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Opinión

5 de Septiembre de 2011

“Ya no hay legitimidad para resolver este conflicto entre cuatro paredes”

A Francisco Figueroa, vicepresidente de la FECh y miembro de la Izquierda Autónoma, le ha tocado enfrentarse en las últimas semanas con dos representantes de la política nacional: Sergio Bitar y Ena Von Baer (“Yo creo que ella es una piedra en el zapato para la derecha”, dice). Acá habla del pasado, presente y futuro del movimiento. Y de los autonomistas y la necesidad de una nueva izquierda.

Sitio Predeterminado
Sitio Predeterminado
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Foto: Hans Scott

Para Figueroa, lo que está pasando este año es resultado de una acumulación de experiencias y luchas que se han dado en los últimos diez o doce años, una sumatoria de esfuerzos íntimamente conectada con lo que fue la Revolución Pingüina del 2006 y el Mochilazo de los secundarios el 2001. “Hay generaciones de dirigentes que se han formado al calor de nuestras peleas. El mismo movimiento estudiantil ha madurado, ha comprendido que hay vías preferibles a otras, ha sintonizado con la gente”, dice.

¿Con qué tiene que ver esa maduración?
-Uno de los grandes desafíos fue posicionar el tema, y hoy en Chile nadie puede decir que la educación no está en crisis. Chile es más desigual que cuando estaba Pinochet.

¿Qué cosas han intervenido en esa maduración del movimiento?
-Varias. Se han incorporado sectores no tradicionales organizados al movimiento estudiantil y eso ha permitido que en la calle seamos cientos de miles, y no las veinte mil personas que con suerte salían antes: compañeros de Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales, de universidades privadas… Ellos han permitido un crecimiento cuantitativo y cualitativo. Maduración, también, porque ha quedado claro que ciertas vías de delegación de los problemas educacionales y sociales en la clase política no tienen resultados. Estamos en un escenario político en que una salida como la que hubo el 2006, una mesa de diálogo a lo Bachelet, con mucha gente pero sin capacidad de cortar nada, no sirve. Se aprendió que la negociación no es puramente sectorial.

¿Qué más?
-Otro elemento de maduración es que este movimiento de a poco empieza a pensar con cabeza propia, a levantar líneas programáticas, políticas. Ya no necesita que lo representen sectores tradicionales de la política, están tan deslegitimados que no nos queda otra que empezar a pensar más políticamente. Uno de los grandes hitos de la dictadura, más que vender el Estado o haber asesinado a mucha gente, fue despolitizar la organización social. Y eso se está dejando atrás: se está politizando lo social.

Eso es algo que quiso capitalizar Piñera cuando llegó al gobierno, con su idea de los técnicos, de la experticia, donde la política se reemplaza por una buena gestión. Ahí ustedes tienen un triunfo: haber hecho fracasar esa política de la no-política.
-Sí. Se agotó este pacto de la transición en que la política estaba reducida al acuerdo al que podían llegar unos pocos, los que estaban legitimados para hacer política: los jerarcas de la Concertación y la derecha. Y el resto no era política, era terrorismo, fanatismo ideológico. La política se había reducido a los salones de la tecnocracia: el Café Torres, los centros de pensamiento de la élite. Hoy día se abrió una puerta y se entró de lleno.

Respecto a los objetivos del movimiento también hay una madurez. ¿Con qué tiene que ver esto? Se les ha recriminado que lo piden todo, que son ideas gruesas, que son consignas.
-Se ha logrado que el debate supere los márgenes de la discusión que se puso durante los ‘90 y parte de los 2000 sobre el gerencialismo. Es decir, si esto se está haciendo bien o mal, o que el problema de la educación y de los otros derechos sociales en Chile pasa por una mejor o peor administración. Quedó claro que el problema no es de gestión, no es de eficiencia, sino que tiene que ver con cuestiones de fondo. Con la concepción del sistema educativo, con sus objetivos país, con su ligazón con un modelo de desarrollo. Esa barrera la superamos. Se ha puesto en cuestión cuál es el sentido del modelo de educación hoy, a qué tipo de sociedad contribuye. Eso es tremendamente político y genera mucho escozor, mucha desconfianza.

¿Dónde?
-En el mundo de los poderosos, porque se dan cuenta que estamos poniendo en cuestión uno de los pilares del sistema que han construido estos últimos treinta años. Por eso nos atacan diciendo que son consignas, discursos vacíos. Al contrario: los discursos de ellos están completamente vacíos, son absolutamente técnicos dentro de un modelo que no están dispuestos a discutir. Este movimiento deja off side a la clase política, que antes de esto estaba preocupada de la teleserie Rossi-Tohá, de las piñericosas, de qué estaba haciendo Bachelet en la ONU, si clases de danza afro o tomando sol. La clase política tenía temas para este año que quedaron fuera de la palestra porque el movimiento estudiantil y social que se está construyendo ha exigido entrar a la arena de la política. Los intelectuales han tenido que reconocer que el sistema fracasó. Si uno ve al Brunner de hoy y al de hace algunos años, los tipos han tenido que reacomodar sus argumentos. También hay una maduración propiamente política, de radicalización, no en el sentido de las formas, de las capuchas, sino de la capacidad que hemos tenido de develar la raíz del problema. Ese estadio es el más interesante.

¿Y en ese estadio estamos?
-Sí, se abrió esa puerta y hoy lo que se cuestiona es el pacto de la Transición, los fundamentos del tipo de sociedad que se construyó después del pinochetismo. Eso es lo que perdió legitimidad, este acuerdo entre élites sobre cómo conducir este país. Un Estado subsidiario, una democracia protegida, un gasto social focalizado, sin opción de derechos universales, una educación regulada por la competencia; todos aquellos pilares fundamentales de la sociedad post pinochetista están siendo profundamente cuestionados. Eso es lo que genera la desorientación de los políticos, porque están formados para operar dentro de la política de los acuerdos. Las generaciones jóvenes de la política están en otra. ¿En qué está Sebastián Bowen hoy? Siendo cuestionado por los propios estudiantes de la Universidad Central. Los liderazgos jóvenes de la Concertación, como sus grandes jerarcas, están perdidos.

A LA MONEDA
¿Qué esperan de la reunión en La Moneda? ¿Cómo entienden esta invitación de Piñera?
-Hay que dejar claro que la invitación al diálogo fue nuestra. Recibieron esta invitación porque creo que Piñera tiene un ego tan grande que dijo “esta cuestión la puedo resolver yo”, pasando por encima de sus ministros, que la misma semana habían dicho que no al diálogo. Es la única oportunidad que tiene para subir en las encuestas, creo que a eso se debe la recepción al diálogo. Además, murió un chico el 26 de agosto en la madrugada y eso generó un escenario distinto. Es la única carta que tiene la derecha para dar una solución a este conflicto.

¿Pero qué esperan de la reunión en La Moneda?
-Que lo que se haga a contar de este primer acercamiento sea el procesamiento de un conflicto que pueda dar paso a grandes reformas. Entendemos que las demandas no van a ser subsanadas de la noche a la mañana, pero sí al menos se puede orientar la transformación del modelo educativo hacia la construcción de un sistema público de educación en todos sus niveles; más y mejor educación pública para un desarrollo más humano, más justo. E integral.

¿Qué piso mínimo exigen ustedes? No para bajar las movilizaciones, pero para hacerlas compatibles con el procesamiento de las demandas.
-Vamos a seguir movilizados todo el tiempo que sea necesario. Esto no se acaba si se genera una mesa de diálogo para procesar el conflicto. Vamos a seguir movilizados, quizás no de la misma forma que ahora, pero sí participando, activos, catetes. Tenemos la capacidad de convocar a movilizaciones en la eventualidad de que volvamos a clases el segundo semestre. ¿Cuáles son las condiciones que vamos a pedir para que este diálogo sea productivo? Que se toquen los temas que el movimiento por la educación ha puesto sobre la mesa. La agenda del gobierno hoy no tiene ninguna legitimidad.

¿Por qué?
-Un gobierno con 26% de aprobación, cayendo en picada, no tiene legitimidad para que nos pongamos a discutir sobre sus propuestas.

Pero hay un Presidente que cree que la lógica de los acuerdos consiste en que él plantea una idea y el resto aprueba. Esa es su idea de diálogo.
-Es un tipo muy egocéntrico y ese pañuelo lo vamos a recoger. Vamos a participar de este diálogo sólo si hay voluntad de avanzar en un fortalecimiento de la educación pública en todos sus niveles, no de mejorar sus condiciones de competitividad dentro del modelo.

¿Eso significa qué exactamente?
-Abrir aportes basales a las universidades públicas para crear un sistema de educación técnica a nivel superior, fortalecer la educación pública en el sistema escolar, poner voluntad para avanzar en la línea de democratizar las instituciones. Sabemos que no se puede dar todo de la noche a la mañana, pero si hay voluntad para avanzar por esos canales, bien. Hay que ponerle pausa a la agenda del gobierno, hay mucho retroceso en esa agenda.

¿Por ejemplo?
-Cuando anuncian un aumento en el esquema de ayudas estudiantiles para las instituciones, en circunstancias en que no hay regulación del valor de los aranceles y las instituciones lucran -abiertamente las técnicas, bajo la ley las universidades-, esa plata no es otra cosa que subsidio a la ganancia privada. La famosa reducción de la tasa de interés del Crédito con Aval del Estado es subsidio indirecto. A eso hay que ponerle tope. Queremos también darle mucha transparencia al proceso, que el espacio de diálogo sea televisado. Es un tema que hoy genera tanto interés en la sociedad chilena que se merece conocer en detalle cómo se da la resolución del conflicto. Vamos a hacer una solicitud formal a ANATEL para que abra un espacio en cadena nacional. Queremos empezar a obrar no como se ha hecho durante estos veinte años: a escondidas. Ya no hay legitimidad para resolver este conflicto entre cuatro paredes.

EL LUCRO
La idea de ustedes es que el lucro se suspenda en toda la educación. ¿Cuál es el argumento central para pedir eso? Ahí sí que tienen detractores firmes.
-Nuestro argumento es práctico, no ideológico, porque el lucro ha demostrado ser un obstáculo a la calidad, en la medida en que la primera preocupación de una institución cuando tiene fines de lucro es aumentar la ganancia de sus propietarios. Entonces, la calidad de la educación que entrega termina donde empieza la posibilidad de aumentar las ganancias de sus propietarios. Hay que acabar con el lucro, que va a sacar las utilidades que genera una institución para convertirla en capital para sus propietarios y así enriquecerse con otras actividades. Hay que invertir esos excedentes en mayor calidad para la educación.

Aquí habría que aclarar, porque se ha querido hacer ver que la eliminación del lucro implica trabajar como voluntario, gratis.
-Los sectores que defienden el lucro creen que la gente es tonta y dicen que acabar con el lucro es impedir que los profesores y los directivos de los colegios y universidades tengan remuneración. Cómo va a ser lucro eso, si los sueldos son parte de los costos de una institución. Es un volador de luces. El gobierno y los sectores que defienden el lucro entienden muy bien de qué se trata. El lucro es cuando el excedente que genera una institución en forma de utilidades es sacado de la institución y se convierte en capital, es decir, en dinero que se usa con el expreso fin de incrementarse a sí mismo en otra actividad. El principal obstáculo a que este tema sea abordado con racionalidad, sin mentiras, es que hay intereses materiales en juego. Hay una colusión entre sectores de nuestra clase política y el empresariado de la educación, y esto cruza a la clase política, porque hay parlamentarios con colegios, ministros con intereses creados en universidades.

El contra argumento es que el lucro le ha hecho bien a la cantidad, en el sentido que ha ampliado el acceso. ¿Cómo se hacen cargo de eso?
-Es falso que sea el lucro lo que haya permitido la ampliación de la cobertura. No es que el lucro haya demostrado tener mayor capacidad de incentivo para ampliar la cobertura, aquí se decidió estimular el crecimiento del sistema a partir de incentivos para que empresarios abrieran el negocio. En lenguaje clásico, una profundización capitalista, una reproducción ampliada del capital. Esa fue la decisión que se tomó. La cobertura se ha cuadruplicado en los últimos 30 años, pero lo ha hecho de forma segregada, es decir, generando instituciones para ricos y para pobres, separando por clases. Se generan apartheids. Hoy no hay forma de conocerse con alguien de una clase social distinta en una universidad, salvo en las del Consejo de Rectores.

Eso no es un efecto, eso es buscado
-Sí, tienen miedo de que sus hijos se junten con la mayoría. Nuestro cuestionamiento a eso no va por un tema moral o cristiano, sino porque al existir desigualdad, al no comunicarse la gente, al no existir la posibilidad de que un cabro de Vitacura se entienda con uno de La Pintana, se está desaprovechando la sabiduría de la gente, la posibilidad de construir un proyecto país. Eso es lo que se busca cuando uno dice más y mejor educación pública, que se puedan compartir toda la gama de valores e identidades que existen en el país para ponerlas al servicio de un proyecto construido en colaboración.

Si mañana se prohibiese el lucro, probablemente mucho dueño de colegio cerraría para abrir una botillería. ¿Tendría que haber una eliminación paulatina del lucro?
-Este cartel de empresarios por el lucro ha levantado una campaña del terror que dice que acabar con el lucro es acabar con la libertad. Como decía Ena Von Baer, que la señora de Lumaco pueda elegir dónde meter a su hijo, si en un municipal o en un particular subvencionado. Eso es falso porque el fin del lucro va de la mano con la propuesta de ampliar y fortalecer el sistema público. Que existan instituciones privadas, mientras no tengan fines de lucro.

Si no está el lucro, ¿cuál podría ser el estímulo, aparte del religioso, para que alguien ponga un colegio?
-Se tiene que hacer cargo el Estado u otras instituciones privadas sin fines de lucro que acojan a los estudiantes, amplíen sus matrículas. El financiamiento compartido ha demostrado ser un fracaso. El ministro que lo implementó, Jorge Arrate, tuvo que reconocer que no servía. Históricamente la educación pública permite que proveniendo de familias y clases sociales distintas, los niños aprendan a entenderse. Si no, se desaprovecha un potencial creativo enorme de nuestro pueblo. Solucionarlo solamente en la educación superior constituye un parche, porque de partida entran 4 de cada 10 jóvenes a la educación superior, y la mitad deserta. El Estado tiene que hacerse cargo de las instituciones que estos empresarios dejen a la deriva, lo que sin duda va a suceder. Pero yo creo que esa es una depuración del sistema, más que un problema.

LA NUEVA IZQUIERDA
¿Dirías que este, por la esencia de sus peticiones, es un movimiento de izquierda?
-Es un movimiento muy independiente de los sectores políticos tradicionales, inicialmente muy difuso e inorgánico en su constitución. No tiene un gran programa, no tiene grandes verdades políticas, las está forjando, construyendo. Responde a la realidad de ciertos sectores medios y populares que están al margen de este pacto de transición, no representados por ningún partido político, que en este modelo de desarrollo tienen que resolver todos sus derechos básicos en el mercado. Hay un gran sector social que vive en condiciones de pobreza no reconocida por el Estado. No hay aquí vanguardias políticas capaces de conducir este movimiento. Entonces es transversal, muy amplio, pero tiene verdades fundamentales, que es lo que le permite hoy actuar con altos niveles de determinación y radicalidad.

Sabemos que en lo partidario está alejado de las cúpulas de izquierda, pero ¿en los contenidos, en lo ideológico? Que el mercado deje de ser el eje vector de la sociedad es una idea de izquierda.
-Es una idea humana, en el sentido de que es un malestar. Se empiezan a expresar procesos que son mucho más largos en la sociedad chilena. Hoy se abrió la posibilidad de reabrir la izquierda, reconstruir una izquierda moderna, que interprete al Chile actual y que no se reduzca a las identidades del siglo XX, a la cultura de la izquierda de los ‘60. Estamos hablando de construir una izquierda con capacidad de decidir, de interpretar a la gente. Hay una presencia de la izquierda tradicional pero tampoco tan sustantiva en el movimiento.

¿Es más visible que sustantiva la izquierda tradicional en el movimiento?
-Sí. Este es un movimiento emancipatorio que ha puesto sobre la mesa de nuevo cuestiones humanas.

¿Por qué la izquierda actual no cumple con lo que el movimiento pide?
-Porque fue desarticulada por las élites y se desarmó políticamente. Dejó de tener armas en el sentido político, discursos que le hagan sentido a la gente, capacidad de conducir movimientos sociales. Se fue quedando muy pegada en una cuestión identitaria. Lo que unía a la izquierda hasta hace poco no era otra cosa que la Violeta, Víctor, la oposición a Pinochet, los imaginarios culturales, una cuestión muy nostálgica que finalmente la desactivaba. Ahora surgió la posibilidad de reimaginar la izquierda. Y se demostró que Chile necesita una izquierda distinta, moderna, que supere este amarre a los fantasmas del pasado. La única forma de salir de la derrota es luchando.

AUTONOMISTAS
Figueroa, que estudió periodismo, es miembro de la Izquierda Autónoma, una organización estudiantil que en su web (izquierdaautonoma.cl) hace una crítica de las izquierdas del siglo XX, diciendo que terminaron “reproduciendo las injusticias conocidas”.

Ahora háblanos como autonomista, no como FECh. ¿Qué crítica hacen a la izquierda del siglo XX?
-Que se limitó, no por incapacidad propia, sino por ataques de sus enemigos, a reproducir los esquemas de lucha por el poder que tenían éstos, delegando en unos pocos especialistas los cambios políticos. Concibió a la sociedad no como los protagonistas, sino como un accesorio. De ahí que los partidos políticos en Chile hayan perdido tanto poder, tanta capacidad de golpear. Con ese esquema construían sociedades igual de inhumanas que el capitalismo. Con otras formas de desigualdad, quizás no económicas pero sí de poder. Hay que comprender el Chile actual con sus contradicciones, y no las contradicciones que uno tiene en la imaginación, porque las condiciones de lucha se asumen, no se eligen. Esto es algo que nos ha costado, y que también genera mucha suspicacia en la izquierda, porque es muy conservadora. Es más conservadora que la derecha.

¿Por qué?
-La derecha no consulta libros para ver qué hacer en la política, se mueve por intereses muy concretos y son capaces de levantar distintas figuras. En septiembre del año pasado Piñera hasta proyectó a la Violeta en La Moneda. Estaban los Inti Illimani sonando, invitaron a Los Jaivas. Como la izquierda está despolitizada, le roban sus iconos. La izquierda no puede seguir creyendo que sus estrategias las va a sacar de libros, desempolvando verdades: tiene que enfrentar el Chile actual. Se trata de superar el conservadurismo de la izquierda y reconstruir una izquierda transformadora.

¿De dónde viene la Izquierda Autónoma?
-Proviene de un esfuerzo político muy importante en los 90 que es la Surda. Somos herederos de esa tradición política que intenta instalar una reflexión en la izquierda en torno a cómo se reconstruye para dar una lucha política en el actual período histórico. Cómo entender el Chile actual, cómo interpretar a esos sectores que hoy día están al margen de la política, porque son ellos los que finalmente van a inclinar la balanza de un cambio político emancipatorio. La idea de autonomía tiene que ver con eso, con que el pueblo tenga una cabeza política propia y no delegue en otro, que representa intereses distintos, su representación política. No es autonomía de los partidos, no somos antipartidos, somos anti estos partidos que existen hoy.

¿Algo más?
-Hoy día lo que está haciendo agua son los modelos de desarrollo, que desaprovechan las riquezas nacionales, que en el Chile actual y en el del futuro van a ser cada vez con mayor fuerza el conocimiento, la capacidad que tenemos entre todos de intervenir la realidad en beneficio de todos. Esa principal riqueza está siendo capturada por intereses particulares, egoístas. Esa principal riqueza hay que “nacionalizarla”, la educación y el conocimiento son como el cobre en el siglo XX para Chile.

Una última cosa. Tuviste un altercado con Ena Von Baer en la tele; ella, con su pensamiento insustancial, ¿te parece representativa de la derecha? ¿Ena es la derecha o es menos?
-No, ella es menos, la derecha es más que eso. Yo creo que Ena von Baer es una piedra en el zapato para la derecha. A la derecha no le conviene que un personaje como ella aparezca en el debate porque se dispara en los pies. Ahora, la derecha chilena es menos ideológica de lo que parece, es una derecha que en el fondo expresa el carácter de nuestro empresariado, un empresariado muy rasca, que no le imprime valor agregado a la economía, no desarrolla nuevas tecnologías, que hace cosas como La Polar.

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