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Opinión

8 de Julio de 2011

“Cuando estoy de mujer es cuando más hombre me siento”

Fotos: Pato Miranda Éstos son los recuerdos de Ariel Cerda, el transformista más famoso de Chile. El más antiguo: su papá, su mamá, su hermana y él, andando en bicicleta en el cerro. Su hermana metiendo el pie en los rayos de la bicicleta. El pie destrozado. El fin del paseo. Su papá muerto en […]

Camila Gutiérrez
Camila Gutiérrez
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Fotos: Pato Miranda

Éstos son los recuerdos de Ariel Cerda, el transformista más famoso de Chile.

El más antiguo: su papá, su mamá, su hermana y él, andando en bicicleta en el cerro. Su hermana metiendo el pie en los rayos de la bicicleta. El pie destrozado. El fin del paseo.

Su papá muerto en un accidente de avión cuando él tenía cinco años.

Su mamá carreteando. Carreteando mucho.

Su hermana que se volvía grande y ya no estaba con él en los recreos del colegio.

Thalia, bellísima, en la teleserie María Mercedes. Thalía, bellísima, sacando el disco En éxtasis.

Él, disfrazándose, a los diez-doce años con un vestido amarillo de su hermana, con unos zapatos de su abuela, con la boca roja -como la tiene ahora- para bailarles la canción de Flash Dance a sus vecinos. Sus vecinos, asustados, corriendo y acusándolo. Su mamá, castigándolo por querer bailarle a los vecinos. Su mamá casándose cuando él tiene quince. Él, a los quince, sabiendo que le gustan los hombres. Él y su mamá peleando. Su padrastro pegándole. Su mamá yéndose a vivir a otro lugar con su nuevo marido. Él, quedándose con su abuela. Él, a los diecinueve, viendo a su mamá por última vez.

Él, en esta fiesta:

-Fui a una discoteque y vi a un transformista que tenía las piernas peludas y dije: No, no puede ser. Peludas como cuando te afeitai y te crece el cañón. Y la ovacionaban. Era diva. La miré y todo el mundo la quería. Y yo, crítico -siempre fui crítico- dije: No, no me gustó. Yo lo puedo hacer mejor.

Entonces Ariel ya no es sólo Ariel y se viste de mujer en la noche. Deja cuarto medio porque llega muy cansado a clases y se convierte, en las fiestas, en Arianda Sodi. Arianda Sodi, porque el nombre de Thalia es Arianda Thalia Sodi.

-Había, en ese tiempo, concursos de transformistas, de talento, de miss, de miss fausto. Participé en todos. En todos los que me decían participa, yo participaba. Nunca gané. Siempre fui segunda. Con Pamela Díaz, ahora en la nota que pasamos hablamos de ese tema. Que ella participó en todo. Miss Piscina. Miss playa.

-¿Y no te desanimabas?

-Esa misma pregunta le hice a la Pamela. Y me dijo: “No, porque siempre me di cuenta de que las que ganaban no eran mejores que yo”.

Y Arianda, como Pamela, piensa:

-Cuando conocí a esa tipa a la que ovacionaban yo dije: No puede ser. A mí me tienen que aplaudir mucho más. Porque yo preguntaba en el ambiente gay y ella era conocida pero afuera no era conocida. Entonces yo dije: No. Yo quiero el mundo gay y, de ahí, para arriba.

Abajo, por mientras, en el mundo trans se dedica a ser la más linda. Arianda dice que las transformistas se pelean poco porque cada una se dedica a cosas distintas:

-Yo siempre quise ser la más linda. Nunca quise ser la mejor bailarina. Hay otras que son cómicas.

-¿Y si otra quiere ser la más linda?

-Sí, pero no pueden competir con una que lleva mucho tiempo.

En Amigas y Rivales, algo así como un reality de trans de la disco Fausto que se graba todos los domingos, se transmite por youtube y tiene backstages en los que las transformistas sí compiten y se insultan con cosas como: “Déjate de ser muñequita tipo putita. Si cualquiera tiene ese culo a esa edad. Cuando crezca quiero verla”, “Tu peinado era como entre Kudai y Mario Guerrero” o “No con todas las transformistas fuiste activo, acuérdate de que nosotras trabajábamos juntas y teníamos un camarín en común. Te lo metí tanto niña. Te saqué tanto oro”.

Arianda piensa:

-Algunas te tienen mala y aprovechan. Se hacen las locas, tú sabís que la gente no es cien por ciento frontal, todos se hacen los amigos y, a lo mejor, usan la instancia del backstage y después te soban el lomo diciéndote: “No, si es un juego del programa”.

-¿Eres la más linda?

-Hay unas transformistas guapísimas. Pero yo soy más linda.

Arianda entra a la tele. A la serie Enigma o a Cuánto Vale el Show. Y hace lo que se debe hacer . Tener pequeños escándalos. Que se ha metido con el ex de Mey Santa María, que se ha metido con un futbolista de la Selección, que no puede decir su nombre, que sólo puede decir que es moreno, que se casó hace poco y que a ella, a Arianda, le dolió que la dejaran:

.Que los tipos vengan y te vean, y quieran usarte y botarte a la basura como cualquier estropajo. O sea este cuerpo no me lo encontré botado en la basura como para prestárselo a cualquiera.

Cuando presta no le gusta ser Arianda.

-Nunca he tenido relaciones como Arianda. Los tipos, tipos, tipos entre comillas que han pinchado conmigo como Arianda, cuando llega el momento les digo: “Voy a estar incómoda así contigo”. Y me saco la peluca.

Y vuelve a ponérsela para el Miss Universo Gay, donde sale segunda. Carcuro la entrevista en el de Pé a Pá, y su abuela -con la que ha vivido siempre- recién al ver el programa entiende qué significaba ese montón de pelucas colgadas en la pieza del nieto. La abuela llora por Ariel. Lo perdona. Lo perdona por ser gay, por ser transformista y por enterarse por la tele. Total, ya es tarde. Sólo le queda alegrarse por Arianda, que a esas alturas es imparable.

Y Arianda, hoy, sentada con un vestido ajustadísimo y fucsia; con unos tacos eternos y fucsia, dice:

-Mi abuela sabe que yo no voy a hacer algo que esté en contra de lo natural. Se muere me llego a poner pechugas. Cosa que jamas voy a hacer. Creo que no es necesario. Yo tengo tantos trucos. Hago un show al desnudo. Que me saco la ropa. Toda. La gente queda así como oh, mentira.

-¿Cómo no se te ve el paquete?

-Con trucos-, sonríe. -Cuando estoy de mujer es cuando más hombre me siento porque el coso -el aparato reproductor- ahí apretado, te morís lo incómodo que es. A eso súmale la peluca que no puede estar puesta así no más. Tiene que estar con pinches, apretada, porque si yo muevo la cabeza y se me cae me muero de vergüenza.

Arianda se toca el pelo cuando habla. Arianda sólo piensa en su pelo. Arianda sólo piensa en su cintura. O en sus operaciones -boca, caderas, nariz- o en sus piernas, o en su culo. Del resto, sabe poco. No conoce los nombres de los partidos políticos. No le interesa conocerlos. Y no le interesa representar a los gays:

-De repente me dicen los tipos: “Tú aprovecha esta oportunidad”, y te dan consejos -como si uno estuviera pidiendo consejos- diciéndote: “Porque tú representas a gente gay” y nooo. Yo no represento a nadie. Sólo a mí mismo. No he puesto la bandera gay detrás mío.

-¿No te critican por no representarlos?

-No falta los que critican.

Pero Arianda sigue sin pensar en los gays. Está pensando en ella cuando sigue diciendo:

-Y no sé. A todos les gusta al final. Pero yo siempre estoy viendo más allá. Trato de superar cosas. Veo las entrevistas y hay palabras que no me gustan y que digo, o mi imagen cuando se me arruga toda la cara.

Y sigue:

-Yo no me siento en el mismo saco que nadie. Cuando dicen “los transformistas” yo no me siento en el mismo saco con los transformistas. Yo soy el transformista Arianda. Nunca pienso en los demás. Siempre pienso en mí. Yo veo por mí. Primero yo, segundo yo, tercero yo. O primero yo, segundo yo, después mi abuela, y después mi novio. Aunque tampoco es tan importante porque los novios vienen y van.

Vienen y van -explica- por esto:

-Me ha tocado la mala suerte de estar con muchos tipos que no son asumidos. Tuve una relación con alguien de familia Abc1. Había estudiado dirección de cosas. No sé. Dirección de foto. No trabajaba en ninguna parte y era un cabro traumado.

El tipo dejó a a Ariel. Ariel dejó la cagada.

-Yo -como soy vengativo- me encargué de que su papá supiera que él andaba conmigo. Le mandé fotos.

Fotos de la mano o dándose besos, o abrazados. El papá lo echó de la casa. Y Arianda se arrepintió por una cosa:

-A lo mejor si no lo hubiera hecho estaríamos juntos todavía-, y se toca el pelo, y habla de otra cosa, y piensa en el futuro, en que no le gusta pensar en el futuro, en cuando tenga cincuenta años, en que cuando tenga cincuenta no quiere vestirse de mujer porque va a estar toda fea y arrugada y, si a algo le tiene miedo, si hay una sola cosa que de verdad le da susto, es eso.

Ponerse feo.

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