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Cultura

27 de Julio de 2011

Sobre lo que se pasa por alto

“Sobre cosas que me han pasado” reúne la obra completa de Marcelo Matthey: “Todo esto lo escribí entre diciembre de 1987 y marzo de 1988” y el que le da título a este volumen recopilatorio: “Sobre cosas que me han pasado”. En los largos veintitantos años que median entre la publicación original y esta reedición, […]

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“Sobre cosas que me han pasado” reúne la obra completa de Marcelo Matthey: “Todo esto lo escribí entre diciembre de 1987 y marzo de 1988” y el que le da título a este volumen recopilatorio: “Sobre cosas que me han pasado”. En los largos veintitantos años que median entre la publicación original y esta reedición, este libro ha sido materia de mitos, algunas tesis y muchas fotocopias. “Sobre cosas que me han pasado” ha sobrevivido, se podría decir, en su ausencia, como si fuera portador de un aura, un reflejo brillante.

En su introducción, Cristóbal Joannon describe “Sobre cosas…” como un libro inquietante. Para él la sintaxis escolar y las incansables descripciones de los distintos, y aburridos, aspectos de la vida doméstica de Matthey entrañan un misterio. Lo más probable es que la emergencia de esto que Joannon llama misterio es producto de una escritura que se enamora de los eventos vulgares y los vulgariza cuando los menciona. Dice: “será rico estar en el campo”; dice más adelante: “el olor rico del campo”; se refiere a un pasaje de una película como algo “divertido y bonito”. Es la adjetivación de un individuo sin estilo. A casi todo aspirante a escritor le es familiar la regla de no adjetivar con generalidades. Decir “bonito” o “rico” es igual a decir nada. Allí donde un Bertoni cocina un plato rico en coloquialismos más o menos huevones, Matthey cansa y derechamente aburre.

Porque si hay algo que es “Sobre las cosas…” es un libro aburrido. Pero es también en su aburrimiento donde se podría realizar una interpretación sofisticada. Pablo Oyarzún elogia lo “fome” de este libro. Apunta –según Joannon– que llegar a este grado de fomedad es un logro. Pienso distinto a Oyarzún. Lo de Matthey no es la búsqueda del aburrimiento. No es este un libro sobre el tedio de escribir y leer tediosamente. Matthey no es Oblomov -el personaje de la novela homónima de Goncharov-, quien despreciaba el uso productivo del tiempo. “Sobre las cosas…” no es un tratado alegórico acerca de la insignificancia de lo cotidiano y, por lo mismo y por contrapartida, de una arqueología ufana por hallar en lo más mínimo el más mínimo de los sentidos. Lo de Matthey es más un experimento de autonomía. Nada le pasa porque permite que nada le pase. El título es así no engañoso porque nada pase, pero sí porque lo que le pasa lo pasa por alto, a su vez otra contradicción. Experiencias laterales se le podría llamar a este fenómeno, si tal cosa como una experiencia desplazada existiera.

No es mucho más lo que llama la atención de este supuesto mito de las letras chilenas. Si uno quisiera empaparse de tedio los hay incontables diarios torrenciales en aburrimiento; si uno quisiera explorar sintaxis pseudo infantiles también existen numerosos libros que mejor lo consiguen que éste. Ahora, si uno quisiera desbancar los mitos, ensuciar las fotocopias y cuestionar algunas tesis, pues este libro es perfecto.

SOBRE COSAS QUE ME HAN PASADO
Marcelo Matthey Correa
Los libros Que Leo
2011, 138 páginas.

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