí nace una cultura popular que a nosotros nos parece una cultura del mal gusto, de lo kitsch, pero esa es nuestra mirada. Obviamente ellos no dicen: “soy kitsch”.

-¿Pero en Perú la Tigresa del Oriente no es kitsch?
-Para la clase media sí. Pero para la gente del pueblo no es kitsch. Es una cantante más.

-¿Cómo ves el tema de los migrantes peruanos acá?
-Una estudiante mía hizo un trabajo sobre la representación pública de las migrantes peruanas en chile. Sobre cómo aparecen las mujeres en la gran prensa chilena. El resultado es que había una valoración negativa. Pero también hay un fenómeno moderno muy curioso. Se ha debsustantivado la noción de nacionalidad. Porque antes había la idea de que la nacionalidad era parte esencial de tu identidad.

-¿Y ya no? No sé. Pienso en los comentarios de los diarios en internet a la noticia de los chilenos que habían meado el monumento peruano. No parecía que el nacionalismo ya no importara.
-Creo que el nacionalismo en Chile es el otro lado del complejo de superioridad, que es el complejo de inferioridad. Lo que demuestra es la zozobra de la identidad chilena moderna porque es como si tú tuvieras una inseguridad de tu identidad. En Estados Unidos también pasa eso. Cuando hay un problema dicen: “¿quién tiene la culpa, los migrantes?”. En España también es así: “que los migrantes gastan el dinero de la seguridad social”, pero en realidad los migrantes cotizan siempre en la seguridad social, sino se vendría abajo.

-En la charla que diste en la Diego Portales hablabas de diálogo. Del español como el elemento que le da unidad a Latinoamérica. ¿Qué pasa con los que viven en Latinoamérica pero no quieren estar en ese diálogo? Por ejemplo el mundo indígena.
-Yo creo que los mundos que no forman parte de la comunidad latinoamericana, que no quieren ser socializados por el resto, tendrían que tener su propio lugar. Pero pienso que hay una razón por la que nuestras comunidades indígenas han sobrevivido a la violencia de la colonización. Y es que han sido grandes negociadores. Las grandes revoluciones que han tenido son para estar sentados en la mesa de negociación. Acá se habla mucho de los mapuches como seres excluidos –y es cierto que han recibido mucha violencia- pero lo que yo sospecho ahí que lo que ha fallado es la intermediación. Que se les ha separado en vez de plantearles la posibilidad de establecer vínculos o puentes de comunicación.

-Pero si ellos no quieren ser asimilados, ¿Cómo debieran ser las formas de intermediación?
-Las comunidades tienen derecho a no ser asimiladas pero no podrían sobrevivir como cultura si son autárquicas. Porque una cultura autárquica está condenada a desaparecer. Aún si tienen su propio estilo de vida, su espacio, tienen que negociar eso. Y usan el español como mediación.

-¿Pero no hay algo violento en esa negociación? Están obligados a negociar al fin y al cabo.
-No están obligados. El Estado debiera plantearles eso como parte de un beneficio mutuo. Nadie pierde. Para eso habría que tener, claro, un Estado nacional que represente a más gente de la que representa. Porque si sólo tiene representación de las clases dominantes no va a tener la sensibilidad. Pero claro. Aquí hay un problema irresuelto con el mundo indígena. Chile también es país muy especial. Porque es uno de los países latinoamericanos que más temprano tuvo una forma nacionalista. Se concibió como una nación unitaria muy temprano, que se basaba en la exclusión de los indígenas.

Las obsesiones de Donoso
Como cualquier crítico famoso, Julio Ortega conoce a escritores. Conoció a Borges, conoce a Vargas Llosa, conoce a García Márquez y conoció a Donoso.

A José Donoso, que no lo trató bien en sus diarios.

Julio dice:
-Él estaba obsesionado con el Premio Cervantes. Pero todos los años lo perdía. Pensaba que lo iba a ganar pero lo perdía. Me decía: “¿por qué no llamas a Madrid para ver quien ganó?” Yo sabía que no lo iba a ganar. Nunca lo iba a ganar. Así que le decía: “No, ya es muy tarde, no vamos a llamar al periódico”. Y él: que llame, que llame. Yo no lograba cambiarle de tema porque él me insistía que llame y llame. Y llamé. ¿Quién ganó el Premio Cervantes?, pregunté. “Fulano de tal”, me dijeron. “Uy. Que mala noticia”, contesté. Y le digo: “Oye, Pepe, ganó fulano de tal”. Y Pepe se molestó conmigo.

-La culpa es del mensajero.
-Si pues. Se molestó conmigo y escribe en su diario que yo, de resentimiento y maldad, le di la noticia. ¡Como si yo hubiera buscado a Pepe darle la mala noticia! Y él era así ¿no? Impredecible. Y decía en sus notas: “Seguramente Julio no me va a invitar más a Brown”. Y fue cómico porque como a los dos o tres meses me conseguí un dinero para invitarlo a enseñar a Brown. Entonces le llamo y le digo: “Pepe, podrías venir porque he conseguido un dinero para invitarte”. Y él me dice: “Julio, es una buena oferta”. Se quedó impresionado de la oferta. “Pero no puedo ir porque estoy muy enfermo. Muy, muy enfermo”. Y se murió al poco tiempo. Qué triste.

-Estaba obsesionado con el reconocimiento.
-Vivió obsesionado con su fama. Y con razón, si nunca fue famoso. Era muy confesional. Una vez me dijo que había salido un libro suyo, para su mala suerte, con un libro de Vargas llosa. Entonces la editorial decide que los dos presenten juntos el libro. Y él estaba feliz. Pero después me dice: “Estábamos firmando libros y en la cola de Mario para firmar había cien personas. En la mía había cinco y se me caían las lagrimas”. Jajajaja.

-¿Son peleadores los escritores?
-Son antagónicos. Es muy poco el reconocimiento que reciben. Y probablemente es mucho más lo que esperan. Es curioso. Porque la mayor ansiedad de reconocimiento está en los escritores de mediana edad. No en los jóvenes. Los escritores de mediana edad sienten la necesidad de concursar en todos los concursos, de ser premiados, de ser reconocidos. Por ejemplo, en español, el Premio Nobel es más importante que en ninguna otra lengua.

-¿Si?
-Sí. En otras lenguas es un premio más. La cultura de los premios literarios es muy fuerte en español.

-¿Por qué?
No sé. Ansiedad, falta de reconocimiento.

-¿Qué piensas del nobel a Vargas Llosa?
-Me parece bien. Hay mucha política también. Yo he sido elector del Premio Nobel. Me preguntaban. A muchos críticos les preguntan. Nunca salió el que yo recomendaba. Recomendaba a Borges. Pero es muy político el premio. En el sentido más amplio de la palabra. En alguna época premiaban a escritores de izquierda porque estaban perseguidos. Después a escritores de derecha porque estaban desvalorados por los de izquierda. En otra época decidieron premiar a lugares que nunca han tenido un Nobel.

-¿Eso pasa con Vargas Llosa?
-En realidad tiene mucha reputación de gran novelista y de gran liberal en el sentido más amplio de la palabra. De demócrata. No creo que sea político en el sentido ideológico. Pero por otro lado Perú nunca ha tenido un nobel.

-¿Lo has visto después del Nobel?
No. Le mandé unas felicitaciones, pero fue cómico porque me preguntaron qué pensaba y dije que las novelas de Mario estaban a la izquierda de él. Y en la conferencia del nobel le preguntaron de eso. Él respondió: “Los críticos están en libertad de interpretar la ideología de mi novela”. Salió muy bien.

-¿Lo habrías propuesto para el Nobel?
-Sí. La verdad sí.

¿Lo propusiste alguna vez?
-No. Es que estaba vivo Borges.

Notas relacionadas