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Opinión

16 de Julio de 2011

Cansados del sempiterno discurso izquierdista

Por: Víctor Femenías Von Willigmann, artista. Si en alguna ocasión opté por comentar (en The Clinic) sobre política fue, sobre todo, porque se me había dado por muerto dentro de los círculos artísticos ya que no participaba en eventos culturales ni hacía exposiciones por más de veinte años. A través de comentarios bombásticos, como requiere […]

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Por: Víctor Femenías Von Willigmann, artista.

Si en alguna ocasión opté por comentar (en The Clinic) sobre política fue, sobre todo, porque se me había dado por muerto dentro de los círculos artísticos ya que no participaba en eventos culturales ni hacía exposiciones por más de veinte años. A través de comentarios bombásticos, como requiere el tipo de prensa que son ustedes, se logró el objetivo propuesto y renací de entre las cenizas. Todavía me estoy sacudiendo de la tierra y la hojarasca de la sepultura. Para que entiendan mi posición, les contaré que soy una de esas personas que tuvo una formación no religiosa y apolítica, motivo por el cual me considero bastante ignorante en esas materias y exento de pasiones políticas. Me gusta estudiar Religiones Comparadas, Teoría de las Comunicaciones y Lingüística en general y no me gusta hablar de materias políticas, por las  siguientes razones. Cuando ingresé a la Escuela de Bellas Artes de la U. de Chile contaba con escasos 16 años (1959) y ya en ese ambiente las ideas izquierdistas sonaban como una gran novedad y los intelectuales de la época tenían que participar o simpatizar forzosamente con esas ideas para ser considerados auténticos y válidos intelectuales de la época. Así, la izquierda de entonces cobijaba a cuanto resentido social y desviado sexual había en Chile. Pero, también, muchos participaban de esas ideas por un falso refinamiento o esnobismo y muchos para tener la posibilidad de viajar al extranjero.

El discurso izquierdista no ha cambiado mucho desde entonces y tampoco su léxico particular, sus “herramientas” o eslóganes son los mismos. El arte que me interesaba no tenía nada que ver con la política pero reconocía que era un tema recurrente en el Arte Universal, aunque no el único ni el más importante, y que la izquierda y la Democracia Cristiana (los políticos) consideraban a todos los que no pensaran como ellos “derechistas”.

En la realidad profana, vulgar y cotidiana, ese segmento de la población denominada “derecha” no son más que independientes que carecen de toda ideología política fuera de un nacionalismo natural aunque a veces un tanto exagerado, pero esto se debe más a una profunda xenofobia que a un autentico patriotismo.

Mi simpatía por el Gobierno Militar se debió a que era gente práctica que no se refocilaba en el abuso de la retórica, de la demagogia o de la dialéctica, o sea, sin lenguaje político tradicional, sino que se atenían a hacer los proyectos sin grandes aspavientos, dejando de lado las especulaciones y las glorificaciones. Logrado un objetivo se procedía rápidamente a abordar el siguiente. Tampoco manipulaban la cultura con fines políticos. Afortunadamente, para los que estamos cansados de oír el sempiterno discurso izquierdista o político (hoy en día son sinónimos), aparentemente, la política y su práctica, tal como se la conoce en el mundo entero, con sus estrategias de manipulación de masas, difamaciones, intrigas, conspiraciones, descalificaciones, satanizaciones, terrorismo, asesinatos televisivos, sino francas estafas, está desapareciendo del mundo entero. Inclusive hay países que quieren imponer una “correcta manera de pensar” a todos los demás.

Hay fenómenos nuevos en el horizonte, como las manifestaciones públicas que hemos apreciado últimamente, que parecieran responder a un legítimo deseo de participar en la conducción de un país y que están tan de moda en los países desarrollados. Hay un movimiento de “des radicalización” de los partidos políticos a nivel mundial. Generalmente estas buenas intenciones son opacadas por la politización o ideologización de dichos movimientos, para no mencionar la delincuencia juvenil. La población estudiantil son los futuros votantes dentro de tres años y a los políticos les interesan sobremanera granjearse sus simpatías, ya que han perdido a la mayoría de los votantes mayores de edad quienes, a su vez e irónicamente, han perdido la mayoría de sus ideales. Aparentemente, los sistemas democráticos o así llamados que predominan en el mundo están comenzando a demostrar algunas de sus falencias. 

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