Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Mundo

14 de Julio de 2011

Los parientes del poder

El caso de Alexis Humala, que ha metido en problemas a su hermano Ollanta, presidente electo de Perú, con un viaje a Rusia en el que se ha reunido con ministros sin, por ahora, tener cargo oficial alguno, evidencia los nexos de poder y familia en América Latina. La prensa peruana ya ha bautizado a […]

Por

El caso de Alexis Humala, que ha metido en problemas a su hermano Ollanta, presidente electo de Perú, con un viaje a Rusia en el que se ha reunido con ministros sin, por ahora, tener cargo oficial alguno, evidencia los nexos de poder y familia en América Latina.

La prensa peruana ya ha bautizado a Alexis como el “hermanísimo”, un título de larga tradición, como el de “esposisíma”, “cuñadísimo” o “sobrinísimo”, no sólo en este continente sino también al otro lado del Atlántico en países de raíz latina, como España e Italia, o árabe, donde la familia es lo primero, también para los políticos.

El menor de los Humala viajó a Rusia “a título personal”, según dice, pero allí mantuvo reuniones con autoridades y empresarios de las que surgieron comunicados oficiales del Gobierno ruso, en algunos de los cuales se anunciaban acuerdos para después de que el elegido por los peruanos asuma el poder, el 28 de julio.

“En América Latina no hemos sido capaces de separar el Estado de la persona del Príncipe”, afirmó a Efe María Cristina Ocampo, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana de Bogotá, en alusión a Maquiavelo y la obra que marcó un hito en la teoría política y la configuración del Estado moderno.

Antes que confiar en extraños, muchos gobernantes prefieren rodearse de parientes, que en el mejor de los casos se convierten en su “mano derecha” y en el peor hacen uso de su influencia para asuntos que no siempre persiguen el bien público.

Ocampo opina que los estados latinoamericanos son “premodernos”, pues las revoluciones independentistas se dieron abruptamente y no fueron precedidas de una evolución hacia conceptos como la separación del Estado de la persona del gobernante o la soberanía popular.

Dos de los actuales presidentes latinoamericanos, Cristina Fernández, de Argentina, y Raúl Castro, de Cuba, aunque elegidos por votación, son parientes directos de sus antecesores en el cargo; ella viuda de Néstor Kirchner y él hermano de Fidel Castro.

Una de las candidatas a la Presidencia de Guatemala, Sandra Torres, se divorció en abril del actual presidente, Álvaro Colom, para poder presentarse a las elecciones de este año.

La Constitución de ese país centroamericano prohíbe a familiares cercanos del presidente en funciones, incluida la esposa, aspirar a la primera magistratura del país.

En Paraguay hay también una ley contra el nepotismo y el tráfico de influencias, pero el presidente Fernando Lugo ha sido denunciado en los medios por el nombramiento de al menos una decena de sobrinos suyos en organismos públicos.

En Argentina, tres mandatarios anteriores a Cristina Fernández, Néstor Kirchner (2003-2007), Fernando de la Rúa (1999-2001) y Carlos Menem (1989-1999), tuvieron hermanos o parientes cercanos en sus gabinetes o en puestos clave.

Alicia Kirchner conserva el puesto de ministra de Desarrollo Social que ejerció durante la presidencia de su hermano en el actual gabinete de su cuñada Cristina, la segunda mujer presidenta en la historia de Argentina. La anterior, María Isabel Martínez de Perón, como ella, fue previamente primera dama.

Menem, de origen sirio, se rodeó de parientes en sus diez años de gobierno y algunos, como sus cuñados Emir y Amira Yoma, le trajeron problemas con la justicia por tráfico de influencias.

En República Dominicana el presidente Hipólito Mejía (2000-2004) puso a su cuñado, Sergio Grullón, al frente del poderoso Ministerio de la Presidencia y nombró a su hermana directora del Consejo Nacional de la Niñez (Conani).

En México, un comité legislativo determinó en 2006 que Marta Sahagún, esposa del hoy ex presidente Vicente Fox, abusó de su poder para favorecer a sus hijos en la adjudicación de contratos millonarios, pero no hubo consecuencias judiciales.

En Uruguay, Jorge Vázquez se desempeñó como prosecretario de la Presidencia durante la gestión de su hermano Tabaré Vázquez (2005-2010) y actualmente es viceministro del Interior en el Gobierno de José Mujica.

Pero si hay un “hermanísimo” en América Latina es Raúl Castro, el actual presidente de Cuba, en quien su hermano Fidel delegó el poder de forma interina en 2006 al caer enfermo y al que la Asamblea Nacional designó oficialmente presidente en 2008.

El inseparable hermano menor del líder de la Revolución fue ministro de Defensa y estuvo al frente de las Fuerzas Armadas durante 49 años.

Los hermanos del presidente venezolano, Hugo Chávez, Adán y Argenis, han ocupado diferentes cargos y hoy en día el primero es gobernador (por elección) del estado de Barinas y el segundo viceministro de Energía Eléctrica.

El “hermanísimo” costarricense fue Rodrigo Arias, quien acompañó al hoy ex presidente Oscar Arias en sus dos gobiernos (1986-1990 y 2006-2011) como ministro de la Presidencia y de quien se decía que era “el poder detrás del trono”.

La historia de Nicaragua, desde su independencia en 1821, ha estado marcada por el nepotismo, que alcanzó su apogeo durante la dinastía de los Somoza, que gobernó de 1937 a 1979, y sé mantuvo en los sucesivos gobiernos, incluido el primero sandinista.

En el actual Gobierno sandinista el presidente Daniel Ortega ha delegado la mitad del poder en su esposa, Rosario Murillo, que cumple las funciones de una ministra de la Presidencia y los hijos del matrimonio son asesores o manejan televisiones y radios.

También hay casos de hermanos de poderosos que se acaban convirtiendo en una pesadilla, como Pedro Collor de Mello, cuyas denuncias desembocaron en la dimisión de Fernando Collor de Melo como presidente de Brasil (1990-1992), o Fabricio Correa, que se quedó sin unos contratos con el Estado y hoy es el primer detractor de su hermano, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.

En Colombia, según María Cristina Ocampo, el nepotismo no solo esta prohibido por ley sino que es muy mal visto socialmente, pero existe el “delfinazgo”, del que se benefician los hijos y nietos de gobernantes, supuestos herederos de su talento y virtud.

Notas relacionadas