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Opinión

16 de Septiembre de 2011

Carolina Tohá: “Si la DC se va, estamos en un problema”

Esta semana, la Concertación volvió a los titulares con la propuesta del PPD de refundar el conglomerado, abriéndolo a la izquierda y a movimientos sociales. Hasta se propone un nuevo nombre.

Pablo Vergara
Pablo Vergara
Por

Foto: Alejandro Olivares

¿Se acabó la Concertación?
-Jejeje. Todavía no.

Pero ese todavía es que se va a acabar.
-No, hemos dicho otra cosa. Nos dicen “dieron por superada la Concertación”. No: decimos que hay que superarla y construir algo superior. Cuando tengamos eso, claro, vamos a estar hablando de un nuevo conglomerado, que tendrá muchas cosas que heredar de ella, pero tendrá que incorporar nuevos ingredientes que claramente no son parte de la cultura concertacionista. Y nuevos actores.

De todas formas, es estar hablando en pasado.
-¿La Concertación?

Claro.
-La Concertación fue un actor pensado para una época que por muchas señales está llegando a su fin, no sólo porque hay un gobierno de derecha. La Concertación fue un actor de la postdictadura, de la transición. Pero también de la época post caída del Muro de Berlín, de un mundo que tenía una sola alternativa por delante, un capitalismo bastante desenfrenado. Y hoy estamos en otro contexto cultural, en que hay un reclamo y una necesidad de ponerle alternativas a esta mirada de la sociedad de mercado; realmente alternativas más profundas. Y para eso se requiere una herramienta política que esté pensada para esa tarea.

De lo que están proponiendo ahora, ¿quiénes se oponen en la Concertación? ¿Y por qué?
-Hay una resistencia silenciosa, que no pone sus cartas arriba de la mesa diciendo “estamos a favor de no hacer cambios”. Pero que en la práctica boicotea los cambios.

No sólo en la DC.
-No. Es transversal, está en todos los partidos. Pero al menos en el PPD, lo que hicimos es hacer un debate institucional. En el fondo, hay gente que piensa que basta con afanarse en ganar la presidencial y ahí veremos.

Y para eso tienen a Bachelet.
-Claro. Yo creo que Bachelet, para todo este proceso de transformación, podría ser un gran capital, si no fuera porque alguna gente usa su nombre para impedir la transformación. Ese es un primer tipo de resistencia: gente que apunta a ganar el gobierno y desde esa posición, poder ordenar las cosas con mucha mayor comodidad.

Sin transformarlas.
-Para cambiarlas poco, digamos. También hay resistencias que tienen que ver con un temor a perder una posición de poder, porque estos cambios van a significar modificaciones en el núcleo de conducción, más competencia, más control social. Y hay gente a la que eso le provoca vértigo. Y eso es humano, ni siquiera lo censuraría. Pero no podemos ser rehenes de eso. Y tercero: hay muchas incógnitas a despejar y por eso es bueno enfrentar el debate, no seguir eludiéndolo. Por ejemplo, la DC tiene un temor de que se arme un cuadro en que ellos queden en una minoría muy evidente e incómoda.

Que entre la izquierda.
-Claro. Bueno, pongamos eso arriba de la mesa. Cómo lo podemos enfrentar. Pero no puede ser que por los temores no demos la discusión y mantengamos el statu quo, porque mantener el statu quo igual es una decisión, una política. Y tiene efecto. Y nadie cree que eso es bueno. O al menos no he visto a nadie defenderlo. Existen esos obstáculos pero lo que el PPD ha planteado ahora es que hay que tomar medidas. Y pasa el tiempo y el próximo año vamos a estar en campaña. Si no se hace ahora, vamos a entrar en la dinámica electoral. Puede que ganemos muchas elecciones, pero ganar elecciones con coaliciones tan debilitadas, tan fracturadas con la sociedad, es muy debilitado lo que puedes hacer cuando no tienes una coalición sana detrás.

Hay una cosa generacional acá.
-La hay, en el sentido que hay mayores confianzas y no nos etiquetamos tanto. Me provocó mucha pena ver a Jorge Pizarro, que creo que es una persona con la cual podríamos entendernos en lo sustantivo, diciendo que en esto hay afanes personales o que no pueden venir dos personas a decir lo que tiene que hacer la Concertación. Eso muestra un nivel de prejuicio, descalificación y ninguneo que no se condice con las cosas más sustantivas en las cuales podríamos entendernos. Otra gente ha dicho que aquí fue Girardi el que ganó. Lo encuentro un ninguneo super injusto y me molesta mucho ese tipo de interpretaciones, que me pongan a Girardi encima, así como en otro momento Girardi me ponía a Lagos encima. Tomémonos en serio.

SI LA DC SE VA

¿Y qué pasa si la DC se va?
-Sinceramente, yo espero que la DC no se vaya.

¿Y si se va?
-Es que sólo me puedo imaginar una cosa así si la DC optara por un tipo de proyecto muy distinto del que hemos estado buscando para la sociedad chilena. Podemos tener diferencias, pero la DC es un partido que tiene una cultura a favor de transformaciones en la sociedad chilena y no me imagino dónde podría ir a hacer esas transformaciones si no es en una alianza con la izquierda.

Sin la DC se acaba todo.
-Si la DC se va, estamos en un problema. Pero si nos quedamos donde estamos, estamos en un problema también. Necesitamos tener un diseño político coherente con los objetivos que tenemos para el país. Y hoy no lo tenemos y es un problema de todos.

¿Y qué opinas de las proclamaciones presidenciales tan tempranas, como la de Andrés Velasco?
-He sido muy distante de poner los temas de las candidaturas presidenciales por delante. No porque no lo considere legítimo. Siento que es la excusa para no dar las discusiones. A poco andar, se va a estar hablando del candidato A, B o C. Y nuestro problema no es la falta de candidatos: tenemos que hablar de un proyecto y rearmar una fuerza política. No creo en la política de los proyectos personales, de los liderazgos individuales, que saltan por encima de las nubes. Andrés Velasco es reflejo de parte de una cultura de la Concertación, el liberalismo progresista, y que concurse políticamente es una buena cosa. Porque en gran parte esa cultura se ha instalado en la Concertación a través de actores que han entrado a los gobiernos, que han tenido roles técnicos, ministeriales pero no han concursado políticamente por la disputa cultural de qué proyecto tenemos. Es saludable que esa diversidad concurse democráticamente.

¿Cómo han sido de oposición?
-Es muy dificil ser oposición con este gobierno, porque es errático en sus definiciones y torpe en sus relaciones políticas. Pero hemos estado lejos de ser una oposición obstruccionista. Simplemente, hemos puesto en evidencia falencias enormes del gobierno. Lo más relevante hoy es construirle una opción al gobierno para darle una salida a su crisis sobre la base de hacer reformas en serio. El gobierno sabe que estamos dispuestos a colaborar y el Presidente sabe que tiene una oportunidad de pasar a la historia y que la está dejando pasar. Porque si fuera el gran articulador de una reforma política, tiene asegurado un papel en la historia y uno harto más positivo del que hoy parece estar construyendo.

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