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Opinión

22 de Septiembre de 2011

Año perdido, año ganado

Para el 18 las fondas estuvieron llenas. En la sexta región los cajeros automáticos se quedaron sin plata. Hubo pueblos en los que se agotó la carne y el pan. La gente, al parecer, festejó. Para el gobierno fue el final de un recreo macabro que le dio la tragedia de Juan Fernández. Las tensiones […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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Para el 18 las fondas estuvieron llenas. En la sexta región los cajeros automáticos se quedaron sin plata. Hubo pueblos en los que se agotó la carne y el pan. La gente, al parecer, festejó. Para el gobierno fue el final de un recreo macabro que le dio la tragedia de Juan Fernández. Las tensiones sucumbieron bajo la onda de pena. Pero el tema del avión caído, que para los deudos será eterno, ya no da para cubrir las discusiones engendradas. La cuerda se estiró bastante más de lo aceptable. La conversación con los estudiantes se quebró, por ahora, definitivamente. Bulnes le dijo que no a las exigencias del movimiento para continuar dialogando.

No aceptó detener los proyectos en curso y ha insistido en amenazar con el cierre del año escolar. Los dirigentes hablan de “juego sucio”. En la derecha no están dispuestos a poner el lucro en riesgo, y ni de uno ni del otro lado han sido capaces de llegar a una matriz de entendimiento. El gobierno le está apostando al deterioro de la fuerza de los estudiantes. En parte, a su corrupción interna, a la pérdida del apoyo de los padres, a las complicaciones de perder un año, y al cansancio.

La prensa oficialista ha sido alineada. Sus páginas están salpicadas de malas noticias para el movimiento estudiantil. Hoy, jueves, veremos la verdad de la milanesa. Podría ser que ya muchos se hayan dado por vencidos, y que aún compartiendo las causas de la protesta, consideren que la fruncia no da para más y que ha llegado el minuto de bajar los brazos. Pero también podría suceder todo lo contrario: que sean muchos los molestos con el portazo del gobierno, y que en lugar de agachar el moño salgan multitudes con la pluma parada, para demostrar que esto no ha sido una simple pataleta. Mal que mal, mientras liceos y facultades han estado en paro, tomas, etc., la discusión en torno a la educación se apoderó de la opinión pública.

De boca de expertos, conocimos datos escandalosos referidos a la situación de nuestra enseñanza. Contamos con las universidades más caras del mundo, y no precisamente las mejores. Nuestros colegios son de los más segregados del planeta. Tenemos profesores que enseñan a leer sin entender lo que leen, y montones de familias endeudadas por décadas para pagarle al elegido una carrera mediocre.

Todo esto lo han afirmado con estudios en mano. Da lo mismo, a estas alturas, quién sea el responsable del problema. Que la educación de Pinochet o los créditos de la Concertación, el asunto es que así como al sistema binominal ya casi no le quedan defensores, hay bastante consenso en que este formato educacional está haciendo aguas por todos lados. “Muchos de los que estamos acá no veremos los frutos de lo que estamos demandando, sino que lo harán nuestros hermanos, hijos y nietos”, aseguró Jackson. Está por verse si la estrategia del desgaste funciona para sacarse un lío de encima, pero lo que resulta claro es que por ese camino Sebastián Piñera se farrea la posibilidad de un proyecto memorable. Hernán Larraín dijo temer que el gobierno “convierta el problema estudiantil en un problema de orden público (…) cuando ese no es el tema”.

Si acaso se duerme sin soluciones, por un rato este movimiento será pólvora mojada. Cosa de esperar para que vuelva a prenderse, ojalá sin explotar. “Tarde o temprano la ciudadanía va a cobrar la cuenta”, agregó el mismo senador. Si permanece vivo, en cambio, habrá una última posibilidad para los estudiantes de concretar logros y para el gobierno de gobernar, en lugar de seguir apagando incendios sucesivos. No sólo en los liceos muchos habrán perdido el año, también en La Moneda. En los liceos, de hecho, no sería raro que hayan aprendido más durante estos meses de tomas que en las clases a que faltaron. Pero el gobierno, ¿qué habrá sacado en limpio? ¿Algo más que la caña de una borrachera?

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